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Evolución biológica

Te explicamos qué es la evolución biológica, su relación con la selección natural y cuáles son las evidencias de la Teoría de la Evolución.

¿Qué es la evolución biológica?

Cuando hablamos de la evolución biológica o simplemente de la evolución, nos referimos a la serie de cambios corporales (fenotipo), expresados en la información genética (genotipo) y por lo tanto transmisible a la descendencia, que una población de seres vivos sufre a lo largo de varias generaciones.

Dicho de otro modo, la evolución es el proceso de cambio y adaptación al entorno de los seres vivos. Permite introducir en una especie una serie de cambios corporales o fisiológicos significativos, y que a la larga son capaces también de dar origen una especie totalmente nueva.

Para entender mejor esto, remontémonos al origen de la vida en la Tierra, hace miles de millones de años. Aunque no se parecían a nosotros, las primeras formas de vida microscópica competían entre sí por el acceso al alimento y a la energía. Las que eran más exitosas en esa competencia (es decir, más aptas para el entorno) se reproducían más que otras.

Esta supervivencia y transmisión de la genética más adaptada al entorno se denomina selección natural. Sumado a las mutaciones espontáneas que se producen durante los procesos genéticos de la reproducción, algunos de estos seres fueron diferenciándose cada vez más del resto, formando así nuevas especies.

Las especies más aptas se reproducían más y conquistaban nuevos nichos alimenticios, mientras que las menos aptas se extinguían o eran forzadas a su vez a cambiar para sobrevivir.

Este proceso se extendió a lo largo de miles de millones de años en nuestro planeta, dando origen así a lo que hoy en día conocemos como especies: grupos de seres vivos genéticamente emparentados y capaces de reproducirse entre sí.

Diferentes especies poseen evidencia genética que los vincula con antepasados comunes, como ocurre entre los seres humanos y nuestros primos, los chimpancés. Se estima que nuestro ancestro común con ellos, es decir, la especie que se diversificó y dio inicio tanto a la de ellos como a la nuestra, hace unos 13 millones de años.

Lo que es más sorprendente es que el último antepasado común de toda la vida existente en nuestro planeta vivió hace 3.800 millones de años. A este organismo unicelular se lo conoce como LUCA (Last Common Universal Ancestor, o sea, Último Antepasado Común Universal).

Como se verá, la evolución no es otra cosa que el efecto de la lucha entre las especies por sobrevivir y adaptarse mejor al entorno, dando origen a nuevas especies a medida que sus diferencias físicas y genéticas se hacen más y más pronunciadas.

Ver también: Teoría cromosómica de la herencia

Origen de la Teoría de la evolución

A pesar de que se la llame teoría, la evolución es un hecho científico comprobado, de la cual hay abundante evidencia en el mundo natural, especialmente en el registro fósil.

La idea de la evolución surgió en el siglo XIX, fruto de diversos aportes en numerosas ciencias. Sin embargo, quien enunció la Teoría de la Evolución fue Charles Darwin (1809-1882), naturalista británico, por cuyo apellido esta teoría es también conocida como el Darwinismo.

Darwin, en medio de sus viajes por el globo, notó que muchas especies de animales de lugares lejanos eran semejantes entre sí, excepto por significativas diferencias físicas. También observó que usualmente dichas diferencias estaban vinculadas con algún tipo de accidente o separación geográfica.

Por ejemplo, la fauna de las Islas Galápagos, en Ecuador, era similar a la de la costa. Darwin comprendió que al estar separada de ésta por varios kilómetros de océano, había tomado un rumbo histórico (evolutivo) diferente. Sin embargo, la Teoría actual de la evolución no es exactamente igual a la que Darwin publicó en su libro El origen de las especies en 1859.

Actualmente se sostiene una síntesis de los principios darwinianos de la selección natural, junto a los de Alfred Russel Wallace (quien propuso de manera independiente la Teoría de la evolución en 1858), las Leyes de Gregor Mendel sobre la herencia, y algunos otros adelantos científicos semejantes. Por eso se la conoce como la Síntesis evolutiva moderna.

Evidencia de la evolución biológica

Las evidencias de la evolución son diversas y se hallan en distintos campos del saber científico. Por ejemplo, la paleontología ha encontrado numerosa evidencia fósil de animales extintos, pero semejantes en algún grado a las especies que hoy en día conocemos.

Por otro lado, por el estudio comparativo de los órganos de los diferentes animales conocidos e incluso del ser humano, se han descubierto similitudes anatómicas que apuntan a un ancestro biológico común para distintas especies, e incluso vestigios de antiguas formas de la especie, como restos de huesos de patas delanteras en el esqueleto de las serpientes.

De manera similar, la embriología ha descubierto patrones semejantes de desarrollo en las etapas iniciales de la vida de distintos animales, incluido el ser humano, que parecen confirmar la presencia de antepasados comunes.

Por ejemplo, en algunas etapas de la formación de aves y vertebrados, el embrión demuestra presencia de branquias, lo cual los emparenta con los peces. Algo semejante ocurre con la bioquímica celular, que posee procesos casi idénticos en distintos organismos, o con los recientes avances en la lectura del ADN humano, 99% del cual es idéntico al de los chimpancés.

Sigue con: Evolución del hombre

Referencias