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Alegoría

Te explicamos qué es una alegoría y su función. Además, como se usa en literatura, filosofía, pintura y diversos ejemplos.

¿Qué es una alegoría?

Los términos alegoría o alegórico suelen ser muy empleados en el mundo de las artes y del pensamiento, pero dependiendo de su contexto específico pueden designar cosas distintas.

Estos significados posibles, sin embargo, se vinculan con el sentido etimológico de la palabra, proveniente de la voz griega allegoria, compuesta por allos (“otro”) y agora (“discurso” o “asamblea”). Es decir, que en principio una alegoría consiste en explicar o expresar una idea, a través de términos que le son ajenos pero que sirven para ilustrarla.

Esta definición se sostiene a lo largo de los tres usos principales de la palabra alegoría: el literario, el filosófico y el referido al arte de la pintura, y como veremos más adelante, en cada caso se lo entiende de un modo ligeramente distinto. En todo caso, las alegorías sirven para hacer más comprensibles ciertas ideas, a través de un conjunto de metáforas que toma en préstamo elementos reales o ficcionales; es decir, haciendo uso del sentido figurado.

Ver además: Lenguaje figurado

Alegoría literaria

En lo que a literatura y retórica se refiere, una alegoría es un procedimiento estilístico que depende directamente del uso de metáforas. A través de una serie concatenada de ellas, se busca ilustrar un sentido o una idea, idealmente para transmitir sentidos difíciles de conceptualizar de otra manera.

La alegoría es común en distintos períodos literarios, con fines ilustrativos o a veces pedagógicos. El dramaturgo español Pedro Calderón de la Barca (1600-1681) la empleó con maestría en sus autos sacramentales, obras teatrales de temática religiosa, y llegó a definirla poéticamente del siguiente modo (en El verdadero dios Pan, de 1670):

La alegoría no es más
que un espejo que traslada
lo que es con lo que no es,
y está toda su elegancia
en que salga parecida
tanto la copia en la tabla,
que el que está mirando a una
piense que está viendo a entrambas.

En una obra literaria un personaje puede expresarse mediante alegorías, o bien el personaje mismo puede ser una alegoría narrativa, o sea, representa y encarna un conjunto de ideas, y su destino es una forma del autor de opinar en torno a ellas.

Por ejemplo, en la Divina Comedia del escritor italiano Dante Alighieri (1265-1321), se suelen interpretar ciertos animales como alegorías de los pecados capitales: la loba encarnaría la lujuria, mientras que el león la soberbia.

Alegoría en filosofía

Un sentido similar, aunque sin atender al aspecto lingüístico, de la alegoría, es la que se emplea en distintos textos de filosofía o teología para ilustrar las ideas complejas que se busca transmitir, especialmente cuando se trata de conceptos difíciles, abstractos o muy técnicos, que requerirían una larga explicación, y pueden en cambio resumirse en una alegoría.

Cualquiera que haya leído el Nuevo Testamento bíblico habrá notado, por ejemplo, que Jesús de Nazaret en sus explicaciones y discursos a sus seguidores, solía emplear muy a menudo la alegoría.

Así, cuando decía que “es más fácil que entre un camello entre por el ojo de una aguja, a que un rico entre al reino de los cielos”, no estaba literalmente refiriéndose a la posibilidad (o imposibilidad) de que un camello atraviese el ojo de una aguja, sino que tomaba en préstamo esa imagen para describir lo difícil que sería para los ricos entrar al paraíso.

Otro que empleó a menudo la alegoría fue el filósofo griego Platón (c. 427-447 a. C.), cuya alegoría de la caverna, por ejemplo, es muy célebre. Se trata de una de narración imaginada que encierra su teoría sobre la realidad y el conocimiento, haciéndola de ese modo más comprensible.

Alegoría en la pintura

Por último, en el caso de las artes pictóricas, se entiende por alegoría como el procedimiento de incluir una idea abstracta en una obra, bajo la forma de un objeto que la encarna dentro del cuadro. Dicho de otro modo, consiste en representar dentro de un cuadro algún concepto figuradamente, ya sea mediante un objeto en apariencia inocente, o bien mediante el cuadro entero.

Por ejemplo, el cuadro Alegoría de la fe, del pintor neerlandés Johannes Vermeer (1632-1675), muestra a una mujer durante un arrebato religioso, rodeada de elementos evidencian un sentido alegórico respecto de la fe católica: un cáliz, una biblia abierta, un crucifijo, la manzana del pecado original, entre otros. El cuadro entero, así, consiste en la forma pictórica de Vermeer de explicar la fe católica.

Otro ejemplo posible lo constituyen las pinturas del pintor flamenco El Bosco (c. 1450-1516), en especial El jardín de las delicias (c. 1500), un tríptico pintado al óleo en el que se representa el jardín del Edén, el falso paraíso de la humanidad, y por último el infierno. En la pintura abundan las representaciones de contenido simbólico y, por lo tanto, las alegorías sobre la perdición humana, el pecado y el castigo divino.

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Referencias