Vulgar
Te explicamos qué es algo vulgar y sus dos sentidos principales. Además, qué es el lenguaje vulgar y qué son los vulgarismos.
¿Qué es algo vulgar?
Con el adjetivo vulgar nos referimos, en un sentido estricto, a todo aquello que le pertenece o que tiene que ver con el vulgo, es decir, con la chusma o con la muchedumbre, siendo estas tres palabras distintas formas despectivas empleadas tradicionalmente para las clases más bajas de la sociedad. Es decir, que en un sentido estricto, lo vulgar es aquello que se asocia a la plebe o al pueblo, en un sentido peyorativo.
De hecho, este término proviene de las voces del latín vulgus (“gente común”) y vulgare (“difundir”, “propagar entre la gente”). Históricamente está asociado a la falta de cultura o de educación, es decir, al desprecio por las clases iletradas y populares, tal y como lo refleja la alocución latina Odi profanum vulgus, et aceo (“odio al vulgo ignorante y me alejo de él”), atribuida al poeta lírico y satírico romano Horacio (65-8 a. C.).
Lo vulgar, entonces, hoy en día es sinónimo lo ordinario, pero en dos sentidos posibles del término:
- Por un lado, lo vulgar entendido como lo grosero, soez, ofensivo y falto de decoro.
- Por otro lado, lo vulgar entendido como lo popular, cotidiano, coloquial.
Así, por ejemplo, cuando decimos que un chiste es vulgar, estamos diciendo que es posiblemente ofensivo, atrevido o subido de tono. Pero cuando decimos que alguien es un vulgar ladrón, queremos decir que no sólo es un ladrón, sino que es uno de poca monta, poco refinado.
Pero cuando decimos que algo pertenece al conocimiento vulgar, en cambio, estamos diciendo que forma parte de los saberes ordinarios, no académicos, que no requieren formación y cualquiera maneja con soltura.
Ver también: Conocimiento popular
Lenguaje vulgar
Se llama lenguaje vulgar, lenguaje soez, lenguaje procaz o lenguaje grosero al conjunto de palabras, giros y frases que, dentro de una comunidad lingüística (o sea, una comunidad que habla un mismo idioma) se consideran vulgares, soeces, groseros, de mal gusto e impropios de gente educada, refinada o culta. Las groserías, dicho fácilmente, son parte del lenguaje vulgar.
El lenguaje vulgar es empleado coloquialmente y existe en todas las lenguas humanas. Sirve para imprimir a lo dicho un timbre afectivo o emocional más intenso, para liberar tensiones de parte del hablante, o simplemente para ofender a otros y buscar pelea.
Usualmente se acompañan con gestos soeces o cierto lenguaje icónico, y suelen abordar temas considerados tabú o tenidos por sagrados tradicionalmente, como el sexo, la paternidad o maternidad, ciertas partes del cuerpo o la blasfemia. A veces simplemente intentan ridiculizar y caricaturizar al otro.
Sin embargo, no debemos confundir el lenguaje vulgar, con las lenguas vulgares o lenguas vernáculas. Este último término se emplea en los contextos académicos para referirse a las lenguas habladas hoy en día, en contraposición con las lenguas clásicas de la antigüedad, y a veces para referirse a los dialectos o lenguas locales hablados en determinadas geografías.
Dicho de otro modo, las lenguas vulgares o vernáculas se corresponden con las lenguas modernas (como el español, el inglés, el ruso, el mandarín, etc.), mientras que las lenguas clásicas o muertas son las que ya nadie habla, sino que forman parte de la historia (como el latín, el griego antiguo, el sánscrito, etc.).
Vulgarismos o vulgaridades
En ciertos contextos, se emplean los términos vulgarismo y vulgaridad como sinónimos, esto es, como una forma de nombrar a las malas palabras que componen el lenguaje soez. Pero en otros contextos, se suele distinguir entre el uso de ambas palabras:
- Vulgaridad: Incluye las las groserías, es decir, el lenguaje soez.
- Vulgarismos: Desde un punto de vista lingüístico, son unidades morfológicas, es decir, usos y giros de una lengua, que no se rigen por la norma culta del idioma, esto es, que no son académicamente correctas. Los vulgarismos suelen derivarse del uso que al idioma se le daba por parte del vulgo, o de ciertos estratos sociales, y que por razones históricas han sobrevivido, a pesar de estar, digámoslo así, “mal dichas”.
Por ejemplo, conjugaciones verbales como haiga (en lugar de haya), delen (en lugar de denle), semos (en lugar de somos), satisfació (en lugar de satisfizo), son casos de vulgarismo en los que se transgrede la norma culta del idioma, pero que son empleados en el habla cotidiana de muchas personas, especialmente de aquellas con bajo nivel educativo.
Sigue con: Sutil
Referencias
- “Vulgar” en el Diccionario de la lengua de la Real Academia Española.
- “Vulgo” en Wikipedia.
- “Lengua vulgar” en Wikipedia.
- “Lenguaje soez” en Wikipedia.
- “Los vulgarismos” en Materiales de lengua y literatura.