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Deriva continental

Te explicamos qué es la deriva continental, quién ideó la teoría y qué evidencias existen hoy. Además, qué es la tectónica de placas.

¿Qué es la deriva continental?

La deriva continental es el paulatino pero constante desplazamiento de las distintas masas continentales del planeta Tierra respecto a las otras, alejándose o aproximándose en un ciclo de millones de años.

Se debe a la naturaleza viscosa y semisólida de la capa terrestre subyacente a la litósfera superficial. Sobre ella flotan las distintas placas tectónicas, empujándose y desplazándose de manera recíproca, como alfombras sobre un piso encerado.

La ubicación actual de los continentes es distinto de la que sugieren las evidencias geológicas del registro fósil. Como explicación a esta diferencia, la teoría de la deriva continental fue propuesta en 1912 por el geofísico alemán Alfred Wegener (1880-1930).

En su momento la teoría fue recibida con escepticismo por parte de la comunidad geológica del momento. Sin embargo, en la década de 1960, con la comprensión de las placas tectónicas, se pudo explicar de manera más adecuada el movimiento continental.

Por otro lado, la idea de que la forma de los continentes encaja como piezas de un rompecabezas no es nueva. En el siglo XIX el naturalista alemán Alexander von Humboldt ya había teorizado al respecto.

Unos 50 años después, el científico francés Antonio Snider-Pellegrini llegó a la conclusión de que la presencia de la misma evidencia fósil en las costas de continentes tan lejanos como África y América tenía una sola explicación: que alguna vez habían estado comunicadas, ya sea físicamente o a través de puentes de tierra que ahora se hallaban sumergidos.

La primera explicación completa de este fenómeno vino con Wegener, así como el nombre del supercontinente que formaban juntos todos los actuales: Pangea (del griego pan, “todo”, y gea, “tierra”).

Ver también: Capas de la Tierra

Evidencias de la deriva continental

Existen numerosas pruebas de la deriva continental, tales como:

  • La coincidencia de las formas de los distintos continentes, observable en un mapamundi, y que es aún mayor si se observan los límites de las plataformas continentales.
  • Hay evidencia geológica de la cercanía de los continentes, ya que muchas formaciones rocosas o montañosas poseen la misma edad y el mismo tipo de piedras (evidencia del mismo tipo de procesos metamórficos) en continentes hoy en día alejados y diferentes.
  • La presencia de fósiles de plantas y animales en las costas de continentes hoy separados, se explica perfectamente si los continentes antes tenían más cercanía.
  • Los análisis paleoclimáticos que emplean rocas del subsuelo para determinar el clima antiguo de algunas regiones de la superficie terrestre, carecen de sentido en una distribución continental como la actual. En cambio, en un continente unificado son perfectamente posibles.

Etapas de la deriva continental

Pangea no fue el primer supercontinente. Antes hubo otros, que se separaron en pedazos a partir de los cuales se formaron otros supercontinentes, y así sucesivamente hasta hoy. Dicho proceso puede resumirse a grandes rasgos en las siguientes etapas:

  • Hace unos 1100 millones de años. Se formó el supercontinente de Rodinia, el primer gran bloque de tierra del que provienen todos los continentes. No se descarta la posibilidad de que hubiera algunos continentes previos, pero no hay evidencia suficiente para confirmarlo.
  • Hace unos 750 millones de años. Rodinia comenzó a fragmentarse y de sus restos surgió un nuevo supercontinente.
  • Hace unos 600 millones de años. Se concretó dicho segundo supercontinente, llamado Pannotia, que tuvo una vida relativamente breve, de 60 millones de años.
  • Hace unos 540 millones de años. Pannotia se fragmentó en dos supercontinentes más chicos: Gondwana, al sur, compuesta por lo que hoy es África, Suramérica, India, Oceanía, Madagascar y la Antártida; y Proto-Laurasia, al norte, compuesta por Asia, Europa y Norteamérica. Entre ambos se formó un océano nuevo: proto-Tetis.
  • Hace unos 500 millones de años. Proto-Laurasia se dividió en tres nuevos continentes: Laurentia, Siberia y Báltica, permitiendo la creación de dos océanos nuevos: Iapetus y Khanty.
  • Hace unos 485 millones de años. En el período Ordovícico, un microcontinente se separó de Gondwana: Avalonia, correspondiente a las actuales Estados Unidos, Nueva Escocia e Inglaterra, y comenzó su viaje hacia el norte, hasta unirse a Laurentia. Así, Báltica, Laurentia y Avalonia chocaron para formar Euramérica.
  • Hace unos 440 millones de años. Gondwana inició un lento desplazamiento desde el sur que la llevó a chocar con Eurasia, perdiendo en el camino los microcontinentes de China del Norte y China del Sur, que tomaron su propio rumbo. Así como ellos, otros fragmentos se desprendieron y se fueron juntando en nuevas ubicaciones, a medida que los océanos se cerraban y los continentes se aproximaban nuevamente.
  • Hace unos 300 millones de años. Durante el período Pérmico, existían ya sólo dos grandes continentes: Siberia y Pangea, próximos entre sí, y rodeados por un único océano: Panthalassa.
  • Hace unos 251 millones de años. En el período Triásico, se produjo una gran recesión marina y el aumento de las tierras emergidas, junto con la deriva continental, unificó a los continentes en Pangea, un gigantesco supercontinente en forma de C, con el mar de Tetis en su interior.

Deriva continental y tectónica de placas

Hoy en día, la teoría de Wegener constituye un antecesor de lo que entendemos como tectónica de placas, concepto en el que está, además, incluida. Esta última fue formulada en 1960 por los estudios de Robert Dietz, Bruce C. Heezen, Marie Tharp, Harry Hess, Maurice Ewing, Tuzo Wilson y otros.

La tectónica de placas explica el movimiento de los continentes en la convección del manto del planeta Tierra, cuyos movimientos reconfiguran constantemente la capa superior y rígida, la litósfera.

De esta manera, tanto la deriva continental como la expansión del fondo oceánico son fruto de un proceso largo, de miles de millones de años, que moviliza y confronta las placas fijas de la corteza terrestre (placas tectónicas), las cuales pueden en consecuencia presentar deformaciones, dando pie al nacimiento del relieve.

Referencias