Historia

La división del Imperio romano en Oriente y Occidente


La última división del Imperio romano en Oriente y Occidente se hizo efectiva cuando el emperador Teodosio I, antes de morir en 395 d. C., dividió el territorio entre sus hijos Arcadio y Honorio. A Arcadio le cedió el Imperio romano de Oriente (con capital en Constantinopla) y a Honorio el Imperio romano de Occidente (con capital en Milán, pero en la práctica siguió siendo Roma).

Antes, durante los primeros tres siglos de nuestra era, ya había comenzado la decadencia del Imperio, y por ello experimentó algunas divisiones para mejorar las comunicaciones y la respuesta militar contra las amenazas externas. 

Antecedentes de la división del Imperio

Antes del establecimiento del Imperio, los territorios de la República habían sido divididos en el 43 d. C. entre los miembros del Segundo Triunvirato: Marco Antonio, Octavio y Marco Emilio Lépido.

Marco Antonio recibió las provincias de Oriente: Acaya, Macedonia y Epiro (actualmente Grecia, Albania y la costa de Croacia), Bitinia, Ponto y Asia (actualmente Turquía), Siria, Chipre y Cirenaica.

Estas tierras habían sido conquistadas por Alejandro Magno, y por ello gran parte de la aristocracia era de origen griego. Toda la región, especialmente las grandes ciudades, se había asimilado a la cultura helénica, siendo el griego la lengua que se hablaba.

Octavio, por su parte, obtuvo las provincias romanas de Occidente: Italia (Italia moderna), Galia (Francia moderna), Galia Bélgica (partes de la Bélgica moderna, Holanda y Luxemburgo) e Hispania (España moderna y Portugal). Estas tierras incluían también colonias griegas y cartaginesas en las zonas costeras, aunque las tribus celtas, como los galos y los celtíberos, eran culturalmente dominantes.

Marco Antonio Lépido, por su parte, recibió la provincia menor de África (la Túnez moderna) pero Octavio la tomó rápidamente, al mismo tiempo que adhería a Sicilia (Sicilia moderna) a sus dominios.

Tras derrotar a Marco Antonio, Octavio controló un Imperio romano unido, romanizando la región a pesar de las muchas culturas existentes.

La cultura predominante de Oriente era griega y latina en Occidente. Ambas funcionaban como un todo integrado, y los desarrollos políticos y militares acabarían por alinear al Imperio siguiendo esas líneas culturales y lingüísticas.

La crisis del tercer siglo

Fue un periodo de aproximadamente 50 años, entre el 235, con la muerte del emperador Alejandro Severo, y el 284, con la ascensión de Diocleciano.

En los años que siguieron a la muerte del emperador, los generales del ejército romano lucharon por el control del Imperio y descuidaron la defensa de las invasiones externas. Hubo numerosas invasiones de los pueblos bárbaros y ataques de los sasánidas en el este.  

Por otra parte, los cambios climáticos y el aumento del nivel del mar arruinaron la agricultura de lo que ahora son los Países Bajos, lo que obligó a las tribus a emigrar.

Sumado a esto, en el 251, una plaga (posiblemente viruela) estalló, causando la muerte de un gran número de personas, lo que posiblemente debilitó la capacidad del Imperio de defenderse.

Además, el derecho de sucesión, que nunca había sido claramente definido en el Imperio romano, llevó a guerras civiles continuas. Por ello, surgieron poderes sin fundamento legal.

Otro tema insoslayable era el tamaño del Imperio, que hacía difícil que un solo gobernante autocrático pudiera manejar con eficacia múltiples amenazas al mismo tiempo. Más tarde, Diocleciano pondría fin a la crisis del tercer siglo.

Motivos de la división

En teoría, al menos, el Imperio se dividió para mejorar las comunicaciones y la respuesta militar a las amenazas externas.

Los romanos tenían un problema difícil, de hecho, un problema insoluble que tratar: durante siglos, los generales poderosos habían utilizado el respaldo de sus ejércitos para competir por el trono.

Esto significaba que cualquier emperador que quería morir en su cama, tenía que mantener un apretado control en estos ejércitos.

Por otra parte, las fronteras estratégicas clave, como el Rin, el Danubio y la frontera con Partia (actual Irán), estaban lejos unas de otras, y más lejos aún de Roma.

Controlar la frontera occidental de Roma era razonablemente fácil, porque estaba relativamente cerca y porque los enemigos germánicos estaban desunidos.

Sin embargo, el control de ambas fronteras era difícil, ya que si el emperador estaba cerca de la frontera en el este, era muy probable que un ambicioso general se rebelara en Occidente, y viceversa.

La tetrarquía

Diocleciano intentó reducir el problema mediante el establecimiento del sistema tetrárquico.

Con este sistema, dos emperadores mayores (los augustos) controlarían cuatro grandes regiones del Imperio, apoyados por dos sucesores designados (los césares) y un fuerte ejército de soldados profesionales.

