Los 11 Dioses Olmecas Más Importantes y sus Características
Entre los principales dioses olmecas destacan el jaguar, el espíritu de la lluvia, la serpiente emplumada y el dios dragón, entre muchos otros. Los olmecas fueron una civilización prehispánica considerada la primera de Guatemala y México que se desarrolló aproximadamente entre los años 1500 antes de Cristo y 400 después de Cristo.
Los diversos dioses que conformaron la religión olmeca estaban vinculados principalmente con la agricultura, los animales y la naturaleza. Para los olmecas, cada uno de los elementos que les rodeaban estaba vivo; entre estos elementos se encontraban las cuevas, las rocas, las montañas y los ríos.
Según las creencias de los olmecas, cada elemento vivo que les rodeaba estaba lleno de espíritus que tenían poderes sobrenaturales. Así mismo, los gobernantes también formaban parte de este círculo de deidades, pues se consideraban descendientes directos de los dioses y por ello también gozaban de poderes.
Otro aspecto importante relacionado con la religión olmeca es que esta civilización creía que los seres humanos y los animales compartían elementos espirituales esenciales. Como consecuencia de esto, era posible que se transformaran el uno en el otro de forma controlada y a voluntad.
Esta concepción puede ser la razón por la cual es común encontrar representaciones de las deidades olmecas en las que los rasgos humanos se mezclan con características animales o de la naturaleza.
Tomando en cuenta lo anterior, es usual encontrar rasgos felinos (que hacen referencia al jaguar), figuras parecidas al maíz y rostros humanoides, todo en la misma representación de un dios.
Índice del artículo
Los 10 dioses olmecas más importantes
Nahual, el dios jaguar
También fue denominado Nahual, y fue el dios más importante de esta cultura prehispánica. Este animal fue representado innumerables veces en las distintas representaciones artísticas de esta cultura, sobre todo en el arte lapidario.
El dios jaguar estaba vinculado con la fertilidad y la lluvia, y en algunos casos también se le relacionaba con personas específicas; se decía que el vínculo entre hombre y jaguar era tal que si el jaguar moría, el hombre que estaba asociado a ese jaguar también moriría.
Los olmecas consideran al jaguar como un chamán del mundo natural, razón por la cual tenía cierta preponderancia con relación a los demás dioses a los que adoraban.
Desde hace mucho tiempo se pensó que el jaguar era el dios alrededor del cual giraba todo el sistema de creencias de los olmecas. Sin embargo, diversas investigaciones han demostrado que, a pesar de ocupar un lugar importante, el dios jaguar no era el centro de la religión olmeca, sino una deidad más dentro de su sistema religioso.
En cualquier caso, la imagen del jaguar para los olmecas estaba vinculada con fiereza y fuerza, y cada cierto tiempo hacían sacrificios para honrar a este dios.
Dragón olmeca
Esta figura fue hallada posterior a las más representativas de la cultura olmeca; sin embargo, se estima que los rituales asociados a esta deidad pueden ser anteriores a los dedicados a la llamada Serpiente emplumada, uno de los principales dioses olmecas.
Como ocurre con otras deidades de esta cultura mesoamericana, las figuras representativas del dragón olmeca combinan elementos propios del jaguar, de las aves y de la serpiente. Así mismo, en ocasiones también aparece representado como una figura con rasgos humanos.
La arqueóloga Carolina Meza Rodríguez dirigió una de las excavaciones a través de las cuales se han hallado evidencias relacionadas con el dios dragón. Esta investigadora indica que en las reliquias encontradas hay otros elementos claramente vinculados con la cultura olmeca, como una cruz de origen olmeca y las cejas con forma de llamarada.
Otras investigaciones han determinado que la imagen del dios dragón podría estar vinculada con una familia que gobernó a esta civilización durante 300 años, entre los años 800 y 500 a. C. Esto sería coherente con el hecho de que los olmecas consideraban a sus gobernantes descendientes los dioses.
El dios dragón también es conocido como “monstruo de la Tierra” y los olmecas lo consideraban una deidad relacionada estrechamente con el poder y la autoridad.
Serpiente emplumada
Diversas culturas mesoamericanas tuvieron su propia representación de la Serpiente emplumada; sin embargo, se considera que la versión olmeca fue la más antigua de todas.
Esta deidad fue ampliamente representada en diversas expresiones artísticas, como esculturas y pinturas, y era común que se ubicara cerca de los seres humanos. Se han encontrado representaciones pictóricas de la Serpiente emplumada en cuevas y estructuras construidas por los olmecas.
Físicamente era representada como una serpiente cascabel de gran tamaño y cubierta por completo de plumas; además, tenía una cresta abundante. La Serpiente emplumada estaba relacionada con la vida y el viento, por lo que formaba parte de las deidades asociadas a la fertilidad.
Hombre-jaguar
Según una leyenda olmeca, la unión carnal entre un jaguar y una mujer dio como resultado a los denominados hombres-jaguar. Otra versión indica que los hombres-jaguar se concibieron luego de la unión de los gobernantes con seres jaguares de origen mítico.
En cualquier caso, los hombres-jaguar son el reflejo más evidente de una de las creencias esenciales de los olmecas, según la cual los seres humanos tenían la posibilidad de transformarse en animales según quisieran debido a que ambos compartían parte de sus espíritus.
Estas figuras eran representadas como elementos que combinaban rasgos humanos y felinos, cuyos labios caían un poco dando la sensación de estar gruñendo.
Se ha determinado que las representaciones olmecas relacionadas con los hombres-jaguar fueron las primeras que existieron en Mesoamérica. Dichas figuras se han encontrado en cuevas y en esculturas hechas con piedra, cerámica y jade.
