Lengua y literatura

10 Poemas de la Revolución mexicana


Los poemas de la Revolución mexicana tuvieron trascendencia en una década profundamente violenta e inestable en el país norteamericano, que no tuvo paz ni estabilidad política por casi dos décadas y que nunca volvió a ser el mismo.

La Revolución mexicana se inició en 1910 como respuesta a la dictadura de más de 30 años de Porfirio Díaz; fue un movimiento popular en contra de la burguesía que dominaba política y económicamente en desmedro de los pobres y desfavorecidos.

Acontecimientos de tal magnitud, por supuesto, influyeron en todos los aspectos sociales, ideológicos y culturales de los mexicanos de principios del siglo XX, y esto se vio por ende reflejado en su literatura y sus expresiones artísticas.

Si bien la década del 10 promovió el surgimiento de la novela de la revolución, el cine de la revolución y la pintura de la revolución, en el caso concreto de la poesía, de acuerdo a la opinión de ciertos investigadores, no fue el género más utilizado ni destacado.

Esto se debió en parte a su estructura misma y a la imposibilidad de tomar posición en un escenario en el que todos cambiaban constantemente de bando.

Por ello, la poesía que exaltó a la Revolución mexicana fue quizás más prolífica luego del movimiento revolucionario y fuera de las fronteras mexicanas, que dentro y en el fragor mismo de la batalla. 

Han sido numerosos los escritores que se vieron inspirados a lo largo de la historia reciente por tal suceso, escribiendo odas a la Revolución mexicana y a sus protagonistas.

Poemas inspirados en la revolución mexicana

1- Suave Patria

Autor: Ramón López Velarde (1921) 

Yo que sólo canté de la exquisita 
partitura del íntimo decoro, 
alzo hoy la voz a la mitad del foro 
a la manera del tenor que imita
la gutural modulación del bajo, 
para cortar a la epopeya un gajo.

Navegaré por las olas civiles 
con remos que no pesan, porque van 
como los brazos del correo chuán que 
remaba la Mancha con fusiles. 

Diré con una épica sordina: 
la patria es impecable y diamantina. 
Suave Patria: permite que te envuelva en 
la más honda música de selva con que
me modelaste todo entero al golpe 
cadencioso de las hachas y pájaros de 
oficio carpintero. 

Patria: tu superficie es el maíz, 
tus minas el palacio del Rey de Oros, y tu
cielo, las garzas en desliz 
y el relámpago verde de los loros.

El Niño Dios te escrituró un establo 
y los veneros del petróleo el diablo. 

Sobre tu Capital, cada hora vuela 
ojerosa y pintada, en carretela; 
y en tu provincia, del reloj en vela 
que rondan los palomos colipavos, 
las campanadas caen como centavos. 

Patria: un mutilado territorio 
se viste de percal y de abalorio 
Suave Patria: tu casa todavía 
es tan grande, que el tren va por la vía 
como aguinaldo de juguetería. 

Y en el barullo de las estaciones, 
con tu mirada de mestiza, pones 
la inmensidad sobre los corazones.
¿Quién, en la noche que asusta a la rana
no miró, antes de saber del vicio, 
del brazo de su novia, la galana 
pólvora de los juegos de artificio? 

Suave Patria: en tu tórrido festín 
luces policromías de delfín, 
y con tu pelo rubio se desposa 
el alma, equilibrista chuparrosa, 
y a tus dos trenzas de tabaco, 
sabe ofrendar aguamiel toda mi briosa 
raza de bailadores de jarabe. 

Tu barro suena a plata, y en tu puño
su sonora miseria es alcancía; 
y por las madrugadas del terruño,
en calles como espejos, se veía 
el santo olor de la panadería. 

Cuando nacemos, nos regalas notas, 
después, un paraíso de compotas, 
y luego te regalas toda entera 
suave Patria, alacena y pajarera.
Al triste y feliz dices que sí, 
que en tu lengua de amor prueben de ti
la picadura del ajonjolí. 

