Medicina

Equimosis: síntomas, causas y tratamientos


La equimosis es la coloración violácea que toma la piel debido a la extravasación de sangre desde los vasos sanguíneos hacia el tejido intersticial. Se le conoce coloquialmente como “moretón”, “morado” o “negro”, haciendo referencia al color que toma la zona cuando aparece la equimosis.

Más que una enfermedad la equimosis es un signo clínico que indica que los vasos sanguíneos de pequeño calibre se han lesionado, permitiendo por tanto salida de sangre desde el espacio intravascular hacia el tejido intersticial.

Por lo general las equimosis se asocian a traumatismos, aunque también pueden presentarse de manera espontánea, particularmente en pacientes que usan anticoagulantes.

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Fisiopatología

La fisiopatología detrás de la equimosis es verdaderamente simple. Posterior a un traumatismo los vasos sanguíneos de pequeño calibre (capilares arteriales y venosos, arteriolas y vénulas) se rompen total o parcialmente en el área de la lesión, permitiendo que la sangre fluya desde el espacio intravascular hasta el espacio intersticial.

Se trata de un proceso autolimitada dado que no toma mucho tiempo antes que los mecanismos normales de hemostasia controlen la situación, sin embargo la sangre que salió de los vasos sanguíneos queda en el espacio intersticial dando lugar a la equimosis.

En la equimosis la sangre “infiltra” el tejido celular subcutáneo formando lo que podría definirse como “capas”, es decir, se alterna tejido sano con sangre extravasada de manera desorganizada.

Evolución del color de la equimosis

Una de las características más llamativas de las equimosis son los distintos cambios de coloración que toma la piel a lo largo de su evolución.

Si bien la sangre es roja, ese color es transitorio y no tarda mucho en desaparecer para dar paso al morado característico. Esto se debe a que una vez que la hemoglobina de la sangre pierde el oxígeno (lo que ocurre bastante rápido en la sangre extravasada) pasa de rojo brillante a rojo muy oscuro.

En grandes cantidades la sangre desoxigenada se ve morada a través de la piel.

Conforme pasa el tiempo y a lo largo del proceso de resolución de la equimosis el color seguirá variando. Esto se debe a que el organismo comienza a descomponer la hemoglobina de la sangre extravasada convirtiéndola en diversos pigmentos.

Así pues, a los pocos días de haberse presentado la equimosis el color pasa de morado a verde-azulado; esto se debe a que el grupo hem de la hemoglobina se transforma en un pigmento conocido como biliverdina.

Más tarde la biliverdina se transforma en bilirrubina dándole a la zona un color amarillento. Finalmente se degrada la bilirrubina a hemosiderina, la cual le da a la piel del área afectada un tono marrón claro.

Finalmente la hemosiderina es removida del tejido por los macrófagos, siendo en ese momento cuando la piel retoma su color normal.

Diferencias entre equimosis y hematoma

La equimosis suele confundirse con los hematomas dado que en ambos casos la piel toma un tono violáceo; incluso algunos hematomas pueden estar asociados a equimosis, pero se trata de dos entidades clínicas diferentes.

En los hematomas la sangre se colecta en un espacio bien definido formando una especie de “bolsa”, la cual no solo se puede diferenciar claramente del tejido circundante sino que además se puede evacuar por punción.

Además, el volumen de sangre presente en los hematomas es mucho mayor que en las equimosis dado que estos son secundarios a la lesión de vasos de mayor calibre; por esta misma razón los hematomas tienden a ubicarse en planos más profundos que la equimosis.

La razón por la que en algunos hematomas (especialmente los de gran tamaño) se asocian con equimosis es que parte de la sangre contenida en el “saco” que limita el hematoma filtra (a consecuencia de la presión) hacia el tejido circundante, infiltrándolo de manera difusa.

