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Arrogancia

Te explicamos qué es la arrogancia, su relación con la soberbia, el egoísmo y las actitudes que provoca. Además, ejemplos cotidianos.

¿Qué es la arrogancia?

La arrogancia es la actitud de quien se considera mejor de lo que realmente es, o que considera a los demás por debajo de sí. La arrogancia es un concepto muy próximo al narcisismo, a la soberbia y al egocentrismo, sin llegar a significar exactamente lo mismo. Tradicionalmente se considera a la arrogancia como sinónimo de vanidad, y como lo opuesto de humildad.

Dentro de tradición de valores religiosos heredada del cristianismo, la vanidad (o sea, el auto-enamoramiento) es uno de los pecados capitales, ya que empuja al ser humano a pensar que no necesita a Dios, y que se basta consigo mismo. Por ello, en Occidente la arrogancia es tenida por un defecto de la personalidad.

Por otro lado, en algunos casos la psicología entiende la arrogancia como un mecanismo de compensación del ego, debido a una autopercepción inflada o indebidamente aumentada. Es decir, la persona arrogante constantemente intenta demostrarse a sí misma que está a la altura de sus desmedidas expectativas, pudiendo en el proceso despreciar o incluso lastimar a los demás.

Se consideran actitudes propias de la arrogancia la altanería, el engreimiento, la petulancia y la jactanciosidad. Una persona arrogante, por ende, es aquella que no está dispuesta a considerar las opiniones de los demás, por creerse experto en todos los temas, y que sin conocerlos tiende a mirarlos por encima del hombro.

Ver además: Antivalores

Ejemplos de arrogancia

De una persona arrogante pueden esperarse actitudes como las siguientes, que sirven de ejemplo:

  • Tratar con menosprecio a quienes no estén presentes. Las personas arrogantes toleran mal el éxito ajeno, dado que lo interpretan como una afronta, como que han “perdido una batalla” o han perdido algo de valor propio. En el fondo, se trata de inseguridad. Y suelen expresarla cuando los demás no están presentes para defenderse.
  • Alardear de lo propio y no escuchar a los demás. Es una actitud típicamente arrogante la de pensar que lo propio es único e irrepetible, y que por lo tanto no le ha ocurrido a nadie más, nadie lo entiende o nadie puede realmente opinar en ello, lo cual ubica a menudo a los arrogantes en una posición de sufrida superioridad: “Es más complicado que eso, pero no importa, yo sé que no es fácil de entender”.
  • Se muestran condescendientes o paternalistas. Cuando una persona arrogante se ve obligada a reconocerle algo a otro, usualmente lo hará de forma tal que en el elogio mismo vaya un reconocimiento tácito o explícito de la inferioridad del otro. Esto convierte, por ejemplo, una felicitación en una declaración de minusvalía: “Me alegra que hayas logrado hacerlo, esas cosas siempre son difíciles cuando uno está comenzando”.

Arrogancia y soberbia

Aunque la arrogancia y la soberbia suelen ir juntas, no son términos necesariamente sinónimos. Como ya vimos, arrogantes son quienes se piensan mejores que los demás, y que tienden a sobrevalorar lo propio. Por otro lado, soberbio es quien no da nunca su brazo a torcer, o sea, la soberbia es una forma desmedida del orgullo.

Visto así, tienen que ver con pecados capitales distintos, según la tradición cristiana: el enamoramiento propio y la sensación de superioridad, si bien la línea que los separa tiende a ser delgada.

Una persona soberbia es aquella que jamás se “rebajaría” a pedir perdón, o a pedir ayuda, o a cualquier actitud que considere como indigna o por debajo de su nivel. En cambio, una persona arrogante bien puede tragarse su orgullo y hacerlo, aunque lo más común es que los arrogantes sean soberbios, y viceversa.

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Referencias