Lengua y literatura

Poemas del romanticismo de Gustavo Adolfo Bécquer


Los poemas del romanticismo de Gustavo Adolfo Bécquer están contenidos en la obra Rimas de 1871. Muchos de sus poemas y obras en prosa se publicaron individualmente en el periódico El Contemporáneo.

Sin embargo, aparecieron en forma de libro solo después de su muerte, cuando sus amigos recogieron sus escritos y los publicaron. Te pueden interesar también estos poemas del romanticismo de varios autores.

Selección de poemas del romanticismo de Gustavo Adolfo Bécquer

La siguiente es una selección de 5 poemas del romanticismo de Gustavo Adolfo Bécquer. En general, la poesía de este escritor explora temas de amor, profundizando sobre temas relacionados con la desilusión y la soledad, y los misterios de la vida y la poesía.

Así, los poemas del romanticismo de Gustavo Adolfo Bécquer son sensibles y profundamente subjetivos.

XIII

Tu pupila es azul y, cuando ríes,
su claridad süave me recuerda
el trémulo fulgor de la mañana
que en el mar se refleja.

Tu pupila es azul y, cuando lloras,
las transparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío
sobre una vïoleta.

Tu pupila es azul, y si en su fondo
como un punto de luz radia una idea,
me parece en el cielo de la tarde
una perdida estrella.

XIV

Te vi un punto, y flotando ante mis ojos
la imagen de tus ojos se quedó,
como la mancha oscura orlada en fuego

que flota y ciega si se mira al sol.

Adondequiera que la vista clavo,
torno a ver sus pupilas llamear;
mas no te encuentro a ti, que es tu mirada,
unos ojos, los tuyos, nada más.

De mi alcoba en el ángulo los miro
desasidos fantásticos lucir.
Cuando duermo los siento que se ciernen
de par en par abiertos sobre mí.

Yo sé que hay fuegos fatuos que en la noche
llevan al caminante a perecer;
yo me siento arrastrado por tus ojos,
pero adónde me arrastran no lo sé.

XXX

Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto
y la frase en mis labios expiró.

Yo voy por un camino: ella, por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún, “¿por qué callé aquel día?”
Y ella dirá, “¿por qué no lloré yo?”

XLIV

Como en un libro abierto
leo de tus pupilas en el fondo.
¿A qué fingir el labio
risas que se desmienten con los ojos?

¡Llora! No te avergüences
de confesar que me quisiste un poco.
¡Llora! Nadie nos mira.
Ya ves; yo soy un hombre… y también lloro.

LIII

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres…
¡esas… no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día…
¡esas… no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar, …
como yo te he querido…; desengáñate,
¡así… no te querrán!