Definición de alcoholismo
Se denomina alcoholismo a la adicción a las bebidas alcohólicas. Se trata, por lo tanto, de una enfermedad provocada por el consumo excesivo de este tipo de bebidas, que genera diversos trastornos en la salud.
Por ejemplo: “Mi tío perdió todo por su alcoholismo: se quedó sin trabajo, le remataron la casa y su esposa lo abandonó”, “El cantante anunció que suspenderá la gira para internarse en una clínica con la intención de tratar su problema de alcoholismo”, “Ten cuidado, estás solo a un paso de caer en el alcoholismo”.
Cabe destacar que una bebida alcohólica es aquella que, entre sus compuestos, cuenta con alcohol etílico (un compuesto químico también llamado etanol). Estas bebidas pueden producirse a través de un proceso de destilación o de fermentación. El alcohol etílico, por otra parte, causa distintos efectos en el organismo, pudiendo provocar confusión, euforia, nauseas y sopor, y además resulta tóxico.
Cuando en el organismo se genera una necesidad de ingerir bebidas alcohólicas, se dice que la persona sufre de alcoholismo. Es importante tener en cuenta que el alcohol es una droga que resulta legal en la mayoría de los países, pese a que provoca una gran cantidad de muertes en todo el mundo.
Quien padece de alcoholismo es calificado como un alcohólico. Estos individuos tienen una dependencia física de alcohol: si no lo consumen, experimentan un síndrome de abstinencia. Además de cambios de conducta, el alcoholismo crónico puede provocar cirrosis, hepatitis, impotencia y cardiopatías, entre otros problemas.
Las consecuencias que el alcoholismo provoca en el organismo no son más graves que el nivel de destrucción que causa en los planos sentimental y laboral de la persona. En los casos que incluyen una gran exposición con cada estado de embriaguez, es común que luego surja la vergüenza, así como reproches por parte de los familiares que se hayan sentido humillados por la situación.
Cuando el alcoholismo lleva al individuo a ponerse en ridículo frente a su entorno, las consecuencias pueden ser especialmente negativas y reducir considerablemente las probabilidades de recuperarse: si bien por un lado es posible que los momentos de exposición despierte en alguien el deseo de ayudarlo, lo más normal es que atraigan severas críticas y que lo alejen de sus seres queridos.
Existen diversos tratamientos que ayudan a controlar el alcoholismo para que la persona pueda permanecer sobria y abstenerse del consumo, aunque se requiere de la voluntad y la firme decisión del paciente.
Antes de llegar al alcoholismo propiamente dicho es mucho más fácil conseguir una reducción en el consumo hasta alcanzar niveles normales; sin embargo, una vez cruzada la línea comienzan a aparecer los siguiente signos:
* se vuelve imposible controlar la cantidad de bebida que se ingiere;
* cada vez es necesario beber más para llegar a los mismos efectos;
* comienzan los síntomas de abstinencia tras horas de la última ingesta de alcohol, algunos de los cuales son temblores, sudoración y ansiedad;
* la bebida se vuelve tan importante que opaca cualquier otra actividad, incluso aquellas que en el pasado hayan ocupado gran parte de su tiempo, como ser sus vocaciones;
* similar al punto anterior, sus relaciones más cercanas y su trabajo se ponen en riego, pero esto no consigue que deje de beber, y la perdición crece de forma exponencial.
Si bien no se sabe con certeza cuáles son las causas del alcoholismo, muchos experto señalan que puede existir una predisposición de tipo genético combinada con cuestiones propias del medio ambiente y ciertos rasgos de la personalidad, como ser la falta de autoestima y el carácter impulsivo. En otras palabras, las personas con historial de alcoholismo en su familia y que lleven una vida demasiado estresante o exigente tienen muchas probabilidades de caer en las garras del alcohol.