En el 285, promovió a Maximiano al rango de augusto y le dio el control de las regiones occidentales del Imperio, y más tarde, en el 293, Galerio y Constancio I fueron designados como césares, creando así la Primera Tetrarquía.

Este sistema dividió eficazmente el imperio en cuatro regiones principales y creó capitales separadas, además de Roma, para evitar el descontento civil que había marcado la crisis del siglo III.

El 1 de mayo del 305, los dos augustos mayores dimitieron y sus respectivos césares fueron promovidos a augustos, nombrando a su vez a dos nuevos césares, creando así la Segunda Tetrarquía.

Desafortunadamente, Diocleciano estableció una solución para los problemas del Imperio que creó una dinámica muy peligrosa, ya que intentó imponer un control centralizado de la economía para reforzar las defensas del Imperio.

Lamentablemente, sus planes, que incluyeron controles de precios, forzando a los trabajadores a profesiones hereditarias e impuestos agresivos, también exageraron la división entre el este y el oeste.

Teodosio I

Las dos mitades del Imperio siguieron prosperando igualmente hasta el reinado del emperador Teodosio I, desde el 379 al 395 d.C. Las fuerzas internas y externas se esforzaron por dividir las dos mitades.

Estas incluían el excesivo ímpetu del emperador en la difusión del cristianismo, el sacrificio de las prácticas paganas, la corrupción de la clase dominante, las incursiones de las tribus germánicas y, por supuesto, la inmensa extensión de límites y recursos.

La Guerra Gótica que se suscitó del 376 al 382, debilitó severamente al Imperio occidental, y más tarde, en la batalla de Adrianópolis en 378, el emperador oriental Flavio Julio Valente fue derrotado por Fritigerno de los godos tervingios, lo que marcó el comienzo del fin del Imperio romano.

Después de la muerte de Graciano en 383, los intereses de Teodosio I se dirigieron al Imperio romano de Occidente, donde el usurpador Magno Clemente Máximo había tomado todas esas provincias, excepto Italia.

Esta autoproclamada amenaza era hostil a los intereses de Teodosio El Grande, ya que el emperador reinante, Valentiniano II, enemigo de Máximo, era aliado de Teodosio I.

Este, sin embargo, era incapaz de hacer mucho en contra de Máximo debido a su capacidad militar insuficiente. 

Los ejércitos de ambos líderes lucharon en la batalla de la Salvación en el 388, en la que finalmente Máximo cayó derrotado, y posteriormente, fue ejecutado.

Teodosio El Grande celebró su victoria en Roma el 13 de junio de 389 y permaneció en Milán hasta 391, instalando a sus leales en altos cargos.

La última división

Teodosio I fue el último emperador del Imperio romano unido. Murió a principios del 395. En su lecho de muerte, dividió el Imperio romano entre sus dos hijos, Arcadio y Honorio.

El general romano Flavio Estilicón fue nombrado por el emperador como tutor de su hijo Honorio, ya que este era aún muy joven. Estilicón fue un gran aliado de Teodosio I, quien lo veía como un hombre digno que podía asegurar la seguridad y estabilidad del Imperio.

El ejército de Teodosio I se disolvió rápidamente después de su muerte, con los contingentes góticos irrumpiendo hasta Constantinopla.

En la parte oriental del Imperio dejó a Arcadio, quien tenía cerca de dieciocho años, y en la parte occidental a Honorio, con solo diez años de edad. Ninguno de ellos mostró aptitud para gobernar, y sus reinados fueron marcados por una serie de desastres.

Honorio fue colocado bajo la tutela del Magister Militum Flavio Estilicón, mientras que Rufino se convirtió en el poder detrás del trono de Arcadio, en la parte oriental del Imperio. Rufino y Estilicón eran rivales y sus desacuerdos fueron explotados por el líder gótico Alarico I, quien se rebeló nuevamente después de la muerte de Teodosio el Grande.

El Imperio no pudo levantar las fuerzas suficientes para someter a los hombres de Alarico I. Paralelamente, Alarico I trató de establecer una base territorial y oficial a largo plazo, pero nunca fue capaz de hacerlo.

Estilicón trató de defender Italia y mantener a los invasores godos bajo control, pero para hacerlo, despojó a la frontera del Rin de las tropas, y vándalos, alanos y suevos invadieron la Galia.

Estilicón se convirtió en una víctima de intrigas judiciales y fue asesinado más tarde, en 408. Mientras que la parte oriental del Imperio comenzó una lenta recuperación y consolidación, la parte occidental colapsó por completo.

Más tarde, en el 410, los hombres de Alarico I saquearon Roma. Esto significó la caída del Imperio romano y el comienzo de la Edad Media.

Referencias

  1. Ancient History Encyclopedia (s.f.). Recuperado de ancient.eu.
  2. What were the causes of the split of the Roman Empire into Western and Eastern? Recuperado de quora.com.
  3. Western Roman Empire. Recuperado de en.wikipedia.org.
  4. Maximian. Recuperado de en.wikipedia.org.
  5. Crisis of the Third Century. Recuperado de en.wikipedia.org.