Historia

Organización política y social del Imperio bizantino


La organización política y social del Imperio bizantino hace alusión a las estructuras de poder y de orden que se mantuvieron vigentes en el período Bizancio: desde los albores de la Edad Media hasta el inicio del Renacimiento. El Imperio bizantino se desarrolló en el Mediterráneo Oriental, por lo que su ciudad principal fue Constantinopla (actual Estambul).

También se le conoce como el Imperio romano de Oriente, ya que sus primeros siglos de existencia transcurrieron durante la Antigüedad tardía, cuando todavía existía el Imperio romano de Occidente. Por esta razón, algunos historiadores consideran que el de Bizancio fue en realidad un imperio griego que mantuvo una alianza política con Roma.

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A lo largo de su extensa historia, el Imperio bizantino sufrió incontables guerras y pérdidas territoriales; sin embargo, fue una notable potencia económica y militar en el Oriente Próximo, en Europa y en el Mediterráneo oriental durante gran parte de la época medieval.

Su última recuperación de poderío transcurrió durante la dinastía Comneno en el siglo XII. No obstante, sufrió su última decadencia cuando empezaron las guerras otomano-bizantinas, que culminaron con la pérdida de Constantinopla y con la conquista de los demás territorios bajo el dominio de los turcos.

Así mismo, el Imperio bizantino es recordado por haber sido un bastión notable del cristianismo, impidiendo en constantes ocasiones el avance del islam hacia la Europa Occidental. También fue uno de los centros comerciales más importantes del mundo, por lo que estableció una moneda estable que circuló por toda el área mediterránea.

El poder del Imperio Bizancio fue tan contundente que incluso influyó de manera determinante en los sistemas políticos, en las leyes y demás costumbres del resto de Oriente Medio y Europa. Además, este Imperio permitió que se conservaran y se transmitieran muchas obras científicas y literarias del mundo clásico y de otras culturas.

Índice del artículo

Organización política

El Basileus

El Imperio bizantino se regía por un jefe supremo denominado basileus, que es una palabra griega que quiere decir “rey”. El término se empleó por primera vez en 629 gracias al emperador Heraclio, quien decidió sustituir el antiguo título introducido por los romanos de “augusto”.

La forma femenina para basileus era basilissa, que era empleada para designar a la emperatriz. Por otro lado, el sustantivo basileopator era un título honorífico que se empleaba para nombrar al padre del rey o emperador.

El rey del Imperio bizantino estaba relacionado de manera directa con la Iglesia, por lo que uno de sus títulos era isapóstolos, que quiere decir “igual a los apóstoles”. Gracias a esta coalición entre Iglesia y Estado, el Imperio de Bizancio fue un estado teocrático, donde las bases de la autoridad tenían que estar fundamentadas en la voluntad de Dios.

El poderío militar de Bizancio

El ejército bizantino fue uno de los más poderosos de la cuenca mediterránea, ya que heredó las tradiciones de las legiones romanas; sin embargo, fue reformado según las necesidades del imperio.

Entre los siglos III y IV se introdujo una modificación en la que la ofensiva fue denominada catrafacta, que quiere decir “caballería pesada”.

Las armaduras bizantinas también tuvieron un papel importante en la hegemonía marítima de Bizancio, ya que contaban con ágiles embarcaciones denominadas dromos y con otras armas inventadas por ellos mismos, como por ejemplo el fuego griego.

Bizancio mantuvo una superioridad naval que le permitió conquistar y dominar al Mediterráneo oriental; sin embargo, esto solo duró hasta el siglo XI, cuando el poderío naval bizantino comenzó a ser desplazado por las flotas de las ciudades-estado italianas, como por ejemplo, Venecia.

Así mismo, en Bizancio se desarrollaron dos tipos de tropas: en un primer lugar estaban los limitanei, que se ubicaban en las fronteras actuando como cuerpos de gendarmería; luego estaban los comitatenses, que consistían en tropas expedicionarias de gran movilidad.

Posteriormente, en el siglo VII Bizancio comenzó a organizarse en thematas, circunscripciones militares y administrativas dirigidas por estrategas que generalmente eran jefes de Estado con mucho poder.

Negociaciones y debilidades

El Imperio bizantino también se caracterizó por tener una notable capacidad diplomática; por ejemplo, cuando no podía asegurarse el triunfo mediante el uso de la fuerza bélica, buscaba la manera de comprar o de pagar tributos a sus enemigos con el objetivo de mantenerlos alejados.

A pesar de sus buenas tácticas, Bizancio contó con una debilidad que los perjudicó en algunas ocasiones: el ejército bizantino tenía la particularidad de recurrir a guerreros mercenarios de lealtad dudosa.

Por ejemplo, en más de una ocasión contrataron a la guardia vikinga varega, que llegó a protagonizar algunos de los enfrentamientos más sangrientos.

Organización social

La organización y estructura social del Imperio bizantino es muy parecida a la del resto de los grandes imperios de la Edad Media, ya que en la mayoría de los casos el Estado y la religión se unieron para coordinar a las sociedades mediante un “mandato divino”.

Por esta razón la clase social más alta estaba compuesta por la nobleza, donde se hallaban a los basileus, al patriarcado y a la alta aristocracia; también entraban en esta primera clase el clero, la burguesía, algunos terratenientes y los jefes de Estado.

Según la tradición bizantina, el basileus obtenía su autoridad del mandato divino de Dios, por lo que era su representante en la Tierra y era el único que contaba con el poder para designar a los patriarcas que dirigían a la Iglesia ortodoxa.

Clases sin privilegios

Luego de esta primera clase estaban los sectores medios sin privilegios políticos. Allí entraban los comerciantes y artesanos, quienes prosperaron notoriamente gracias a las capacidades adquisitivas y económicas del Imperio.

Aunque muchos comerciantes lograron obtener y ahorrar grandes riquezas, estos no podían entrar al sector privilegiado ya que no tenían la potestad de ejercer cargos políticos. En cuanto a la clase baja, esta se constituía por esclavos y siervos, quienes carecían de derechos.

La mujer

Por otro lado, el papel de la mujer en el Imperio bizantino no resultó tan marginado gracias a las labores de la emperatriz Teodora (501-548), quien instauró algunas leyes que permitieron la protección de la mujer en varios casos. Por ejemplo, esta reina consiguió imponer castigos a los violadores y consiguió prohibir la prostitución forzada.

Referencias

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