Psicología educativa

Cómo educar a un hijo adecuadamente: 13 consejos prácticos


Saber cómo educar a un hijo es una de las mejores habilidades que se puede aprender para construir una familia sana, tener bienestar y calidad de vida, y criar a un niño educado y con un futuro prometedor.

A veces encontramos en nuestros hijos problemas de conducta, falta de habilidades sociales, problemas de autoestima, mala relación entre padres e hijos, poco control emocional, falta de rutinas…

Hay muchas situaciones que nos ponen a prueba como padres y donde nos preguntamos constantemente si lo estamos haciendo bien o qué cosas podríamos mejorar. Muchas veces nos gustaría encontrar soluciones mágicas a situaciones que nos desbordan y que no somos capaces de abordar adecuadamente.

O simplemente querríamos encontrar herramientas que nos permitieran cambiar o mejorar de algún modo la relación que tenemos con nuestros hijos. A continuación te dejamos 13 consejos prácticos que puedes poner en práctica desde hoy mismo.

13 consejos para educar a tu hijo

Utiliza la comunicación de aceptación

A la hora de relacionarte con tu hijo, demuéstrale tu amor de manera incondicional. Demostrarle que es importante para nosotros y que lo queremos por encima de todo implica no solo lo que decimos si no cómo lo decimos.

Tu hijo debe saber y comprender que siempre le querrás y le aceptarás, que puedes desaprobar su conducta pero que él es valioso y lo estimas por encima de todo, incluso cuando se equivocan o fracasan.

La comunicación de aceptación es importante porque es la base para el desarrollo de una personalidad fuerte y una autoestima segura.

Algunos autores han estudiado la relación que hay entre el estilo de crianza de los padres y la autoestima en niños entre 3 y 5 años. Observaron que los niños con mayor autoestima coincidían con aquellos donde había mayor grado de autoestima valorado por sus padres.

El niño debe saber que es amado y aceptado por quien es y no por lo que hace. El niño no debe guiarse por el miedo ni por tu aprobación, porque debe saber que lo amas por encima de todo. Los niños necesitan amor sin condiciones para creer en un ambiente sano y seguro.

Muéstrate disponible y accesible para tu hijo

En las relaciones que fomentan vínculos cálidos, que muestran que están disponibles para sus hijos y donde hay apoyo entre ambos, se crea un clima abierto hacia los mensajes de los padres.

Cuando se sienten apoyados, se incrementa su eficacia personal y todo ello influye en su funcionamiento afectivo y comportamental. Cuando en las primeras edades de la vida ha habido poca solidez en la educación de los niños las consecuencias pueden ser negativas.

La poca accesibilidad y disponibilidad hacia los hijos unida a poca comunicación, puede conllevar en la adolescencia a que estos se desarrollen con grupos conflictivos y a que se fomenten comportamientos de riesgo.

Ser sensible a las necesidades del niño, atender y aceptar su individualidad y expresarle afecto son imprescindibles para regular su comportamiento.

Ponle límites

Otro aspecto importante dentro de la educación de los niños es el tema de la disciplina positiva. En los estilos educativos parentales, encontramos el estilo autoritario, el permisivo y el democrático. Estos estilos educativos están relacionados con el control disciplinario y con la calidez afectiva.

Un padre democrático es aquel que presenta una alta calidez y un alto control. Por su parte, un padre autoritario sería aquel más frío afectivamente y con un alto control. Un padre sobreprotector tendría una alta calidez y un bajo control, mientras que uno negligente sería bajo en ambos aspectos.

Es importante tener en cuenta que en ocasiones, por intentar no convertirnos en padres autoritarios, flaqueamos en el control de nuestros hijos y podemos convertirnos en unos padres más sobreprotectores.

Los niños necesitan límites, con autoridad positiva, pero necesitamos darles seguridad. A la hora de poner límites, estos deben ser objetivos y concretos. Las frases hacia los niños deben ser cortas, sencillas, reforzándolas una a una.

Es adecuado que les permitamos hacer elecciones frecuentes, que les permiten elegir dentro de las posibilidades. Por ejemplo, si el niño tiene que ponerse la chaqueta podemos darle la posibilidad de ponérsela solo o ayudarle nosotros. O si tiene que tomar el jarabe, puede hacerlo en vasito o en una cuchara.

Es importante ser firme, los niños necesitan consistencia porque eso les da seguridad. Y la firmeza forma parte de los límites positivos.

Utiliza el refuerzo

Refuerza a tu hijo por todo aquello que haga bien y no utilices el castigo. Los estilos de crianza autoritarios y castigadores suelen generar un desarrollo emocional desadaptado y con déficits en estrategias emocionales para adaptarse a diferentes situaciones.

