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Las 50 mejores frases de Enrique Bunbury


Enrique Bunbury (1967) es un conocido compositor y cantante español de rock, exvocalista y exlíder de la banda Héroes del silencio.

Su actividad musical comenzó en los años 80, y formó parte de diversos grupos como Zumo de vidrio, Apocalipsis, Proceso Entrópico y Rebel Waltz. Como solista, si bien sigue su esencia rockera, ha experimentado con algunos ritmos distintos, como el flamenco, la música electrónica, la árabe, el tango, la ranchera o el blues.

Hemos hecho una selección de las mejores frases de Enrique Bunbury, autor de canciones como “Sácame de aquí”, “Sí”, “Infinito”, “Los habitantes”, “Lady Blue”, “Ódiame” y muchas más.

Las mejores frases de Enrique Bunbury

-Y no es por eso que haya dejado de quererte un solo día. Estoy contigo aunque estés lejos de mi vida. Por tu felicidad a costa de la mía. –Aunque no sea conmigo.

-El exilio es mejor que nuestra prisión de mediocridad y vulgaridad, de envidias e ingratos, juegos de villanos. –Cuna de Caín.

-No es cuestión de credibilidad, ni tampoco de autenticidad, es el resultado final el que aún me parece insuficiente. –La actitud correcta.

-Todo este abanico de pantomimas, todas las risas, todas las rimas. No conseguirán engañarnos a todos, aunque a veces parecemos tontos. –Parecemos tontos.

-De vuelta de la ciudad de las bajas pasiones, que sirvan tequila, limones y un puñado de sal. –Ciudad de bajas pasiones.

-No me llames cariño, no necesito caridad. Ya no somos unos críos, ya está todo dicho, que cada uno siga su camino, cada uno en su lugar. –No me llames cariño.

-No te detengas a mirar las ramas muertas del rosal, que se marchitan sin dar flor. Mira el paisaje del amor, que es la razón para soñar y amar. –Vete de mí.

-Ahora, que han pasado los años, intensamente vividos, exprimidos, sigo en forma, no estoy cansado, y tengo decidido retrasar el final. –Ahora.

-Nos queda el presente que ya es suficiente y no nos debe faltar, nos queda la suerte que si se balancea un poco, nos puede tocar. –Los restos del naufragio.

-Y déjame seguir, atrapado en este bote salvavidas, navegando a la deriva y sin timón. Salvavidas.

-Lady, lady blue, sin control, sin dirección. La luz se fue, ¿a dónde voy? –Lady blue.

-Caminaremos hasta la muerte, y aunque el mundo se oponga, nos tendremos que amar.  –La tumba será el final.

-Si te abrazo no tengas miedo. Nada lo sé de cierto, todo lo sé de supongo. El mundo se encarga de asesinar tus sueños. –Supongo.

-Hoy te sientes distinto, porque eres distinto. Lo que fue siempre lo mismo y cambió, permanecía oculto en ti, y ahora está tan claro. Es un día soleado y no hay confusión. –Despierta.

-Si me perdonas y me das otra oportunidad, amor, prometo escribirte una canción diciendo que ahora acepto la derrota, pero solo si me perdonas. –Solo si me perdonas.

-Enganchado a ti, no lo voy a negar. Si te digo me he quitado, no es verdad. Las evidencias no se pueden ocultar. –Enganchado a ti.

-Mis deseos no serán sino nidos abandonados, y son insuficientes las explicaciones que nos han dado. –El hombre delgado que no flaqueará jamás.

-Carmen Jones, no te puedo fallar, no dudes de mí jamás. Solo me tengo que reconciliar con los errores que volveré a cometer. Son estos celos, del cielo hasta el suelo. –Carmen Jones.

-No se fíe de una dama, que le rechaza una grapa, será soberbia y chulapa, fresa, arpía y beata. Una persona non-grata, a la que falta un hervor. –No se fíe.

-Más vale suerte que talento, y me basta este momento como una revelación. –Es hora de hablar.

-Tú serás mi amor inolvidable, entre los dos jamás vendrá el olvido, y aunque existan abismos insalvables, tú serás mi sueño prohibido. –Mi sueño prohibido.

