Anatomía y fisiología

Anexos de la piel: pelo, músculos, uñas, glándulas


Los anexos de la piel, conocidos también como anexos cutáneos, son estructuras tegumentarias de los mamíferos que tienen funciones especializadas, tales como aislamiento térmico, protección mecánica, extensión del sentido del tacto y producción de diversos tipos de secreciones.

Los anexos de la piel humana incluyen el pelo (cabello cefálico; vello corporal), los músculos que producen la erección capilar, las uñas de las manos y los pies, las mamas, las glándulas sebáceas y las glándulas sudoríparas apocrinas y ecrinas.

Dentro de la clase Mammalia (mamíferos), los humanos se clasifican dentro del orden Primates. En comparación con otros mamíferos, los primates se distinguen por poseer un único par de mamas pectorales y por carecer de ciertos anexos cutáneos, tales como cuernos y astas, así como diversos tipos de glándulas odoríferas.

En comparación con otros primates, los humanos se distinguen por poseer pelo cefálico (cabello, barba) de crecimiento continuo, y pelo corporal (vello) poco desarrollado.

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Anexos cutáneos o de la piel humana

Pelo

Tal como los demás anexos de la piel, es un derivado de la epidermis. Se encuentra en toda la superficie cutánea, con excepción de las palmas de las manos, las plantas de los pies y partes de los genitales. Hay tres tipos de pelo:

– Lanugo, que son pelos largos y finos que recubren al feto hasta poco antes del nacimiento (se observa en bebés prematuros).

– Vello corporal, que son pelos cortos y finos que recubren la mayor parte de la superficie corporal.

– Pelo terminal, que son pelos largos del cuero cabelludo, la cara, las axilas y la región genital.

Externamente, los pelos consisten de tubos finos y flexibles compuestos por células epiteliales completamente queratinizadas (muertas). Internamente, están rodeados por folículos capilares, invaginados dentro de la dermis y la hipodermis, que contienen grasa y están tapizados por células epiteliales vivas.

En la mayoría de los mamíferos, el pelaje forma una capa aislante que favorece la termorregulación, protege la piel de roces y extiende el sentido del tacto. Esto último es ejemplificado por las vibrisas (“bigotes” de ratón, gato y otros animales).

Con excepción de los pelos terminales, que forman una capa aislante (cabeza), o reducen el roce (axilas; región genital), estas funciones han desaparecido en los humanos.

Músculos erectores del pelo (arrector pili)

Son pequeños haces de musculatura lisa que unen a los pelos por su raíz a la capa superior de la dermis. Son controlados de autonómicamente por nervios simpáticos adrenérgicos. Actúan colectivamente. Al contraerse, hacen que los pelos se eleven con respecto a la piel.

En los mamíferos no humanos, la erección simultánea de los pelos del cuerpo genera que el pelaje se llene de cavidades con aire inmóvil, es decir, se torne más voluminoso y esponjoso. Típicamente, ello constituye una respuesta al frío y al viento para conservar calor.

En algunos animales, como los lobos y los perros, la erección del pelaje dorsal es una señal visual que indica la disposición a defenderse o atacar.

En los humanos, los músculos erectores del pelo son vestigiales y no contribuyen a la termorregulación. Sin embargo, conservan la capacidad ancestral de contraerse en respuesta al frío, el miedo y la furia, produciendo la horripilación (popularmente llamada “carne de gallina”). Esta reacción suele ir acompañada de temblores que elevan la temperatura corporal.

Uñas

En los primeros vertebrados completamente terrestres, las uñas servían para ejercer tracción sobre el substrato durante la locomoción. Esta función se ha conservado en sus descendientes, que incluyen a los reptiles, las aves y los mamíferos, en los cuales las uñas también se han adaptado para el acicalamiento, la defensa y el ataque.

En los humanos, las uñas han perdido su función locomotora original, pero conservan la función de acicalamiento, protegen las puntas de los dedos, tienen funciones táctiles y sirven como herramientas para manipular, separar y perforar objetos.

Tal como el pelo, las uñas son estructuras epiteliales compuestas de células muertas queratinizadas. Constan de: 1) lámina; 2) matriz; 3) basamento; 4) pliegues circundantes.

La lámina, o parte visible de la uña, está compuesta por múltiples capas aplanadas de células queratinizadas (oncocitos).

La matriz es un grueso epitelio especializado ubicado bajo la parte posterior de la lámina. Está compuesta por células vivas (queratinocitos) proliferativas que originan oncocitos.

El basamento está formado por los estratos basal y espinoso de la epidermis. Se encuentra bajo la parte anterior de la lámina. Es queratinizado continuamente para mantener a la uña adherida.

Los pliegues circundantes están compuestos por la epidermis que recubre la raíz y los bordes laterales de la lámina.

Glándulas mamarias o mamas

Están presentes y son funcionales en las hembras de todos los mamíferos. Pueden estar presentes sin ser funcionales (monotremas; mamíferos placentarios), o ausentes (marsupiales), en los machos. La acumulación de tejido adiposo bajo ellas que se inicia durante la pubertad produce los pechos característicos de las hembras humanas.

