Definición de alumbramiento
El acto y resultado de alumbrar se denomina alumbramiento. El verbo alumbrar, por su parte, puede utilizarse con referencia al hecho de aportar claridad o luminosidad o a la acción de parir.
Se llama alumbramiento, por lo tanto, al final del parto: la culminación del embarazo humano que tiene lugar cuando el bebé sale del útero de la madre. Con el alumbramiento, se empieza a contar la edad que tiene la persona (es decir que un ser humano cumple su primer año de vida cuando haya transcurrido un año desde el momento de su alumbramiento).
Aunque el punto exacto en el cual se considera que inicia la vida es motivo de debate filosófico y religioso, puede decirse que el alumbramiento marca el nacimiento del individuo. A partir de ese instante, el bebé ya no estará nunca más en el interior del útero materno, sino que tendrá existencia autónoma, aún cuando requiera de numerosos cuidados para sobrevivir y desarrollarse.
El alumbramiento empieza a tener lugar con la irrupción de contracciones en el útero materno, las cuales, a medida que se acerca el momento de la salida del bebé, se vuelven más frecuentes e intensas. A este proceso se le suman cambios en el cuello uterino, que se dilata. El bebé, de esta manera, comienza a descender por el útero hasta que sale, si se trata de un parto natural, a través de la vagina. El alumbramiento también implica la eliminación de la placenta y de varias membranas.
Si tomamos un poco de distancia, podemos decir que el alumbramiento es la tercera fase del parto, proceso que ocurre luego de un promedio de cuarenta semanas de gestación. Antes de entrar en la primera fase tiene lugar el denominado preparto, durante el cual la oxitocina (hormona que se produce de forma natural en la glándula pituitaria para la estimulación del parto) viaja por la sangre y es entonces que aparecen la primeras contracciones, aunque no siempre son percibidas por la madre.
En el preparto se elimina el tapón mucoso, aunque el momento en el que desaparece no es igual en todos los casos: la distancia entre este suceso y el parto puede ser de días o minutos. La primera de las tres etapas antes mencionadas es la dilatación, que se divide en dos:
* pasiva: para alcanzar los tres centímetros deben pasar entre seis y ocho horas, aunque en algunas mujeres esto tarda un día completo. Se acentúan las contracciones y se agudiza el dolor;
* activa: la frecuencia de las contracciones aumenta considerablemente, llegando a aparecer cada dos minutos. Por lo general, el ritmo de la dilatación es de un centímetro por hora. También se produce el ensanchamiento del cuello uterino, para que pueda bajar el bebé.
El nombre de la segunda fase es expulsivo, que comienza cuando la dilatación alcanza los diez centímetros y el cráneo del bebé llega al extremo del canal del parto. Se esparcen las contracciones pero duran y duelen más que antes. La madre debe empujar de manera rítmica, con el recaudo de oxigenar a su hijo entre cada presión. Al final de esta fase, el bebé sale y recibe las atenciones normales, como ser el corte del cordón umbilical.
Finalmente llega el alumbramiento, que se cuenta desde que el bebé ha salido hasta que la madre expulsa la placenta. Para que esto pueda ocurrir, se producen contracciones de menor intensidad que las anteriores, de manera que el útero se reduzca y se desprendan todos los elementos que ya no son útiles.
La idea de alumbramiento también puede referirse a un nacimiento simbólico. Por ejemplo: “El alumbramiento de este proyecto se produjo hace un mes, cuando me encontré con Matías en un bar”.