¡Y tu cielo nupcial, que cuando truena 
de deleites frenéticos nos llena! 
Trueno de nuestras nubes, que nos baña 
de locura, enloquece a la montaña, 
requiebra a la mujer, sana al lunático
incorpora a los muertos, pide el Viático, 
y al fin derrumba las madererías 
de Dios, sobre las tierras labrantías. 

Trueno del temporal: oigo en tus quejas 
crujir los esqueletos en parejas; 
oigo lo que se fue, lo que aún no toco,
y la hora actual con su vientre de coco. 
Y oigo en el brinco de tu ida y venida 
oh trueno, la ruleta de mi vida. 

2- A Zapata. 

Autor: Pablo Neruda

Cuando arreciaron los dolores 
en la tierra, y los espinares desolados 
fueron la herencia de los campesinos 
y como antaño, las rapaces 
barbas ceremoniales, y los látigos, 
entonces, flor y fuego galopado… 

Borrachita me voy hacia la capital 
Se encabritó en el alba transitoria 
la tierra sacudida de cuchillos, 
el peón de sus amargas madrigueras 
cayó como un elote desgranado sobre 
la soledad vertiginosa, 
a pedirle al patrón 
que me mandó llamar 
Zapata entonces fue tierra y aurora. 

En todo el horizonte aparecía 
La multitud de su semilla armada. 
En un ataque de aguas y fronteras 
el férreo manantial de Coahuila, 
las estelares piedras de Sonora; 
todo vino a su paso adelantando, 
a su agraria tormenta de herraduras. 

Que si se va del rancho
muy pronto volverá 
Reparte el pan, la tierra; 
Te acompaño. 

Yo renuncio a mis párpados celestes, 
Yo, Zapata, me voy con el rocío 
de las caballerías matutinas, 
en un disparo desde los nopales 
hasta las casas de pared rosada. 
cintitas pa’ tu pelo no llores por tu Pancho … 

La luna duerme sobre las monturas, 
La muerte amontonada y repartida 
yace con los soldados de Zapata. 
El sueño esconde bajo los baluartes 
de la pesada noche su destino, 
su incubadora sábana sombría. 

La hoguera agrupa el aire desvelado; 
grasa, sudor y pólvora nocturna. 
… Borrachita me voy para olvidar… 
Pedimos patria para el humillado. 

Tu cuchillo divide el patrimonio 
y los tiros y corceles amedrentan 
los castigos, la barba del verdugo. 
La tierra se reparte con un rifle. 

No esperes, campesino polvoriento,
después de tu sudor la luz completa 
y el cielo parcelado en tus rodillas. 
Levántate y galopa con Zapata. 

Yo la quise traer dijo que no…
México, huraña agricultura, amada 
tierra entre los oscuros repartida; 
de las espaldas del maíz salieron 
al sol tus centuriones sudorosos. 

De la nieve del Sur vengo a cantarte. 
Déjame galopar en tu destino 
y llenarme de pólvora y arados.
… Que si habrá de llorar 
pa’ qué volver.

3- Del Pasado Remoto

Autor: Salvador Novo

Del pasado remoto 
sobre las grandes pirámides de Teotihuacán, 
sobre los teocalis y los volcanes, 
sobre los huesos y las cruces de los conquistadores áureos 
crece el tiempo en silencio.

Hojas de hierba 
en el polvo, en las tumbas frías; 
Whitman amaba su perfume inocente y salvaje.

Nuestros héroes 
han sido vestidos como marionetas 
y machacados en las hojas de los libros 
para veneración y recuerdo de la niñez estudiosa, 
y el Padre Hidalgo, 
Morelos y la Corregidora de Querétaro.

Revolución, Revolución 
siguen los héroes vestidos de marionetas, 
vestidos con palabras signaléticas.

La literatura de la revolución, 
la poesía revolucionaria 
alrededor de tres o cuatro anécdotas de Villa 
y el florecimiento de los maussers, 
las rúbricas del lazo, la soldadera, 
las cartucheras y las mazorcas, 
la hoz y el Sol, hermano pintor proletario, 
los corridos y las canciones del campesino 
y el overol azul del cielo, 
la sirena estrangulada de la fábrica 
y el ritmo nuevo de los martillos 
de los hermanos obreros 
y los parches verdes de los ejidos 
de que los hermanos campesinos 
han echado al espantapájaros del cura.