-Y al final… te ataré con todas mis fuerzas, mis brazos serán cuerdas al bailar este vals. Y al final… quiero verte de nuevo contenta, sigue dando vueltas si aguantas de pie. –Y al final…

-Una canción triste para los momentos bajos, para sentirte acompañado cuando te sientes vencido. Una canción triste para cuando estás solo, cuando no sabes el modo de salir adelante. –Una canción triste.

-Nunca pensaste que los sueños, demandarían tanto de los dos. Para sacarlos de su área de confort, cualquier propuesta desmerece consideración. –Más alto que nosotros solo el cielo.

-De pequeño me enseñaron a querer ser mayor, de mayor quiero aprender a ser pequeño, y así cuando cometa otra vez el mismo error, quizás no me lo tengas tan en cuenta. –De mayor.

-Nada puede dañarme con mis amigos. Nadie puede, nada puede. Las palabras no sirven para nada, y empiezo a pensar que en realidad hay muy poca gente. –Hay muy poca gente.

-Si tú me odias quedaré yo convencido de que me amaste, mujer, con insistencia. Pero ten presente de acuerdo a la experiencia, que tan solo se odia lo querido. –Ódiame.

-Sácame de aquí, no me dejes solo, o todo el mundo está loco o Dios es sordo. Sácame de aquí, no me dejes solo, no entiendo qué nos pasa a todos, hemos perdido la razón. –Sácame de aquí.

-Conclusiones y palpitaciones, una maraña de presentimientos, un torbellino de desconcierto, no hay margen de error. La ansiedad por tener el control, y la acumulación de datos tontos. –La ceremonia de la confusión.

-Todos lo haremos mejor en el futuro, y mi destino es el despilfarro, y el ahorro jamás, jamás. Todos lo haremos mejor en el futuro. A mil millas del lugar en el que deberíamos estar. –Todos lo haremos mejor en el futuro.

-Estas son mis credenciales, no hay males que duren más que yo (…) porque las cosas cambian y no estamos aquí de visita. Espero que me permitan que les contradiga un poco –Porque las cosas cambian.

-¿Quién pudo ser? Quiero que seas tú. ¡Dímelo! ¡Dímelo una vez! ¡Por clemencia!, por favor, ¡dímelo!, confiesa. Tal vez no existas, ante la duda un sueño. ¡Cariño!, ¡mi vida! Criatura de rubí. –Sí.

-Alicia viajando entre lunas de charla con musarañas. Alicia tejiendo las nubes con tela que nunca se acaba. Alicia es siempre tan breve que ya ha terminado. –Alicia.

-No sé distinguir entre besos y raíces. No sé distinguir lo complicado de lo simple. Y ahora estás en mi lista de promesas a olvidar, todo arde si le aplicas la chispa adecuada. –La chispa adecuada.

-Bienvenido al club de los imposibles, de balas perdidas con siete vidas, tenemos prisa por llegar. Bienvenido al club de los imposibles, guarda tu dinero para medicamentos, bienvenido al club. –El club de los imposibles.

-Canto porque me canso de dar explicaciones, no tengo soluciones, ¿para qué tanto preguntar? (…) No vuelvo por donde vine, nunca miro hacia atrás. –Canto.

-Pues no hay en este mundo aunque parezca absurdo (…), lo que aquí te pido. Y no te obligo a nada que no quieras. Las fuerzas me fallan, mis piernas no responden; te conocen, pero no llegan a ti. –El rescate.

-Que no existan las heridas de que nada no las podamos abrir, que pueda contar contigo, como sabes que conmigo siempre, que no cuente la suerte, no, solo el destino que nos presentó. –Contar contigo.

-Si yo he venido a este mundo es pa´ sufrir, no puedo encontrar la dicha en la mujer. Si me besan y me entregan su querer, se me alejan para hacerme un infeliz. –El solitario.

-Si ya no puede ir peor, haz un último esfuerzo, espera que sople el viento a favor, si solo puede ir mejor, y está cerca el momento, espera que sople el viento a favor. –El viento a favor.

-Solo quedan las ganas de llorar, al ver que nuestro amor se aleja. Frente a frente, bajamos la mirada, pues ya no queda nada de qué hablar, nada. –Frente a frente.

-Soy vagabundo, siempre de paso, de aquí, de allá, de todo el mundo. No tengo dueño, no soy tu esclavo, un poco tuyo, y de todo el mundo. –De todo el mundo.

