Definición de afabilidad
Afabilidad procede del latín affabilĭtas y hace referencia a la cualidad de afable (agradable, suave en el trato, dulce). Por ejemplo. “Me dio mucho gusto visitar al Sr. Perkins, es un hombre de gran afabilidad”, “¿A qué se debe tanta afabilidad? Sospecho que quieres pedirme algo”, “No sé si es mala persona, pero seguro que no se caracteriza por su afabilidad”.
La afabilidad, por lo tanto, puede asociarse a la amabilidad, la cortesía y la cordialidad. Cuando una persona es afable, demuestra simpatía, sencillez, franqueza y bondad en sus relaciones sociales. El sujeto afable, al recibir una visita, se muestra atento, ofrece algo para beber e intenta que el visitante se sienta cómodo.
Lo contrario a la afabilidad es la antipatía o la descortesía. En este caso, el individuo en cuestión tiene un comportamiento parco, seco y frío.
Además de todo lo expuesto, podríamos establecer que cuando una persona desea mejorar su nivel de afabilidad, lo que tiene que hacer es seguir a “pies juntillas” estos pasos:
• Debe esforzarse por ser más cuidadoso en el trato con los demás.
• Debe aprender a no ordenar sin ningún tipo de razón o lógica.
• Debe ser alguien natural y debe fomentar el que cualquiera pueda establecer una comunicación cercana y sencilla con ella.
Para la religión, la afabilidad es una virtud que inclina al hombre a decir y hacer aquello que contribuye a hacer más agradable la vida social. No es lo mismo convivir y tratar con una persona afable que con otra que no muestra cortesía y respeto.
Santo Tomás es una de las figuras religiosas que más estudios y trabajos realizó respecto al término afabilidad. En concreto, acometió un amplio escrito, incluido dentro del famoso “Discurso desde la Summa2, donde vino a dejar patente diversas cuestiones fundamentales acerca de esa virtud:
• Puede ejercer como sinónimo de amistad.
• Toda persona sabia tiene que tener el don de la afabilidad, con la que conseguirá hacer la vida mucho más agradable a todos con los que conviva. No obstante, en ocasiones, para evitar un mal y aunque no sea incomprendida por el resto de ciudadanos, deberá establecer leyes y normas contundentes.
• Se puede establecer que la afabilidad está en relación con la justicia, pues ambas deben permitir que cualquier individuo se comporte con el resto de la mejor manera posible.
• El malhumor, la falta de educación, el desorden, la grosería o el egoísmo son opuestos contrariamente a la cualidad de ser afable.
Asimismo, Santo Tomás deja patente en su trabajo que la afabilidad además cuenta con dos vicios. Por un lado, estaría lo que sería el halago exagerado y por otro, la severidad llevada a su máxima expresión.
Un saludo cortés o un comentario amable pueden alegrar el día del prójimo. La afabilidad también está asociada al respeto por el orden vigente ya que permite expresar verdades que, en otro tono, causarían problemas y enfrentamientos. Un hombre puede pedir amablemente a su vecino que baje el volumen de la televisión sin necesidad de agresiones o violencia y sin alterar la convivencia pacífica; otro, en cambio, puede entrar en una discusión sin sentido por su falta de afabilidad.