Los niños son más receptivos ante el refuerzo positivo. El castigo no debe utilizarse y por supuesto, no debe utilizarse jamás el castigo físico. Además, nos preocupa que los niños crezcan con una autoestima sana, que reflejará también el autoconcepto que tienen sobre ellos mismos.

El refuerzo positivo puede ayudarnos a todo ello. La clave está en el buen uso, tampoco excederse en los halagos, que sean siempre reales y no forzados, porque el niño lo percibirá.

Es mejor dejar el “NO” para situaciones en las que realmente sea necesario. Queremos que el NO tenga un valor reforzante, pero si lo utilizamos de manera indiscriminada, no será efectivo cuando realmente lo necesitemos.

Fomenta la responsabilidad y la autonomía

Cuando los hijos son adolescentes, los padres desean que sus hijos sean autónomos, responsables, independientes, que se comuniquen con ellos de manera fluida y que confíen en ellos para todo.

Sin embargo, para que todo ello tenga lugar en esta etapa de la vida, las pautas de crianza deben ir dirigidas a ello desde la infancia. Adaptado a cada edad y a las características de los niños, se puede fomentar la curiosidad, la responsabilidad y la autonomía.

En las familias que educan con valores sólidos, los conflictos adolescentes por la libertad y la experimentación de nuevas experiencias ocurren de forma transitoria.

Cuando los niños son pequeños, una de las maneras más adecuadas de fomentar la responsabilidad y la autonomía es proponerles elecciones frecuentes. Ante determinadas cosas que los niños deben hacer día a día, muchas de ellas pueden ser seleccionadas por ellos, aunque sea entre diferentes alternativas.

Esto respetará sus decisiones, les ayudará a ser autónomos y prevendrá en muchas ocasiones conflictos familiares. Establecer responsabilidades a los niños según sus capacidades y su etapa evolutiva también es una pauta de crianza muy apropiada.

Ten en cuenta sus emociones, la inteligencia emocional es importante

Las emociones también son importantes. Tener en cuenta las emociones de nuestros hijos y trabajarlas forman parte de una educación adecuada.

Diferentes estudios han mostrado la relación que hay entre la expresividad de los padres (mostrar expresiones verbales o no verbales) y las respuestas empáticas de los hijos.

Las reacciones que muestran los padres ante las emociones de sus hijos juegan un papel en cuanto a su desarrollo socioemocional se refiere. La inteligencia emocional se aprende, está formada por una serie de aptitudes o competencias que pueden aprenderse.

Podemos trabajar con nuestro hijo sus emociones y lo estaremos educando emocionalmente cuando le ayudemos a identificar las señales de las emociones, a ponerles nombre, comprenderlas y saber de dónde vienen y por último cuando le ayudemos a regularlas.

Ayudarle a comprender y trabajar aspectos como la automotivación o la demora de las gratificaciones, el autocontrol, las habilidades sociales, la asertividad, la escucha activa o la empatía implica también trabajar la inteligencia emocional.

Acepta la individualidad de tu hijo

Es importante respetar la individualidad del niño. Cada uno de nosotros somos singulares y peculiares, únicos y diferentes a los demás.

No hay que etiquetar a los niños, porque ello acaba influyendo en nuestro hijo y en aquello que puede realizar. En relación a las expectativas que tenemos hacia los niños destaca el “efecto pigmalión”.

La personalidad y la identidad va desarrollándose con el niño y la infancia es una etapa donde nuestros referentes tienen una gran importancia en nuestra autoestima y autoconcepto.

Aceptar la individualidad del niño implica también no proyectar nuestros deseos en los niños y dejar que sean ellos mismos. Ellos tienen preferencias, deseos, necesidades… y a veces estos no coinciden con los nuestros. Debemos respetarlo.

La crianza debe basarse en el respeto al individuo, un ambiente seguro y cómodo donde se sienta querido y pueda descubrir el mundo.

Las acciones tienen consecuencias, que no eluda su responsabilidad

En la educación de los niños es importante la responsabilidad. No debemos castigar a los niños, pero sí que es importante que tengan en cuenta las consecuencias de sus actos.

Si un niño dibuja en la pared o en la mesa, podemos ofrecerle la alternativa para pintar en un sitio más adecuado, podemos explicarle por qué no es adecuado pintar en la pared o en la mesa, sin enfados.

Posteriormente, la consecuencia sería que limpie con nosotros aquello que ha ensuciado. No estamos castigando al niño y la manera en la que afrontamos el problema dice también mucho acerca de ello.

Se trata de una consecuencia. De manera tranquila, le explicamos por qué debe ayudarnos a limpiarlo y esperamos a que junto a nosotros, en la medida que pueda, limpie aquello que ha ensuciado.

Las consecuencias forman parte de la vida y es la manera en la que aprendemos y nos hacemos responsables de nuestros actos.

