Itzpapálotl: simbología, leyendas, representaciones artísticas
Itzpapálotl (en náhuatl “mariposa de obsidiana”) era una de las diosas-madre más temidas del panteón mexica, específicamente dentro la cultura tolteca. Se consideraba patrona del día Cozcacuauhtli y la Trecena 1 Casa.
Era también señora de la caza y de los sacrificios. En frecuentes oportunidades la relacionan con la magia negra, así que suele ser el arquetipo de la sabia anciana y las hechiceras poderosas.
A esta deidad se le cataloga como una Cihuateotl, es decir, un espíritu femenino encarnado que murió al dar a luz y que solía ser honrado como guerrero caído. También es considerada una de las Tzitzimime, grupo de deidades monstruosas que descendían a la tierra para devorar a los seres humanos durante los eclipses de Sol.
Itzpapálotl pertenecía al reino Tamoanchan, un paraíso terrenal habitado por dioses, que se relaciona con el nacimiento de la humanidad, pero también con ser el destino de las víctimas de mortalidad infantil. Además era identificada como la madre de Mixcóatl, dios azteca y tolteca patrón de la caza y las tempestades, que se manifestaba en la forma de la Vía Láctea.
Quizá la razón por la que no se le brinda mucho tributo es por ser una diosa de origen chichimeco, pueblo nómada poco apreciado por los aztecas. Por esa razón, la cultura azteca probablemente reemplazó su figura por la de quien fuera su hijo, Mixcóatl, como dios de la caza.
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Simbología
A esta deidad se le asocia a la nocturnidad, a la frialdad y al origen subterráneo. Como lo indica su nombre, tiene una fuerte vinculación a la polilla Rothschildia orizaba de la familia Saturniidae, llamada mariposa de navajas o cuatro espejos.
En algunas mitologías, la mariposa simboliza el fantasma de alguna alma en pena y, en especial, las especies nocturnas suelen ser señal de mal presagio y de muerte.
Con respecto a la obsidiana o vidrio volcánico, tiene una fuerte vinculación a la tierra y al inframundo. Suele representar la purificación a través del autosacrificio y el desmembramiento de víctimas en los sacrificios humanos.
Las lancetas de obsidiana solían ser objeto de culto. Los artículos elaborados con este material también tenían un nexo con la adivinación o podían ser usados como amuletos protectores. Cuando esta roca era pulida y quedaba tan brillante como un espejo, se creía que era el alma cristalizada que había caído del cielo.
Leyendas
Aunque esta diosa no es descrita por los grandes estudiosos de la cultura mexica, los destacados investigadores Bernardino de Sahagún, Diego Duran o Alfonso Caso han advertido de que aparece en varios códices y relatos mexicas.
En la Leyenda de los Soles puede conocerse parte de la historia de esta deidad asociada al inframundo. En la narración, Itzpapálotl es quemada y estalla en cinco cuchillos de pedernal de diversos colores. Uno de ellos, el segundo que era de color blanco, lo utilizó luego Mixcóatl para sus conquistas, como tlaquimilolli o paquete sagrado.
Según algunas fuentes, Itzpapálotl puede transmutarse de divinidad nocturna a una celestial, al asociarse al pedernal. Esto le confiere un carácter dual entre el bien y el mal, el inframundo y el cielo, al igual que lo tiene Tezcatlipoca.
Se dice que tras su muerte, Itzpapálotl se convierte en la piedra blanca celeste que recoge Mixcóatl para encender el fuego por primera vez y que contenía la chispa divina, la energía, el fuego.
En los Anales de Cuauhtlican se cuenta cómo Itzpapálotl mata y come a los mimixcoa (víctimas chichimecas), antes de ser flechada y quemada por ellos mismos cuando resucitaron y eran liderados por Mixcóatl. Luego, los mimixcoa se cubrieron con las cenizas resultantes de la diosa, principalmente alrededor de los ojos.
A través del Códice Río se puede conocer por qué la expulsaron del paraíso. Estando en el jardín de deleite, la diosa arrancó algunas rosas ocasionando la ruptura del árbol, del cual brotó sangre.
Tonacatecutli y su esposa enfurecidos, la arrojaron junto a otros dioses de ese lugar celestial y desde entonces se considera que la trecena que preside (la decimoquinta) es desafortunada o de mal augurio.
Otros datos se encuentran en el Códice Telleriano-Remensis, en el que se detalla el ritual de la trecena que ella representa. Durante la 1 Casa, las malas mujeres adúlteras que querían pedir perdón iban a las encrucijadas y se desvestían en señal del abandono de su mal.
Representaciones artísticas
La horrible apariencia de Itzpapálotl es, para algunos estudiosos, evidencia de su origen demoníaco, tomando en cuenta está incluida entre las criaturas expulsadas del cielo, tales como Huitzilopochtli y Tezcatlipoca. Los elementos comunes en las representaciones de esta deidad son las alas de mariposa bordeadas con cuchillos de piedra.
En algunas imágenes, el rostro está maquillado como las damas de la corte mexicana, con la característica tiza blanca. Mientras en otras se sustituye la cara por un cráneo y un cuchillo de sacrificio, en lugar de orificio nasal.
Una de las manifestaciones artísticas más destacadas fue descubierta en el Códice Borbónico. Puede apreciarse con un gran lazo rojo que termina en una gran cresta de quetzal. En vez de manos y pies, tiene garras y alas con decoraciones de pedernal.
En frente tiene el árbol de Tamoanchan, además de otros símbolos como una vasija de agua, una serpiente, una araña y un contenedor con un corazón, todos símbolos de la oscuridad y la magia.
Asociación con animales y materiales
Esta deidad aparece frecuentemente con garras de jaguar y en otras de águila. También suele encontrarse usando un nahualli o un dobladillo de dientes humanos, accesorios usuales de las brujas nigromantes.
En la mitología e iconografía nahua se le relaciona con la figura de Cihuacóatl, que era la recolectora de almas y protectora de las mujeres fallecidas al dar a luz.
Su nahual era un ciervo, símbolo de la cacería. También esta diosa comparte varios atavíos con el sentido divino de la Tierra y en algunos himnos se le identifica directamente con Tlaltecuhtli, señor de la tierra.
También se ha detectado una clara vinculación de Itzpapálotl con el cobre, incluso un atavío de los guerreros tiyacacauani y de la indumentaria del dios del fuego, Otontecuhtli, reciben ese nombre. La prenda está elaborada con láminas de ese metal y encima se dispone la figura de la mariposa.
Referencias
- Miller, Mary & Karl Taube (1993). The Gods and Symbols of Ancient Mexico and the Maya: An Illustrated Dictionary of Mesoamerican Religion. London: Thames & Hudson.
- Spence, L. (2012). The Magic and Mysteries of Mexico: Or, the Arcane Secrets and Occult Lore of the Ancient Mexicans and Maya. Hardpress Publishing.
- Fundación para el avance de los estudios mesoamericanos (FAMSI). (s.f.). El Grupo Borgia – Códice Ríos. Recuperado de famsi.org
- Olivier, G. (2005). Tlantepuzilama: las peligrosas andanzas de una deidad con dientes de cobre en Mesoamérica. Estudios de cultura náhuatl, 36(036).
- Kroger, J., & Granziera, P. (2012). Aztec goddesses and Christian Madonnas: images of the divine feminine in Mexico. Ashgate Publishing, Ltd.