Son glándulas epidérmicas altamente especializadas. Poseen una estructura ramificada que las hace mucho más grandes y complejas que otras glándulas cutáneas.

Debido a similitudes en el modo de secreción y en algunos aspectos del desarrollo, se ha propuesto que las glándulas mamarias se derivan de glándulas sebáceas o de glándulas sudoríparas apocrinas basales.

En la piel del embrión, se desarrollan a lo largo de dos líneas paralelas ventrolaterales, en las cuales la epidermis se invagina en la dermis e hipodermis para formar ductos. Estos terminan en alvéolos basales agrupados en lóbulos y rodeados por células productoras de leche.

Los ductos convergen en la superficie bajo un pezón elevado en el cual, cuando hay producción de leche, se abren al exterior.

Durante el amamantamiento, los impulsos nerviosos que viajan del pezón al cerebro de la madre hacen que el hipotálamo libere oxitocina. Esta hormona estimula la contracción de los alvéolos, forzando la leche hacia los ductos y el pezón.

Glándulas sebáceas

Se encuentran en la dermis, por lo general estrechamente asociadas (como protrusiones laterales) a folículos pilosos, en los cuales descargan sus secreciones. Consisten de alvéolos con forma de pera con ductos salientes conectados a dichos folículos.

Están presentes bajo todas las superficies cutáneas, con la excepción de las palmas de las manos y las plantas de los pies. Son muy abundantes en la cara, el pecho y la espalda.

Sus células internas contienen lípidos (triglicéridos, colesterol, ésteres de colesterol, ácidos grasos), conjuntamente denominados sebo, que liberan al desintegrarse bajo el estímulo de la testosterona.

Debido a que sus células son el producto secretado, las glándulas endocrinas se engloban dentro de una categoría más amplia denominada glándulas holocrinas.

La naturaleza aceitosa del sebo tiene un efecto suavizante e impermeabilizante sobre los pelos y la piel.

En algunos sitios de la piel (párpados, labios, areolas, partes de los genitales femeninos y masculinos), y en algunas mucosas (boca y labios), las glándulas sebáceas no están asociadas a folículos pilosos, abriendo directamente al exterior.

Como ejemplos de glándulas sebáceas pueden nombrarse las que producen, junto con las glándulas apocrinas, el cerumen del canal auditivo externo y las secreciones del párpado que lubrican la conjuntiva.

Glándulas sudoríparas apocrinas

Las glándulas sudoríparas apocrinas están presentes principalmente en las axilas, el pubis, la región anogenital, el prepucio, y alrededor de los pezones.

Son glándulas grandes, tubulares y convolucionadas. Su componente secretorio está alojado en la dermis inferior e hipodermis, rodeado por células adiposas y vasos sanguíneos.

Sus secreciones, que consisten de un líquido lechoso y viscoso de color amarillento o blanquecino, rico en lípidos, se descargan en los folículos pilosos bajo control autonómico adrenérgico. Al secarse sobre la piel forman una película brillosa.

Aparecen hacia el sexto mes de desarrollo fetal, pero no son completamente funcionales hasta la pubertad, cuando se incrementa la producción de hormonas sexuales. Al gusto de los humanos modernos, en parte debido a la acción bacteriana, sus secreciones tienen un olor desagradable que se trata de eliminar mediante el uso de jabones y desodorantes.

En el caso de los humanos, no se le suele reconocer una función definida e importante a las secreciones apocrinas.

Ciertamente, no están involucradas en la disipación de calor corporal. Sin embargo, en otros mamíferos, su producción está correlacionada con los ciclos reproductivos, y su aroma es usado como atrayente sexual y para marcar el territorio.

Glándulas sudoríparas ecrinas

Las glándulas sudoríparas ecrinas están presentes en toda la piel del cuerpo en densidades de 100–600/cm2. Su máxima abundancia se alcanza en las palmas de las manos y en las plantas de los pies.

Tal como sucede con las glándulas apocrinas, su componente secretorio está alojado en la dermis inferior e hipodermis, y sus secreciones se descargan en los folículos pilosos. Sin embargo, son de menor tamaño y de estructura más sencilla, y se descargan bajo control autonómico tanto colinérgico como adrenérgico.

Producen un sudor acuoso incoloro, en el cual se excretan sales de sodio, amoniaco y úrea. La evaporación de este sudor disipa marcadamente el calor del cuerpo, por lo cual se considera que las glándulas sudoríparas ecrinas tienen una función eminentemente termorreguladora. El proceso se denomina enfriamiento evaporativo activo.

Además de los humanos, los caballos, camellos y canguros tienen capacidad de enfriamiento evaporativo activo.

Sin embargo, los roedores, conejos, perros y cerdos carecen de ella. En el caso de los humanos, cuando la actividad y el calor son extremos, la pérdida de agua puede alcanzar 2 litros/hora y, por ende, no es sostenible por largos periodos de tiempo.

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