Los folletos de propaganda revolucionaria, 
el Gobierno al servicio del proletariado, 
los intelectuales proletarios al servicio del Gobierno 
los radios al servicio de los intelectuales proletarios 
al servicio del Gobierno de la Revolución 
para repetir incesantemente sus postulados 
hasta que se graben en las mentes de los proletarios 
-de los proletarios que tengan radio y los escuchen.

Crece el tiempo en silencio, 
hojas de hierba, polvo de las tumbas 
que agita apenas la palabra.

4 y 5- Instrucciones para cambiar el Mundo

Autor: Versos atribuidos al Subcomandante Marcos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional EZLN.

1- Constrúyase un cielo más bien cóncavo.  Píntese de verde o de café, colores terrestres y hermosos.  Salpíquese de nubes a discreción.

Cuelgue con cuidado una luna llena en occidente, digamos a tres cuartas sobre el horizonte respectivo.  Sobre oriente inicie, lentamente, el ascenso de un sol brillante y poderoso.  Reúna hombres y mujeres, hábleles despacio y con cariño, ellos empezarán a andar por sí solos.  Contemple con amor el mar.  Descanse el séptimo día.

2- Reúna los silencios necesarios.

Fórjelos con sol y mar y lluvia y polvo y noche.  Con paciencia vaya afilando uno de sus extremos.  Elija un traje marrón y un pañuelo rojo.  Espere el amanecer y, con la lluvia por irse, marche a la gran ciudad.

Al verlo, los tiranos huirán aterrorizados, atropellándose unos a otros.

Pero, ¡no se detenga!  La lucha apenas se inicia. 

6- El Sol

Autor: Gutiérrez Cruz

Sol redondo y colorado

como una rueda de cobre,

de diario me estás mirando

y diario me miras pobre.

7- Revolución (extracto)

Autor: Manuel Maples Arce (1927)

Noche adentro

los soldados

se arrancaron

del pecho

las canciones populares.

(…)

Trenes militares

que van hacia los cuatro puntos cardinales,

al bautizo de sangre

donde todo es confusión,

y los hombres borrachos

juegan a los naipes

y a los sacrificios humanos;

trenes sonoros y marciales

donde hicimos cantando la Revolución.

Allá lejos,

mujeres preñadas

se han quedado rogando

por nosotros

a los Cristos de Piedra.

8- Deshojación

Autor: Gregorio López y Fuentes (1914)

Hay muchas gemas raras en la clara vitrina
del cielo, que ha vestido con sus más ricas galas,
y nieva luna como si garza peregrina
volara deshojando las plumas de sus alas.

Te yergues a manera de una afilada espina
y me miras a los ojos; con tu mano, a las
que la luna, cual mota, si apenas enharina,
una flor que aborreces al aire despetalas.

Ves cómo huyen los pétalos y te pones muy triste
y sollozas y gimes porque no conseguiste
arrancar su secreto; entonces lentamente
junto a tus hombros húmedos de luna y de cenizas
“de tu huerto es” –te digo—y reclino la frente
y amenos despetalas tu labios en sonrisas.

9- Vrbe, superpoema bolchevique en 5 cantos

Autor: Manuel Maples Arce (1924)

He aquí mi poema
brutal
y multánime
a la nueva ciudad.

Oh ciudad toda tensa
de cables y de esfuerzos,
sonora toda
de motores y de alas.

Explosión simultánea
de las nuevas teorías
un poco más allá
En el plano espacial
de Whitman y de Turner
y un poco más acá
de Maples Arce.

Los pulmones de Rusia
soplan hacia nosotros
el viento de la revolución social.
Los asalta-braguetas literarios
nada comprenderán
de esta nueva belleza
sudorosa del siglo,
y las lunas
maduras
que cayeron,
son esta podredumbre
que nos llega
de las atarjeas intelectuales.
He aquí mi poema:
¡Oh ciudad fuerte
y múltiple,
hecha toda de hierro y de acero!