Homshuk, dios del maíz
El dios del maíz se caracteriza principalmente porque no tiene un género definido. El nombre que le dieron los olmecas fue Homshuk y se ha visto representado en diversas esculturas y creaciones olmecas.
La forma de este dios solía representarse de distintas formas, pero todas tenían en común una base ovalada con forma humanoide, que tenía una hendidura en la cabeza desde la cual brotaba lo que puede identificarse como una mazorca u otros símbolos relacionados con el maíz.
Así mismo, era común encontrar en esas esculturas la figura de una semilla en proceso de germinación ubicada a la altura de la frente. Los rasgos de Homshuk también tenían algunas referencias al jaguar, que resultó una figura presente en las diversas deidades olmecas, en mayor o en menor medida.
El dios del maíz era uno de los más alabados, pues este alimento representaba la base de la economía y el sustento principal de los olmecas. Por ello no es de extrañar que en la zona arqueológica llamada La Venta se haya encontrado vestigios de una pirámide dedicada a este dios, también considerado hijo del Sol.
Se tiene la certeza de que esta pirámide fue dedicada a Homshuk debido a que en lo más alto de la estructura se hallaron grabados que representaban la figura de este dios.
Espíritu de la lluvia
El espíritu de la lluvia está representado por una figura masculina pequeña, que puede ser asociada con un joven, un niño o un enano. Incluso, algunas investigaciones explican que eran considerados hombres muy sabios que mantenían su aspecto físico infantil.
A pesar de su tamaño, los olmecas la describieron como una deidad muy poderosa, que además tenía varios ayudantes con quienes convocaba la lluvia y quienes le protegían. Como es de esperarse, este dios también estaba vinculado con los relámpagos y los truenos.
Algunos investigadores, como el especialista en arqueología olmeca Michael Coe, han determinado que el dios de la lluvia realmente se generó del dios jaguar. El argumento que justifica esta concepción es que las figuras representativas del dios de la lluvia presentan una hendidura similar a las que también estaban presentes en las figuras del dios jaguar.
Así mismo, la boca del dios de la lluvia presenta una especia de colmillos, rasgos que sin duda alguna están vinculados con la imagen del jaguar.
Otras características físicas de esta deidad son los párpados algo hinchados, los ojos oblicuos que tienen la tendencia de estrecharse aún más y el ceño fruncido. Algunas representaciones sostenían una manopla en cada mano, que se utilizaban en rituales con carácter combativo.
El dios de la lluvia era de mucha importancia, pues estaba vinculado con la abundancia y el renacer y, por supuesto, también se le relacionaba con el maíz, principal alimento de consumo de la cultura olmeca.
Hombre de la cosecha
Esta deidad estaba sustentada por una leyenda conmovedora: para los olmecas, el hombre de la cosecha fue un individuo (pudo haber sido un hombre o un niño) que se sacrificó a sí mismo para que su pueblo fuese capaz de producir el alimento necesario para su propia subsistencia.
El hombre de la cosecha estaba vinculado con la fertilidad y, al igual que gran parte de las representaciones de los dioses olmecas, suele tener una hendidura que atraviesa lo alto de su cabeza.
Como hemos mencionado anteriormente, dicha hendidura tiene relación directa con las representaciones del dios jaguar y del dios del maíz.
Dios bandido
De esta deidad se tiene poca información. Sin embargo, se sabe que su representación física tenía la típica boca torcida hacia abajo que hacía referencia a la figura del jaguar. Además, su cabeza se caracterizaba por ser plana.
Lo más peculiar de este dios es que se le representa un ojo rasgado cubierto por una banda que atraviesa por completo su rostro; de allí proviene su nombre.
Dios del fuego
Este dios es representado como un ser anciano y se estima que fue uno de los primero dioses en ser venerado en Mesoamérica. Su presencia se vincula con el comienzo de un nuevo año.
El dios del fuego era el protagonista de una ceremonia que los olmecas llevaban a cabo cada 52 años. Se trata de la celebración del Fuego nuevo, festividad a través de la cual representaban el fin de una etapa y el inicio de otra.
En dicha celebración todos los habitantes de la comunidad se deshacían de sus vestidos y demás atuendos, así como de los utensilios propios de las labores caseras.
Dichos utensilios eran destruidos, lo que generaba grandes acumulaciones de barro roto dentro de la comunidad. Así mismo, como parte del ritual se cortaban 52 haces de leña y cada uno representaba un año correspondiente al ciclo de 52 que estaban dejando atrás.
Otro elemento importante del ritual del Fuego nuevo es que buscaba combatir a los llamados demonios de la noche.
Los olmecas creían que si no se llevaba a cabo este ritual, el Sol no podría salir nuevamente y se generaría el escenario ideal para que los demonios de la noche invadieran sus tierras y devoraran a los hombres, generando así la noche perpetua.
Algunas investigaciones han determinado que es muy probable que este ritual del Fuego nuevo no sucediera solamente cada 52 años, sino que también se celebrara anualmente.
Monstruo tiburón
Esta interesante deidad se vinculó directamente con la creación, según la entendían los olmecas. Fue el dios marino más relevante, a pesar de que no se han encontrado muchas representaciones de este.
Su relación con la creación viene dada por una leyenda según la cual el monstruo tiburón estaba luchando con un hombre cuando aún no había más que agua en el mundo. Como consecuencia del enfrentamiento, el monstruo tiburón cortó un brazo del hombre, lo que trajo como resultado que se generara la tierra seca.
Las virtudes con las que se caracterizaba al monstruo tiburón son la velocidad, la posibilidad de dominar por completo al agua y la destreza al cazar.
Se dice que este era un dios relevante para los olmecas porque todas estas características eran necesarias para su desempeño diario, por lo que constantemente las convocaban a través de la figura del monstruo tiburón.
Referencias
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