Definición de adulación
Adulación, del latín adulatĭo, es la acción y efecto de adular (hacer o decir lo que se cree que agradará a otro). La adulación por lo general resulta interesada, con la intención de obtener algún tipo de beneficio o reconocimiento. Por ejemplo: “Mariano sigue firme con la adulación para que el jefe lo nombre supervisor”, “Los premios son repartidos por mérito: no me interesa la adulación”, “La adulación rindió sus frutos y la mujer terminó contratando al joven”.
Es importante establecer, además de todo lo expuesto hasta el momento, que la adulación es una acción que existe desde muy antiguo. Tanto es así que podemos encontrar un sinfín de maneras de representarla aunque dos son las más habituales y conocidas:
• Como una persona que se encuentra besando los pies de otra por el hecho de que esa acción le repercute positivamente a quien la hace.
• Como una mujer muy elegante que se halla tocando una flauta mientras a su alrededor vuela un importante número de abejas, que muestran sus aguijones.
Los reyes de la Historia en todo el mundo son algunos de los personajes que se han visto y se ven más adulados por multitud de ciudadanos, bien por mera inercia o bien como una manera de poder obtener algún tipo de beneficio por parte de ellos.
La adulación, también conocida como lisonja, es una alabanza afectada que no está vinculada al respeto o a la felicitación por un mérito real. Si una persona se cruza en la calle con un jugador de fútbol y le dice que lo admira por su talento, no se trata de una adulación, sino de una frase sincera y de un saludo afectuoso. En cambio, si un sujeto le dice a un amigo que lo considera una gran persona que se caracteriza por su solidaridad porque está esperando que este amigo lo invite a comer a su casa, estamos ante una adulación ya que el supuesto elogio es una artimaña para sensibilizar al prójimo.
Asimismo hay que saber que existen diversos tipos de adulación, aunque todos ellos comparten su esencia. En concreto, entre los más significativos se encuentran los siguientes:
• Maliciosa o dañina. Es la que se realiza no sólo por un individuo en su beneficio propio sino también ocultando un propósito malvado y perverso.
• Inocua. Es la que se lleva a cabo sin ningún tipo de mala intención, todo lo contrario, con el claro objetivo de que la persona adulada pueda ser la propia beneficiada. Un claro ejemplo de ello es cuando el profesor adula a un alumno en concreto para que mejore su motivación y así estudie más y pueda rendir mucho más en clase.
Lo habitual es que los ejemplos más burdos de adulación tengan lugar en las altas esferas del poder. Los monarcas, los presidentes y los dirigentes suelen tener aduladores que se pasan enumerando sus virtudes, con el objetivo de ganarse el favor de quienes mandan. El adulador cree que, al contar con la simpatía del poderoso, éste lo tendrá en cuenta para el reparto de dádivas o, al menos, para evitar eventuales castigos.