Por lo general las equimosis suelen presentarse en las áreas más declive, debido a que la sangre tiende ir hacia abajo debido a su propio peso, lo que implica que el área equimótica incluye el sitio del traumatismo y una extensión más allá de la misma, precisamente hacia las áreas declive.

Síntomas

La equimosis en sí misma es un síntoma, el cual por lo general se asocia a dolor e inflamación del área afectada, especialmente en los casos de traumatismos.

En algunos pacientes con equimosis espontáneas debido a terapia con anticoagulantes o enfermedades autoinmunes puede que el dolor y la inflamación estén ausentes o sean mínimos.

Según la intensidad del traumatismo puede presentarse además del dolor y la inflamación (aumento local de volumen) una elevación de la temperatura en el área afectada, aunque este no suele ser significativo ni durar demasiado tiempo.

Causas 

La principal causa de la equimosis son los traumatismos de moderada intensidad, es decir, aquellos que tienen la capacidad de lesionar los vasos de pequeño calibre de la piel y el tejido celular subcutáneo sin comprometer los vasos de mayor calibre.

Así mismo, se puede presentar equimosis en pacientes con fracturas de huesos largos, desgarros musculares e incluso ruptura de tendones y ligamentos. En estos casos la sangre fluye desde las estructuras lesionadas hacia el tejido celular subcutáneo infiltrándolo sin llegar a colectarse (dado que de otra forma generaría un hematoma).

En los pacientes sometidos a cirugía también puede presentarse equimosis postoperatorias, bien sea por la lesión de los vasos de pequeño calibre en el área de la incisión, un manejo inadecuado del tejido o por la sección de huesos tal como ocurre en la cirugía de órbita, nariz y algunos casos de cirugía dental; en este último caso la equimosis se presenta en la mucosa oral en lugar de hacerlo en la piel.

Finalmente es posible que se presenten equimosis espontáneas en pacientes con alteraciones de la coagulación, bien sea por el uso de medicamentos anticoagulantes (warfarina, heparina, etc.) o por condiciones médicas que comprometen la coagulación (púrpura, hemofilia, etc).

En estos casos, por lo general el paciente no refiere traumatismo alguno y aun así se presenta la equimosis, lo cual se debe a que la energía necesaria para lesionar los vasos es mucho menor; por tanto la tos, un estornudo o simplemente una prenda apretada son suficientes para lesionar los vasos y hacer que se presente la equimosis de manera “espontánea”.

Tratamiento 

Por lo general no es necesario un tratamiento específico para la equimosis, en la mayoría de los casos la aplicación de frío local (bolsa de hielo, compresas frías) es suficiente para aliviar los síntomas, asociándose en los casos más severos analgésicos suaves como el acetaminofén.

Algunos profesionales médicos aconsejan el uso de pomadas heparinoides para acelerar la resolución de la equimosis, sin embargo no existen estudios científicos que demuestren que tal estrategia terapéutica sea efectiva.

Lo que si es importante es corregir la causa en los casos de equimosis espontáneas siempre que sea posible.

En los casos de anticoagulación, esto implica corregir las dosis de anticoagulantes de manera que el paciente esté en rango de anticoagulación pero sin riesgo de hemorragia, mientras que en las enfermedades que cursan con defectos de la coagulación se deben instaurar las medidas terapéuticas adecuadas para prevenir complicaciones hemorrágicas.

Referencias 

  1. Garvey, B. (1984). Easy bruising in women. Canadian Family Physician30, 1841.
  2. Vachharajani, A., & Paes, B. (2001). Spontaneous rupture of the liver presenting as scrotal bruising. American journal of perinatology18(03), 147-150.
  3. Thomson, J. A. (1977). Bruising in thyrotoxicosis. British medical journal2(6093), 1027.
  4. Braun, E. H., & Stollar, D. B. (1960). Spontaneous haemophilia in a female. Thrombosis and Haemostasis4(01), 369-375.
  5. Qiu-nian, S. (1988). Pathologic Analysis of Widespread Bruises of Soft TissueL. Jo