Conspiraciones contra el Virreinato de Nueva España
¿Qué fueron las conspiraciones contra el Virreinato de Nueva España?
Las conspiraciones contra el Virreinato de Nueva España fueron el antecedente de la guerra de Independencia mexicana. La mayoría de ellas se produjeron a partir de 1808, después de que Napoleón invadiera España y obligara a los reyes borbones a abdicar en favor de su hermano José.
Los españoles eran los únicos que podían ocupar cargos importantes en la administración, mientras que el escalón más bajo en la jerarquía social lo ocupaban tanto indígenas como campesinos y mestizos.
En medio estaban los criollos, cada vez más abundantes y con mejor educación y medios económicos. A pesar de eso, no tenían acceso a puestos de poder. Fueron ellos los que organizaron las conspiraciones contra el Virreinato.
En principio, solo pretendían autogobierno, pero bajo la monarquía española. Con el tiempo, sin embargo, esa demanda evolucionó hacia la búsqueda de la independencia.
Las principales conspiraciones fueron las de Valladolid (Morelia) y la de Querétaro, que desembocó en el Grito de Dolores.
Principales conspiraciones contra el Virreinato de Nueva España
Cuando Napoleón Bonaparte, con la excusa de llevar a su ejército a Portugal, invade España, las consecuencias no tardaron en llegar al Virreinato de Nueva España.
Los criollos se opusieron a que la soberanía pasara a manos francesas e intentaron imitar el modelo que habían creado los españoles que se resistían a la invasión.
Su propuesta era crear Juntas de Gobierno que tomaran las riendas del Virreinato, aunque manteniendo la fidelidad al depuesto Fernando VII. Sin embargo, las autoridades coloniales se opusieron, reemplazando al virrey Iturrigaray.
Esta circunstancia, junto a factores internos, provocaron que los criollos empezaran a organizarse. Así, en varias partes del Virreinato se produjo una serie de conspiraciones que buscaban alcanzar sus objetivos.
Conspiración de los machetes
Antes de que Napoleón invadiera España, se produjo la primera conspiración en la Colonia: la de los machetes. Tuvo lugar en 1799 y sus líderes fueron criollos de Ciudad de México.
Su nombre proviene de las armas que reunieron los rebeldes: unos 50 machetes y un par de pistolas.
Este intento de insurrección fue sofocado antes de comenzar, pero causó un gran impacto en el Virreinato y es considerado uno de los antecedentes de las siguientes conspiraciones.
El impulsor de la rebelión fue Pedro de la Portilla, de origen criollo y de familia muy humilde. Convenció a 20 jóvenes de su mismo estrato social y dispuestos a levantarse en armas contra las autoridades.
El motivo de esta conspiración fue la diferenciación legal y social que existía entre los criollos y los peninsulares, nacidos en España.
Estos eran los únicos que podían acceder a los puestos importantes, dejando a los criollos con un papel secundario. Los conspiradores pretendían liberar el territorio y declarar la independencia.
Un familiar de Portilla, alarmado por los preparativos, avisó a las autoridades el 10 de noviembre de 1799. Los conspiradores fueron detenidos, aunque ocultando el motivo ante el temor de que la población los apoyara y se rebelara.
Conspiración de Valladolid
En Valladolid (actual Morelia), en 1809, tuvo lugar una de las conspiraciones más importantes en contra del Virreinato. Fueron, de nuevo, los criollos quienes tomaron la iniciativa.
La discriminación frente a los peninsulares creaba un gran descontento entre los criollos. Habían ganado peso económico y político, pero los cargos importantes les seguían prohibidos.
A esto hay que sumarle la situación en la metrópolis, con el derrocamiento de Fernando VII en favor de los franceses.
Personajes ilustres de la ciudad, como los hermanos Michelena y José María Obeso, comenzaron a reunirse para formar una Junta Constitutiva. Igualmente, se aliaron con grupos indígenas, incorporando a su grupo al indio Pedro Rosales.
