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Ambigüedad

Te explicamos qué es la ambigüedad, por qué razones puede producirse en el lenguaje y en qué casos puede ser un rasgo deseable o no.

¿Qué es la ambigüedad?

Cuando se habla de ambigüedad o se dice que algo es ambiguo, se quiere decir que su significado correcto, su intención original o bien su propósito no quedan claros, pudiendo corresponderse con una o varias posibilidades a la vez. Con ello podemos referirnos a un sinfín de referentes, ya sea el sentido de un escrito, la intención detrás de un comentario, el comportamiento de una persona o cualquier otra forma de información.

Las palabras ambigüedad y ambiguo provienen del latín ambiguus, conformado por el prefijo amb- (“por los dos lados”) y el verbo agere (“llevar a cabo”, “actuar”). Así, desde sus orígenes, estas palabras se refieren a aquello que posee dos sentidos posibles, o sea, que figuradamente actúa en dos frentes o avanza en dos direcciones posibles.

De allí que la ambigüedad sea un rasgo indeseable a la hora de comunicarse de manera eficaz, dado que permite la mala interpretación del mensaje por parte del receptor, quien podría confundirlo con otro mensaje posible. Una instrucción ambigua, por ejemplo, será difícilmente llevada a cabo, dado que quien la recibe deberá o bien solicitar una clarificación, o correr el riesgo de ejecutarla sin saber realmente qué cosa se espera de él.

En el plano lingüístico, la ambigüedad puede darse por diversos motivos, como son:

Ambigüedad sintáctica, cuando el orden de las palabras es poco claro respecto a lo que se refiere. Por ejemplo: la oración “el pavo está listo para comer” puede referirse a que el pavo está cocinado y listo para ser comido, o que hay un pavo vivo que está preparado para que se lo alimente. Esta ambigüedad puede ser eliminada por el contexto en que se enuncia la frase.

Ambigüedad semántica, cuando el significado específico de una palabra no está demasiado claro y se presta a confusión. Esto puede darse en dos casos distintos:

  • Homonimia, cuando dos palabras son iguales pero representan cosas distintas. Por ejemplo: en la oración “Miguel nos espera en un banco” nos pueden estar esperando en un banco de una plaza, o en una entidad bancaria.
  • Homofonía, cuando dos palabras suenan igual pero se escriben distinto, y pueden prestarse a confusión en el lenguaje hablado. Por ejemplo: al oír la oración “Del otro lado hay muchas vallas” podríamos confundirla con “Del otro lado hay muchas bayas”, y no saber si nos referimos a anuncios publicitarios o a árboles frutales.

En otras formas de comunicación, en cambio, la ambigüedad puede ser un rasgo deseado, ya que permite insinuar, asomar o sugerir algo, sin afirmarlo rotundamente, dejando a la capacidad del receptor el entendimiento del “verdadero” mensaje proferido.

Esto ocurre en situaciones como la seducción, en la que se busca construir un lenguaje de complicidad entre los futuros amantes, o también en el lenguaje literario, cuya ambigüedad puede ser al mismo tiempo una enorme riqueza de sentidos, como ocurre en el caso de la poesía.

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Referencias