Actúa con el ejemplo

El aprendizaje de los niños pasa, en gran parte, por la observación. Los padres somos los modelos principales de conducta de nuestros hijos y lo que hagamos dirá mucho más de nosotros que lo que digamos.

Nuestras palabras deben ir en consonancia con lo que hacemos. Los niños aprenderán a través de nuestro ejemplo. Si le dices al niño que sea respetuoso, que sea ordenado, que no grite o que esté tranquilo y nosotros le estamos mostrando lo contrario, nuestras palabras perderán todo el sentido.

Los niños necesitan seguridad. Necesitan encontrar una coherencia entre todo ello para poder considerar como válidas nuestras enseñanzas y generar e interiorizar así las propias.

Fomenta la comunicación y dialoga con él

La importancia de la comunicación y del diálogo destaca en cuanto a pautas de crianza. El diálogo debe ser la base de la relación entre padres e hijos a lo largo de todo su desarrollo.

Algunos estudios plantean que los problemas de comunicación son uno de los factores de riesgo en el ajuste psicológico de los adolescentes.

Las familias con estilos asertivos promueven en sus hijos un desarrollo socioafectivo adecuado. Ante la depresión o la soledad promueven un afrontamiento adaptativo, mientras que aquellos más autoritarios generan mayor inseguridad, se evitan los problemas y el afrontamiento es más desadaptado.

Déjale que experimente, tiene que aprender

La infancia es el periodo de experimentación por excelencia. Todo es nuevo para ellos, por lo que las experiencias que viva en estas etapas tan tempranas van a ser muy importantes para la construcción de su aprendizaje.

Una vía fundamental por la que los niños descubren el mundo es el juego, lo cual incluye la manipulación de objetos y materiales del ambiente, la representación de situaciones cotidianas y la relación con sus iguales y otros adultos de su entorno.

Es muy importante dejar que los niños jueguen libremente y poner a su disposición estímulos adecuados para ello (por ejemplo, juguetes adecuados para su edad, poco estructurados para fomentar su imaginación).

Nuestro papel en el juego debe ser secundario. Esto quiere decir que debemos estar presentes, pero sin tomar el control de la actividad, dejando que el niño explore sus gustos, sus límites, sus objetivos.

No hagas comparaciones

Siempre dicen que las comparaciones son odiosas y en el caso de los niños no vamos a hacer una excepción.

Cuando intentamos que nuestros hijos e hijas cambien una conducta que no nos gusta, en ocasiones tendemos a compararlos con otros niños cuyo comportamiento nos parece más aceptable, con la intención de darles un marco de referencia.

Sin embargo, este recurso además de ser poco útil para mejorar su comportamiento, tiene efectos nada deseables en la autoestima y autoconcepto del niño.

Les hace sentirse poco aceptados y comprendidos, y les enseña de forma indirecta un modelo de desarrollo basado en la competitividad, a “ser como…” o “mejor que…”, en lugar de aceptar su individualidad. Además, en el caso de los hermanos, fomenta la rivalidad entre ellos y la aparición de los celos.

Hemos de tener en cuenta que cada niño tiene sus propias características y puntos fuertes, los cuales se pueden utilizar para enmendar una comportamiento negativo. Cuando sientas la tentación de comparar a tu hijo con otro niño, párate un momento y obsérvale solo a él.

La consistencia es lo más importante

La consistencia es la clave más importante dentro de la crianza de un hijo. El niño necesita ambientes estables, sólidos y coherentes.

Los límites y las normas que establecemos con nuestros hijos deben ser firmes, porque eso es importante para no crear incoherencia en la crianza. A veces, con nuestro comportamiento y sin ser conscientes, estamos generando problemas de comportamiento en nuestros hijos por esta falta de coherencia.

Si ponemos normas contradictorias, podemos afectar de manera negativa a la conducta del niño y a su desarrollo y autoestima.

Si estableces unas pautas y te contradices, los niños no saben qué pasará a continuación, no pueden prever las consecuencias de los actos y sienten que no tienen el control de lo que puede pasar.

Referencias

  1. Cuervo, A. (2009). Pautas de crianza y desarrollo socioafectivo en la infancia. Divers.: Perspect. Psicol., 6(1), 111-121.
  2. Faber, A., Mazlish, E. (1997). Cómo hablar para que sus hijos le escuchen y cómo escuchar para que sus hijos le hablen. Medici.
  3. Mestre, M. V., Tur, A. M., Samper, P., Nácher, M. J., Cortéz, M. T. (2007). Estilos de crianza en la adolescencia y su relación con el comportamiento prosocial. Revista Latinoamericana de Psicología, 39, 2, 211-225.
  4. Morillas, V. La manipulación y la experimentación en Educación Infanil. Universidad de Cádiz.