Según sus propias palabras, los conjurados pretendían “hacerse dueños de la situación de la provincia, formar en la capital un Congreso que gobernara en nombre del rey en caso de que España cayera en la lucha contra Napoleón”.
Era, pues, un intento de formar un gobierno autónomo, pero manteniendo lealtad al monarca.
Justo antes de la fecha prevista para la rebelión, un sacerdote de la catedral comunicó los planes a las autoridades. El día 21 de diciembre de 1809 todo el complot quedó al descubierto y la insurrección fracasó antes de empezar.
Revolución de San Miguel el Grande
Aunque los conspiradores de Valladolid no habían logrado su objetivo, algunos militares que tuvieron contacto con ellos empezaron a reunirse en la zona del Bajío. La intención era continuar con el plan elaborado por Michelena y García Obeso.
Entre los que mantuvieron reuniones en San Miguel el Grande se encontraban los capitanes Ignacio Allende y Mariano Abasolo, dispuestos a tomar las armas.
Sin embargo, pronto decidieron trasladarse a Querétaro, donde incorporaron a su causa a varios letrados, pequeños comerciantes y más militares del ejército colonial.
Conspiración de Querétaro
La Conspiración de Querétaro tuvo lugar en 1810 y, a pesar de su fracaso, fue fundamental para el comienzo de la guerra de Independencia.
Como en la de Valladolid, los conspiradores solo pretendían, en principio, crear una Junta que sustituyera a las autoridades virreinales, pero manteniendo fidelidad a Fernando VII.
Entre los participantes de las reuniones celebradas en casa del corregidor de Querétaro, José Miguel Domínguez, se encontraban Ignacio Allende, Juan Aldama, Josefa Ortiz (esposa del corregidor) y Juan Nepomuceno Mier, entre otros.
Se trataba de un grupo compuesto por criollos de buena posición.
Allende tomó las riendas de la conjura, pero pronto comprendieron que necesitaban más apoyo, incluido el de los indígenas y el de las clases populares.
Esto llevó a que contactaran al cura de Dolores, Miguel Hidalgo, que gozaba de gran prestigio entre esos grupos. Hidalgo accedió a participar, llegando a ser uno de los principales héroes de la independencia.
El plan previsto era levantarse en armas a principios de diciembre de 1810, sorprendiendo a los españoles. Sin embargo, meses antes, la conspiración llegó a oídos de las autoridades, que procedieron a detener a algunos participantes en septiembre de ese año.
Grito de Dolores
Aunque no se trató, estrictamente, de una conspiración, sí fue el resultado de todas las anteriores, especialmente de la de Querétaro. Una vez descubierta esta conspiración, la esposa del corregidor, Josefa Ortiz, logró avisar a Allende para que se pusiera a salvo.
El militar puso rumbo a Dolores para reunirse con Hidalgo y relatarle lo ocurrido. En ese momento, el sacerdote decidió ponerse al frente y pronunció una frase que anunciaba la guerra inminente: “Lo he pensado bien, y veo que, en efecto, no nos queda otro arbitrio, que el de coger gachupines, por lo que acabaremos de cenar y daremos principio”.
En apenas unas horas, Hidalgo convocó a los habitantes del pueblo tocando las campanas de la iglesia. El 16 de septiembre de 1810, ante una multitud de seguidores, Miguel Hidalgo lanzó el llamado Grito de Dolores. Con él, llamó a toda la nación a levantarse contra el Virreinato.
En esos momentos, el cura todavía manifestó su lealtad hacia Fernando VII, pero, con el tiempo, la idea de la independencia absoluta se fue imponiendo entre los sublevados.
Hidalgo reunió a 600 hombres armados. La guerra de Independencia había empezado.
Referencias
- Conspiración de los machetes. Obtenido de es.wikipedia.org
- Conspiración de Valladolid. Obtenido de independenciademexico.com.mx
- La conspiración de Querétaro (1810). Recuperado de sedena.gob.mx
- Conspiracy of the Machetes. Obtenido de revolvy.com