Definición de acetona
Se denomina acetona a un líquido que forma parte del conjunto de las cetonas: compuestos orgánicos que cuentan con un grupo funcional de tipo carbonilo vinculado a un par de átomos de carbono. Este líquido, que carece de color, suele utilizarse como disolvente y en la producción de diferentes elementos.
La acetona dispone de un aroma particular y de un sabor dulzón. Se trata de un compuesto volátil, cuya evaporación se produce con facilidad. La acetona es soluble en contacto con el agua y, por otra parte, es inflamable.
Para la fabricación industrial de acetona, es habitual que se apele a un proceso que involucra la hidrólisis y que posibilita producir, a modo de co-producto, otra sustancia llamada fenol.
Las personas que padecen diabetes y otras enfermedades suelen tener acetona en su orina. Esto se debe a que, como las células no disponen de la cantidad necesaria de insulina, el organismo no logra transformar la glucosa en energía y usa grasa con este fin. Así la acetona aparece en la sangre y luego llega a la orina.
La naturaleza, por otra parte, produce acetona en diversas plantas. Los gases de los volcanes y el humo de los incendios de los bosques y del tabaco son otras fuentes de acetona.
La acetona, por otro lado, puede usarse para producir quitaesmaltes ya que, por sus características, permite remover el esmalte con facilidad de las uñas. También por sus propiedades, este compuesto químico sirve para elaborar quitamanchas. Diversos medicamentos y plásticos son otros productos que incluyen acetona entre sus componentes.
Riesgos del contacto con la acetona
La salud de los seres humanos puede verse comprometida al exponerse a la acetona, y esto puede darse de diversas maneras, como ser las siguientes:
* a través de la respiración, ya que en el medio ambiente puede haber bajos niveles de acetona sin que lo sepamos;
* también inhalándola, pero en altos niveles, algo que puede ocurrir en fábricas o bien al usar ciertos productos químicos tales como pintura, esmalte de uñas y artículos para la higiene del hogar;
* ingerir alimentos, beber líquidos o tocar directamente cualquier producto que contenga acetona;
* en el caso de los niños, muchas veces se llevan tierra o arena a la boca mientras juegan en parques públicos, y esto puede derivar en que consuman acetona de forma involuntaria, especialmente si se encuentran en las proximidades de un vertedero de desechos tóxicos;
* por medio del humo del tabaco, ya sea directa o indirectamente.
Teniendo en cuenta las situaciones en las cuales podemos entrar en contacto con la acetona, veamos de qué modo afecta nuestra salud este compuesto. Tras la exposición a la acetona, ésta llega a la sangre, el medio que la transporta a todos nuestros órganos. Si respiramos niveles de moderados a altos, incluso por poco tiempo, es posible que aparezcan algunos de los siguiente síntomas:
* daño en el aparato respiratorio y los ojos;
* mareos, dificultad para pensar con claridad y dolores de cabeza;
* aumento del ritmo cardíaco;
* vómitos o náuseas;
* pérdida del conocimiento con riesgo de coma;
* las mujeres pueden sufrir la alteración de su ciclo menstrual, más precisamente que se acorte la duración del mismo. Además, si la exposición es muy prolongada y los niveles, muy altos, aumentan las probabilidades de defectos de nacimiento en sus futuros hijos.
Del mismo modo, tras la ingestión de acetona por vía oral pueden darse síntomas similares, incluyendo lesiones en la piel de la boca. Es importante señalar que existen ciertos signos de la presencia de acetona en el aire, que pueden ayudarnos a alejarnos de un sitio con niveles excesivos: el ardor ocular y la irritación de las fosas nasales son dos claros ejemplos.