Los muelles. Las dársenas.
Las grúas.
Y la fiebre sexual
de las fábricas.
Urbe:
Escoltas de tranvías
que recorren las calles subversistas.
Los escaparates asaltan las aceras,
y el sol, saquea las avenidas.
Al margen de los días
tarifados de postes telefónicos
desfilan paisajes momentáneos
por sistemas de tubos ascensores.

Súbitamente,
¡oh el fogonazo
verde de sus ojos!

Bajo las persianas ingenuas de la hora
pasan los batallones rojos.
El romanticismo caníbal de la música yankee
ha ido haciendo sus nidos en los mástiles.
¡Oh ciudad internacional!
¿Hacia qué remoto meridiano
cortó aquel trasatlántico?
Yo siento que se aleja todo.

Los crepúsculos ajados
flotan entre la mampostería del panorama.
Trenes espectrales que van
hacia allá
lejos, jadeantes de civilizaciones.

La multitud desencajada
chapotea musicalmente en las calles.

Y ahora, los burgueses ladrones, se echarán a temblar
por los caudales
que robaron al pueblo,
pero alguien ocultó bajo sus sueños
el pentagrama espiritual del explosivo.

He aquí mi poema:
Gallardetes de hurras al viento,
cabelleras incendiadas
y mañanas cautivas en los ojos.

¡Oh ciudad musical
hecha toda de ritmos mecánicos!

Mañana, quizás,
sólo la lumbre viva de mis versos
alumbrará los horizontes humillados.

10- ¡Despierten ya mexicanos!

Autor: Ignacio López Tarso (1966)

Despierten ya Mexicanos
Los qué no han podido ver
Que andan derramando sangre
Por subir al Otro al Poder
¡Pobre Nación Mexicana!
Que mala ha sido tu Suerte;

Tus hijos todavía quienen
Mas en la Desgracia verte.
Mira a mi Patria Querida,
Nomas como va Quedando;

Que a sus hombres mas Valientes,
Todos los van Traicionando.
¿Donde esta el Jefe Zapata?
¿Que su Espada ya no Brilla?
¿Donde esta el Braco del Norte
Que era don Francisco Villa?

Estaban las 3 pelonas Sentadas en la Ventana
La Cuca, la Petra, la loca de Soledad
Y luego llego un Soldado queriendose las llevar
Una decía qué si
La otra decía qué no
Una decia que si
Y al Tine se las Llevo
Fueron lideres primero
Que empuñaron el Acero;

Hasta subir al poder
A Don Francisco I. Madero
Pero que iluso Madero
Pues cuando subió al Poder;
A Pancho Villa y Zapata
Los Quiso desconocer.
Yo no eh visto Candidato
Que no sea Conveneciero;

Cuando suben al Poder
No conocen compañero.
Zapata le dijo a Villa
-Ya perdimos el Albur;

Tu Atacaras por el Norte,
Y yo Atacare por el Sur.
Ya con esta me despido
Por que nosotros nos Vamos;

Aquí termina el Corrido:
Despierten ya Mexicanos.

Referencias

  1. Katharina Niemeyer. “que agita apenas la palabra”. La poesía mexicana frente a la Revolución. Recuperado de cervantesvirtual.com.
  2. Mariana Gaxiola. 3 exquisitos poemas sobre la Revolución Mexicana. Recuperado de mxcity.mx.
  3. De ayer al porvenir: ¡Viva Zapata! Y!Viva El Zapatista! Recuperado de zocalopoets.com
  4. La poesía en México durante los años de la Revolución. Recuperado de pavelgranados.blogspot.com.ar.
  5. El edén subvertido: poemas de la Revolución Mexicana. Recuperado de elem.mx.
  6. Poetas del mundo. Gregorio López y Fuente. Recuperado de rincondelpoetasmajo.blogspot.com.ar.
  7. Revolución Mexicana. Recuperado de historiacultural.com.
  8. La Revolución Mexicana. Recuperado de lahistoriamexicana.mx.
  9. Revolución Mexicana. Recuperado de es.wikipedia.org.