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Diferencias entre oficio y profesión

Te explicamos cuáles son las diferencias entre oficio y profesión, los tipos de conocimientos que requieren y ejemplos de cada uno.

¿Qué diferencias hay entre un oficio y una profesión?

Muy a menudo los términos oficio y profesión se emplean de manera indistinta, como si fueran sinónimos. A efectos prácticos pueden llegar a serlo, pero en realidad responden a ideas muy distintas entre sí. Para entender esta diferencia, debemos comprender primero el origen de cada una de estas palabras.

De ambas, oficio es la más antigua, y proviene del latín officcium, resultado de la unión de dos voces distintas: opus (“obra”) y facere, (“hacer”), es decir, las cosas que uno hace, las obras que uno puede cumplir. Dicho término se empleaba para distinguir entre las cosas que una persona sabía, literalmente, hacer: hacer zapatos (zapatero), hacer muebles con madera (carpintero), curar enfermos (sanador), ir a la guerra (soldado), etcétera.

En la sociedad antigua, estas labores eran aprendidas desde pequeño y de manera directa, compartiendo con algún familiar que las conocía o haciendo las veces de aprendiz de quien las dominaba. Es decir que los oficios eran transmitidos de generación en generación a través de la pura práctica. Este término estaba muy emparentado con el de opifex, “artesano”.

En cambio, la palabra profesión proviene del latín professio, traducible como “carrera” u “ocupación”. Comenzó a utilizarse en el Medioevo, tras el surgimiento de las primeras universidades, en las que se impartía un conocimiento especializado.

En un mundo mayoritariamente analfabeto, quienes sabían leer y escribir eran parte de una élite del conocimiento, y tenían acceso a saberes y reflexiones que el vulgo desconocía, y que requerían del cultivo en un ambiente especializado. Así, a quienes poseen un nivel de instrucción especializado en un área se les conoce como profesionales.

De allí proviene la diferencia fundamental entre un oficio y una profesión: los primeros se pueden aprender mediante la práctica, mientras que los segundos requieren de un aprendizaje especializado. Esto significa que los primeros están al alcance de cualquiera (lo cual no significa que todo el mundo lo haga igual de bien), mientras que los segundos son propios de quienes tuvieron acceso a una formación especializada.

Desde luego, las líneas que separan ambas categorías no siempre son claras y evidentes, y existen casos que tienden a permanecer en una línea intermedia, o que son difíciles de clasificar, como es el de algunos artistas y artesanos. Pero en general, estas diferencias pueden resumirse de la siguiente manera:

Oficios Profesiones
Son labores que se aprenden de manera directa, mediante la práctica, y que por ende están al alcance de cualquiera, aunque no con el mismo nivel de experticia. Son saberes que se aprenden mediante una educación especializada y que no están al alcance de cualquiera.
Suele referirse a labores manuales o artesanales, en las que se crea algo o se repara algo con las manos y con la ayuda de herramientas. Se suele reservar el término para un bagaje de saberes y pensamientos complejos, de distinta índole, generalmente de nivel técnico y/o universitario.
No requiere de conocimientos previos especializados, sino de fuerza, habilidad o talento. Su formación es informal, no requiere de titulaciones. Requiere de un bagaje educativo previo, tanto básico como propio de la profesión en sí misma. Su formación es formal, y ello se certifica mediante un título o diploma.
Capitalizan el tiempo, el esfuerzo y los materiales empleados. Capitalizan el conocimiento especializado que se ha adquirido, y no sólo el esfuerzo.

Estas diferencias se evidencia, por último, si pensamos que el oficio y la profesión de alguien pueden no coincidir en absoluto: una persona puede formarse como arquitecto y acabar en un giro del destino siendo chofer de taxis, por poner un ejemplo, pero no por ello perderá el conocimiento especializado que ya adquirió.

Ver también: Profesionalismo

Ejemplos de oficio y profesión

Una persona en cuya casa hay un problema de plomería, es capaz de lidiar hasta cierto punto con ello mediante sus propias herramientas y los conocimientos básicos que obtuvo al ver cómo su padre hacía labores similares.

Puede que su trabajo sea crudo, torpe o pobre, pero es capaz de lidiar en cierta medida con el oficio. Desde luego, si llama a un plomero, o sea, a alguien que maneja el oficio como es debido, el trabajo quedará mucho mejor. Pero preguntando en la ferretería, puede que logre solucionarlo por sí mismo.

En cambio, si la emergencia no fuese de plomería sino médica, digamos, un dolor muy fuerte en el pecho, la misma persona no tendría otro remedio que contactar a un profesional de la medicina, esto es, a alguien que maneja el conocimiento especializado y la formación extensiva suficientes para reconocer en sus síntomas alguna dolencia específica y deducir una solución probable.

De hecho, si lo han de operar, el médico cirujano sabrá cómo hacerlo porque habrá estudiado las diversas ramas médicas, y eso es algo que no se puede aprender simplemente practicando.

Conforme a esta lógica, son ejemplos de oficios: artesano, zapatero, joyero, relojero, peluquero, plomero, mecánico, barrendero, personal de limpieza, jardinero, obrero, cazador, pescador, cantinero, chofer, vigilante, portero, tejedor, etc.

En cambio, son ejemplos de profesiones: médico, químico, biólogo, profesor, arquitecto, ingeniero, crítico de arte, veterinario, astrónomo, diseñador gráfico, diseñador de modas, odontólogo, físico nuclear, agrónomo, psicólogo, geógrafo, sociólogo, etc.

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Referencias