Ansiedad

Ligirofobia: qué es, síntomas, causas y tratamiento


¿Qué es la ligirofobia?

La ligirofobia es el miedo irracional, intenso y persistente ante la presencia o anticipación de ruidos fuertes y de carácter inesperado, como por ejemplo, explosiones de petardos, ruidos de obras, gritos, truenos, disparos, etc.

Una fobia específica es un miedo irracional e intenso hacia algo que, o bien no es peligroso, o en el caso de serlo, no lo es tanto como la persona que padece la fobia lo percibe.

Es decir, cuando una persona padece una fobia específica, tiende a catastrofizar las consecuencias que puede tener el hecho de permanecer en contacto con dicho estímulo temido.

Tipos de ligirofobia

Las personas que sufren miedo irracional a los ruidos fuertes pueden presentar miedos ante:

Globos hinchados

Estas personas no pueden soportar el hecho de que explote un globo. En ocasiones la persona se siente incapaz de permanecer en el mismo espacio que el objeto.

Petardos

Las personas sienten un miedo irracional hacia los petardos. Por ejemplo, situaciones en las que otras personas tiran petardos, escucharlos de lejos, o el simple hecho de pensar que le puede caer uno encima, le genera una respuesta de ansiedad.

Cohetes, castillos de fuegos artificiales, etc.

Las personas con ligirofobia pueden sentir miedo a estos objetos.

Síntomas de ligirofobia

Para saber si nos encontramos ante una fobia específica o ante un miedo, debemos atender a las orientaciones que nos proporcionan los criterios del DSM-5

Para el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5), nos encontraríamos ante una fobia a los ruidos fuertes si:

– La persona experimentase una ansiedad intensa ante el ruido fuerte o ante la anticipación del ruido, en este caso, a los petardos, globos, etc.

– Si el ruido fuerte se evita de forma activa con miedo y ansiedad inmediata e intensa.

– Si el miedo o la ansiedad que produce este ruido fuerte es desproporcionado a la situación y al contexto sociocultural.

– Si la persona trata de evitar de forma persistente aquellas situaciones donde se producen los ruidos fuertes.

– Este miedo a los ruidos causa malestar significativo o deterioro en otras áreas de la vida de la persona.

– Este miedo irracional a los ruidos fuertes no debe obedecer a otro trastorno mental.

Causas

El papel de los padres

La manera en la que los padres manejan los miedos infantiles repercutirá en su mantenimiento o en su recuperación.

Por ejemplo, si una madre, cuando su hijo tiene miedo, se pone nerviosa, empieza a proteger al niño para que deje de escuchar las explosiones, se va corriendo con su hijo a una situación segura, el niño interpretará que su madre le está poniendo a salvo de los petardos que son potencialmente peligrosos, manteniendo de esta manera el problema.

Aunque este miedo irracional podría desaparecer, es habitual que sin un tratamiento adecuado persista hasta la edad adulta.

Las fobias específicas, en nuestro caso, la ligirofobia, se pueden originar tras una experiencia aversiva directa, es decir, encontrarnos con el caso de personas que después de una situación desarrollaron un miedo irracional a los ruidos fuertes.

Este proceso por el que se puede adquirir una fobia se llama condicionamiento clásico. La persona asocia un evento que en un principio no es peligroso a una reacción de ansiedad.

Por ejemplo, un adulto al que le explota un globo cerca y tiene una respuesta de ansiedad. A partir de ese momento, cada vez que ve un globo se le dispara una respuesta de ansiedad, ya que ha asociado este estímulo al miedo.

Otra de las maneras por las que se puede adquirir una fobia es a través de la información que te pueden dar terceras personas acerca de una mala experiencia con alguno de los estímulos temidos (petardo, globo, cohete, etc.).

Ver a alguien teniendo una experiencia aversiva con el estímulo temido también es un desencadenante de la instauración de la fobia, por ejemplo, ver cómo a un amigo le explota un globo y le da en el ojo.

Vulnerabilidad biológica y vulnerabilidad psicológica

Muchas personas se plantean el porqué de haber desarrollado una fobia si en el momento del incidente había más personas y no a todo el mundo le ha sucedido. Puede tener lugar la pregunta de: “¿y por qué me tiene que pasar a mí?”.

Esto obedece a la vulnerabilidad individual. Cuando hablamos de vulnerabilidad hacemos referencia a la predisposición que tiene cada individuo para desarrollar cierta patología.

Hablar de vulnerabilidad biológica hace referencia a que algunas características de nuestro organismo pueden favorecer que se desarrolle una determinada patología. En el caso de las fobias específicas, es probable que las personas que tengan más facilidad para desarrollarlas dispongan de un sistema nervioso autónomo más reactivo.

El sistema nervioso autónomo (formado por el sistema nervioso simpático y el sistema nervioso parasimpático) es el que está involucrado en la respuesta de ansiedad.