-Cada esquina nos devuelve nuestra historia, la avenida y el bulevar filmados en plano secuencia, la gloria hasta el amanecer, con cuidado no se fuera a romper. –Plano secuencia.

-Que no te falte capacidad para discernir el más acá del confuso más allá, que es realidad aparte. Que no pierdas más el tiempo, que ser el rico del cementerio, no es buen invento y es peor epitafio. –Que tengas suertecita.

-Mis pensamientos paralizan mi voluntad, y tú regando mi jardín un día de lluvia torrencial, la mejor compañía para estados de ánimo peligrosos. Destinos cruzados. –Doscientos huesos y un collar de calaveras.

-Como un pájaro indefenso, bajo la tempestad aún encuentras fundamentos, en la ruina cruel de tu memoria al recordar, el porqué de tus silencios. –El porqué de tus silencios.

-Y nunca volverá jamás a pisar un escenario, lo verás si es que lo ves, siempre desde la platea. Como un sueño inalcanzable, como la Luna llena, cuando la quiere poner a los pies de su mujer. –No fue bueno pero fue lo mejor.

-Hoy te elijo a ti para estar en mi vida, te elijo cada día consciente y libremente. Mi amor no será un problema jamás, el problema jamás. –La constante.

-Por estar en cualquier parte salvo aquí, fui un turista de la belleza. Las cosas que uno hace para vivir en no perder la cabeza. –Ella me dijo que no.

-Cuanto más participamos más nos precipitamos, el brillo se apagó, la infancia ha terminado, más prisioneros estamos. -Prisioneros.

-Solo intenta encontrar tu espacio, cuando a tu alrededor todo se estrecha. Los inmortales están bajo tierra, y sus cenizas se perderán, como todo lo demás, sin dejar huella. –Los inmortales.

-Voy a perder la cabeza por tu amor, como no despierte de una vez por siempre, de este falso sueño. –Voy a perder la cabeza por tu amor.

-Golpea mejor quien golpea primero. Levántate antes de que cuente hasta diez, que cuente hasta diez. –El boxeador.

Sol de mi vida, fui un fracaso, y en mi caída busqué de echarte a un lado, porque te quise tanto, tanto que en mi rodar, para salvarte, solo supe hacerme odiar. –Confesión.

-Contradicción en el mismo centro de la contradicción, en el mismo centro. Y si ayer dije blanco y mañana de un salto me paso a lo negro, no lo veas extraño, aún sigo buscando dónde me quedo. –Contradictorio.

-Si pensara menos con la cabeza, menos con el corazón y más con la entrepierna, el triunfo del amor en estos tiempos de pena y olvido, el vino y la miseria devolvieron a mi casa (…) la vida pasada que no volverá, y es un hecho. –De esclavitud y cadenas.

-Creíste a la serpiente, mala suerte. No hiciste caso, es lo que querías. Junto a la fuente el cántaro quebrado, el veredicto está claro, soporta tu cruz. –Puta desagradecida.

-No tengo claro qué hayamos perdido, ninguna ocasión que viniera servida en bandeja de plata. No tengo claro que haya diferencias, ninguna oportunidad me ofrecieron en bandeja de plata. –En bandeja de plata.

-La quería más que a su vida, y la perdió para siempre. Por eso lleva una herida, por eso busca la muerte. –El jinete.

-Ni patria ni bandera, ni raza ni condición. Ni límites ni fronteras, extranjero soy. Porque allá a donde voy, me llaman el extranjero, dondequiera que estoy. –El extranjero.

-Mar de dudas y aguas profundas, mar de dudas, no cambies nunca jamás, y que el resto del mundo sea el que cambie a tu alrededor y permite que forme parte de tu tripulación. –Mar de dudas.

-¿Cómo lo permitimos, qué es lo que hicimos tan mal? ¿Fue este orgullo desgraciado que no supimos tragar? Engáñame un poco al menos, di que me quieres aún más (…), lo has pasado fatal. –Infinito.

-Aunque no la quisieras, ni ella a ti, teníais sed, siempre a la vez, en los mismos lugares, en los bares; conservarías el bolsillo repleto, y la chica triste que te hacía reír. –La chica triste que te hacía reír.

-De verdad lo siento, siento el amargo sabor, supongo que debí aprender a tragar sin respirar. –Miento cuando digo que lo siento.