Definición de anafilaxia
Un vocablo griego llegó al francés como anaphylaxie, que a su vez derivó en anafilaxia en nuestra lengua. El concepto alude a una reacción del organismo que se vincula a una hipersensibilidad ante determinadas sustancias.
La anafilaxia aparece cuando el individuo, tiempo después de haber tomado contacto con una sustancia orgánica, vuelve a hacerlo, sufriendo diferentes desórdenes en su organismo. De este modo, la anafilaxia se asemeja a la alergia, aunque sus consecuencias suelen ser más graves.
Puede decirse que la anafilaxia es una reacción inmunológica desarrollada por el organismo ante una picadura, un alimento o un fármaco, por citar algunas posibilidades.
El francés Charles Robert Richet (1850–1935) ganó el Premio Nobel de Medicina en 1913 por sus investigaciones sobre la anafilaxia. Richet descubrió que el contacto con un antígeno podía crear una inmunización (filaxis) o el efecto contrario (anafilaxis). De este modo, ante un nuevo contacto aún en dosis menores, la anafilaxis puede provocar una sensibilidad exagerada que lleve a la muerte de la persona.
Alimentos como los mariscos, los productos lácteos y las legumbres; fármacos anestésicos, antiinflamatorios y antibióticos; y venenos que desarrollan ciertos insectos pueden provocar la anafilaxia. El cuadro más grave se conoce como choque anafiláctico.
La anafilaxia puede desencadenarse en pocos segundos, y en la larga lista de síntomas que la caracterizan encontramos los siguientes:
* manifestaciones cutáneas, tales como enrojecimiento de la piel, prurito y urticaria;
* profunda sensación de ansiedad;
* opresión o molestias en el pecho;
* congestión de las vías respiratorias, lo cual desemboca en una cierta dificultad para respirar y problemas tales como los ruidos respiratorios (sibilancias) y la tos;
* broncoespasmos;
* palpitaciones;
* problemas para tragar la propia saliva y los alimentos;
* diarrea;
* náuseas y vómitos;
* cefalea;
* inflamación del rostro en general, de la lengua y de los ojos;
* vértigo y mareo;
* arritmia;
* dificultades para articular las palabras al hablar;
* pérdida del conocimiento;
* hipotensión.
Ante una consulta por un supuesto caso de anafilaxia, el médico examina al paciente y le hace una serie de preguntas para intentar dar con la causa del problema. Si ésta no resulta evidente, siempre es posible indicar exámenes para el alergeno responsable de la reacción.
Es muy importante resaltar que la anafilaxia se considera una emergencia, y por esta razón es necesario requerir ayuda profesional en cuanto se detecta. La falta de tratamiento puede provocar un colapso del aparato circulatorio o una obstrucción fatal de las vías respiratorias.
Si nos encontramos junto a alguien que esté sufriendo un cuadro de anafilaxia, debemos revisar sus vías aéreas, escuchar el sonido de su respiración y controlar su circulación sanguínea. La disfonía, la voz ronca, o bien los ruidos durante la inhalación pueden ser signos de una grave hinchazón en la garganta.
Otro de los pasos fundamentales es llamar al número de emergencias para pedir asistencia médica de inmediato. Mientras llegan los médicos, debemos intentar tranquilizar al paciente. Si se trata de una reacción a una picadura de abeja, podemos usar algún objeto rígido para retirar el aguijón de la piel; es importante no utilizar pinzas, ya que la presión puede generar una mayor liberación de veneno.
En algunos casos, el paciente lleva consigo un medicamento específico para un cuadro de anafilaxia; de ser así, debemos ayudarlo a tomarlo, aunque si presenta dificultades para respirar es preferible evitar los productos orales.
Los paramédicos tienen diferentes medios para asistir a la persona en cuanto llegan al lugar de los hechos, como ser la colocación de una sonda por medio de las fosas nasales o la boca, o bien directamente por la tráquea luego de practicar una cirugía de emergencia. Ya en el hospital, el médico puede suministrar mediadores químicos, actuar sobre la hemodinamia y proporcionar oxígeno.