Definición de placenta
En el latín “placenta”, que significa “torta” es donde se encuentra el origen etimológico del término que ahora nos ocupa. No obstante, no podemos olvidar que aquella palabra, a su vez, emana del griego “plakous”, que puede traducirse como “pastel plano”.
Precisamente se considera que placenta se utilizó con ese significado de dulce hasta el siglo XVI, cuando se comenzó a emplear dentro del ámbito médico para denominar a ese órgano que se establece entre el feto y la madre y que es del que surge también el cordón umbilical.
La placenta es el órgano que surge en el cordón umbilical y que permite la intermediación entre la madre y su bebé o cría mientras se desarrolla la gestación. Gracias a la placenta, que se fija al útero, el bebé puede nutrirse, respirar y expulsar desechos.
Existen diferentes tipos de placenta según la especie. En el caso de los seres humanos, la placenta se califica como hemocorial ya que el tejido del feto llega a establecer contacto con la sangre de la madre.
A medida que avanza el embarazo, la placenta pierde grosor para que los intercambios sean más intensos. Una vez que se produce el alumbramiento, este órgano no debe cumplir con ninguna otra función, por lo que la madre la expulsa. Algunos animales, e incluso seres humanos según la cultura, pueden comerse la placenta una vez eliminada del cuerpo materno.
La ingesta de la placenta recibe el nombre de placentofagia. Existen motivos físicos que justifican dicha conducta: por sus componentes, puede facilitar la secreción de leche materna y reducir el estrés que se produce por el parto, por ejemplo. Hace unos años se produjo un gran revuelo cuando el actor Tom Cruise aseguró que se comería la placenta de la madre de su hija Suri, aunque después lo negó.
En la actualidad, hay que reconocer que la placenta ha comenzado a ocupar un importante lugar dentro de lo que es el sector de la belleza y la imagen en general. Así, han surgido distintos tratamientos que se basan en el uso de la misma, porque se considera que esa tiene unas propiedades que la convierten en una estupenda herramienta para conseguir, por ejemplo, una piel más joven, radiante y suave.
En concreto, ya sea con la placenta de mujer o con la de oveja, existen tratamientos estéticos que establecen que permiten conseguir estos beneficios:
-Ponerle fin a los problemas de acné.
-Ejercer como colágeno natural y que, por tanto, la piel logre una mayor elasticidad.
-Tener una piel mucho más hidratada.
-Someterse a ese tipo de tratamientos se considera también que es una manera de frenar de forma notable lo que es el envejecimiento.
-Lograr que la piel del rostro esté mucho más reafirmada.
Se conoce como placenta previa, por otra parte, a un problema que puede suscitarse en el embarazo cuando este órgano se adhiere a la región inferior del útero, lo que puede hacer que se bloquee el cuello uterino. La placenta previa, por lo tanto, impide que el feto salga del útero por el canal de parto.