La vulnerabilidad psicológica hace referencia a las características psicológicas estables o situacionales del individuo, que facilita el desarrollo de una patología.

Por ejemplo, que la persona tenga un trastorno de ansiedad premórbido o que la persona estuviera pasando en ese momento por una situación vital estresante, facilita que se instaure la fobia con mayor facilidad.

Evaluación

Para poder abordar de una manera adecuada el tratamiento de una fobia específica como la ligirofobia, es importante realizar una evaluación exhaustiva del problema. Los objetivos básicos para evaluarla son:

– Aislar las situaciones temidas y/o evitadas.

– Numerar las condiciones específicas asociadas a diferentes niveles de miedo.

– Averiguar cómo se evita el malestar que genera esta situación.

La evaluación psicológica es el proceso mediante el cual obtenemos información del problema conociendo todos los parámetros. La herramienta más utilizada para evaluar es la entrevista psicológica.

En la entrevista se recabarán datos sobre:

– Datos sociodemográficos (edad, sexo, profesión…).

– Tratamientos anteriores.

– Nivel de interferencia del problema.

– Expectativas hacia la terapia.

– Capacidad para soportar la aversión.

– Situaciones concretas que provocan la respuesta de ansiedad.

– Intentos para afrontar la ansiedad.

– Conductas de evitación y escape.

– Cómo reaccionan las personas de su alrededor.

– Existencia de otras fobias.

– Persistencia de otros miedos evolutivos no habituados.

Tratamiento

El tratamiento de elección para abordar la ligirofobia es la exposición in vivo. La exposición es una técnica psicológica que consiste en presentar el estímulo temido sin permitir que el individuo ponga en marcha las estrategias de escape/evitación. 

Por ello es tan importante evaluar todas las respuestas que realice el sujeto como intento de aliviar la ansiedad que padece.

Cuando se pone en marcha el procedimiento de exposición, la ansiedad aumenta y si no ponemos en marcha las conductas de escape y evitación, llega un momento en que la ansiedad se estabiliza y comienza a descender hasta que llega a niveles bajos, es decir, la ansiedad tiene forma de campana gaussiana.

Cada vez que utilicemos este procedimiento, la ansiedad ascenderá a niveles inferiores y disminuirá más rápido. Llegará un momento en el que, después de numerosas presentaciones, el estímulo temido no producirá respuesta de ansiedad. Es entonces cuando diremos que se ha desarrollado el fenómeno de habituación.

Para llevar a cabo el procedimiento de exposición, lo primero es jerarquizar las situaciones. Le pedimos a la persona que puntúe todas las situaciones de 0 a 10 de ansiedad y las ordenamos.

Un ejemplo de jerarquización sería, el siguiente:

  • 1ª situación: globo hinchado a la mitad, en la mesa.
  • 2ª situación: globo hinchado completamente en la mesa.
  • 3ª situación: sostener el globo hinchado a la mitad entre las manos.
  • 4ª situación: sostener el globo hinchado completamente entre las manos.
  • 5ª situación: juguetear con el globo completamente hinchado.
  • 6ª situación: permanecer en la habitación mientras una persona aprieta el globo tratando de explotarlo.
  • 7ª situación: otra persona pincha el globo.
  • 8ª situación: la persona misma pincha el globo.

Una vez elaborada la jerarquía comenzamos por la primera situación. En nuestro caso, la persona debe permanecer ante el globo hinchado a la mitad encima de la mesa hasta que la ansiedad sea 0.

La persona no puede realizar ninguna de las conductas de seguridad, como por ejemplo, alejarse del globo, salir de la habitación, etc.

Al iniciar la exposición le preguntaremos su nivel de ansiedad y posteriormente cada 10 minutos le volveremos a preguntar su nivel de ansiedad.

Cuando el sujeto diga que su ansiedad es igual a cero, dejaremos unos minutos más y cerraremos la sesión. Este procedimiento se repetirá tantas veces hasta que la persona consiga que un globo a medio hinchar esté encima de la mesa y no le produzca ansiedad.

Cuando la persona consiga que su ansiedad ante esta situación diseñada concretamente sea igual a 0 pasaremos a la segunda situación.

El tratamiento de exposición se ha demostrado eficaz para las fobias, y aunque parece un tratamiento difícil para el paciente, se puede graduar tanto como sea necesario.

Lo importante es alcanzar el final de la jerarquía porque quedarnos en niveles intermedios supone arriesgar a recaer en los miedos pasados.

Referencias

  1. Echeburúa, E. y de Corral, P. (2009). Trastornos de ansiedad en la infancia y adolescencia. Colección Ojos Solares. Pirámide.
  2. Labrador, F. (2004). Técncias de modificación de conducta. Pirámide.
  3. Pastor, C. y Sevillá, J. (2011). Tratamiento psicológico de la hipocondría y la ansiedad generalizada. Publicaciones del Centro de Terapia de Conducta.