Definición de absceso
Absceso es un concepto que procede del vocablo latino abscessus. A su vez tendríamos que dejar patente que esta palabra emana, etimológicamente hablando, del verbo “abscedere” que se encuentra conformado por dos partes: el prefijo “abs-“, que puede traducirse como un indicador de separación, y el vocablo “cedere”, que es equivalente a “ir”.
Se trata de un término utilizado en la medicina para nombrar a la acumulación de pus que se produce en los tejidos orgánicos, ya sean externos o internos.
El absceso, por lo tanto, es una infección que se caracteriza por la inflamación e hinchazón. Se produce cuando un área de tejido se infecta y el organismo aísla dicha infección para evitar que se expanda. Los glóbulos blancos se dirigen hacia el tejido dañado, acumulándose allí junto a bacterias, líquidos y otros materiales.
Los abscesos pueden aparecen en casi cualquier parte del cuerpo y ser originados por parásitos o materiales extraños en general. Si el absceso se encuentra supurado, los especialistas hablan de apostema.
Algunos abscesos pueden visualizarse con facilidad, ya que se detecta una inflamación en la piel, la cual se torna de color rojizo en la zona. Otros abscesos, en cambio, no pueden advertirse a simple vista, pero generan dolor e incluso pueden dañar órganos vitales.
Entre los principales tipos de abscesos existentes, estos son los más comunes o significativos al respecto:
• Absceso dental. Una infección de tipo bacteriana, como puede ser una caries, es la que provoca la aparición de aquel, que viene a ser la acumulación de pus en el centro de un diente. Un fuerte dolor de muelas es otra de las consecuencias de esta problemática que se puede resolver mediante la ingesta de los correspondientes medicamentos así como procediendo incluso a la extracción de la pieza dental. Es importante saber que otros síntomas que indican este absceso son la fiebre, el dolor al masticar, el mal aliento o un constante sabor amargo en la boca.
• Absceso cerebral. Problemas de tipo cardíaco o incluso enfermedades crónicas son algunos de los factores que llevan a que muchas personas tengan más probabilidades de padecer un problema de este tipo, generado igualmente por una infección. Cambios en el estado mental, disminución de las capacidades comunicativas o de coordinación o modificaciones en la visión son algunas de las señales que indican que se tiene ese absceso, que en los casos más graves requiere intervención quirúrgica.
• Absceso perianal. Como su propio nombre indica, la acumulación de pus en este caso se produce en la zona del ano y puede ser debida a diversas causas como, por ejemplo, traumatismos o enfermedades graves.
La higiene suele ser la mejor manera de prevenir los abscesos cutáneos y dentales. Hay otros abscesos, en cambio, cuyo origen no es tan claro y requieren de un análisis médico para determinar los pasos a seguir.
Un médico puede tomar una muestra de líquido del absceso y así conocer qué organismos lo causaron. El tratamiento puede incluir desde la toma de antibióticos hasta una cirugía.
El absceso pulmonar, por ejemplo, supone una cavidad de más de dos centímetros rellena de pus que se encuentra en la zona de los pulmones. El médico puede recetar antibióticos, ordenar una broncoscopía o drenar el absceso.
El absceso hepático, por su parte, es una formación de pus dentro del hígado o asociada a este órgano. Puede producirse por una apendicitis, una endocarditis bacteriana u otra causa.