Historia

Virreinato del Río de la Plata: causas, historia, política


¿Qué fue el Virreinato del Río de la Plata?

El Virreinato del Río de la Plata fue una entidad territorial dentro del Imperio español, establecida por el rey Carlos III de España en 1776. Antes de su creación, los territorios que lo formaron eran parte del Virreinato de Perú. El Virreinato abarcó gran parte de Sudamérica.

Así, englobaba, atendiendo a las denominaciones actuales, a Argentina, Bolivia, Uruguay, Paraguay, algunas zonas de Brasil y el norte de Chile. Buenos Aíres fue elegida como su capital.

La separación de estas tierras del Virreinato de Perú y su conformación como una nueva entidad tuvo varias causas. Entre ellas, la presión que sufría la corona española por las incursiones portuguesas desde Brasil, además del peligro que representaban los ataque ingleses.

El Virreinato fue dividido en 8 intendencias. En la cúspide de su organización política, además del rey español, se encontraba el Virrey. Aparte, existieron otros cargos públicos que administraban y gestionaban las divisiones territoriales menores.

A partir de 1810, comenzaron a producirse rebeliones en contra de las autoridades españolas. Finalmente, el Virreinato comenzó a disgregarse y, tras largos años de guerra, los diversos territorios que lo conformaban fueron declarando su independencia.

Causas de su creación

Pedro Mendoza, en 1524, capitaneó las primeras incursiones en el Río de la Plata. Fue así como se inició la colonización de esa parte de América.

En un primer momento, todos esos territorios conquistados formaron parte del Virreinato del Perú. Ya entonces, Buenos Aires, que había sido fundada en 1580, fue creciendo hasta convertirse en uno de los centros comerciales de todo el Imperio Español.

La constitución del Virreinato del Río de la Plata se debió a diversos factores políticos, militares, comerciales, económicos y administrativos.

En 1776, Carlos III firmó las leyes que crearon el Virreinato, aunque con carácter provisional. Dos años más tarde, el monarca ratificó su fundación definitiva.

Problemas territoriales

La creación del Virreinato de Nueva Granada, en 1739, hizo que el Virreinato del Perú, entidad a la que pertenecían esos territorios, quedara limitado a las tierras al sur de la línea del ecuador. Entre estas, se encontraban la capitanía general de Chile, la gobernación del Tucumán y la gobernación del Río de la Plata.

Dentro de las colonias españolas, Tucumán y el Río de la Plata eran las que menos beneficios económicos aportaban a la metrópolis, además de tener una escasa densidad de población.

Las reformas borbónicas trataron de cambiar el sistema de gobierno de las colonias. Por una parte, se pretendía disminuir la influencia de las élites locales y, por otra, aumentar los beneficios económicos para España.

Ambas circunstancias afectaban a los territorios australes del Virreinato del Perú. En 1771, la Real Audiencia de Charcas, con jurisdicción en esas zonas, se quejó sobre los problemas que tenían los habitantes de Paraguay, el Río de la Plata y Tucumán. El más grave, la lejanía sobre los centros de poder virreinal, a casi mil leguas de Buenos Aires.

La solución propuesta fue crear un nuevo Virreinato que englobara a las tres provincias mencionadas, así como al Corregimiento de Cuzco.

El peligro portugués

El Tratado de Tordesillas, firmado entre España y Portugal, marcaba las zonas de influencia de los dos países en Sudamérica. Sin embargo, los límites establecidos eran bastante imprecisos y los portugueses pronto se expandieron hacia en sur y hacia el interior del continente desde la zona de Brasil que les pertenecía.

El enfrentamiento fue constante durante décadas, sin que sirviera para nada la firma de un nuevo acuerdo; el Tratado de Permuta de 1750.

En 1762, Pedro de Cevallos, gobernador del Río de la Plata, lanzó una ofensiva para ocupar Colonia y Río Grande, que estaban en manos lusas. Sin embargo, España fue derrotada en la Guerra de los Siete Años, lo que obligó a que cediera de nuevo Colonia.

En 1776, los portugueses recuperaron Río Grande, causando el temor entre los españoles de que intentaran conquistar sus posesiones en la cuenca del Plata. La misma Buenos Aíres había sufrido un intento de invasión en 1763 y los ingleses amenazaban la Patagonia.

El gran problema español era la falta de recursos de la Gobernación del Río de la Plata, dejada, en ese aspecto, un poco a su suerte por parte de las autoridades del Virreinato del Perú.

La Ruta del Galeón

La Ruta del Galeón fue el nombre con el que los españoles denominaron al itinerario elegido para transportar las riquezas obtenidas en sus colonias americanas hacia la península.

Durante dos siglos, Veracruz, en Nueva España, y Portobelo, en Panamá, habían sido los puertos de origen principales para que los barcos cargados partieran hasta España.

Esto cambió cuando, en 1739, los británicos atacaron y destruyeron Portobelo. Los españoles comprendieron que necesitaban una ruta más segura y el Río de la Plata era la alternativa más adecuada. Esto conllevó la necesidad de aumentar la presencia militar en Buenos Aires para defender mejor el puerto.

Algo más tarde, en 1778, el rey Carlos III eliminó el monopolio sobre el comercio. La nueva normativa permitía el uso de 13 puertos en España y 25 en América, incluyendo el de Buenos Aires y Montevideo.

Historia desde creación hasta final

En octubre de 1773, el rey Carlos III, gran impulsor de las reformas en la administración colonial, solicitó informes al Virrey de Perú, a la Real Audiencia de Lima y al Gobernador de Buenos Aíres sobre la posibilidad de crear una audiencia en el Tucumán.

El Virrey no respondió hasta el enero de 1775, señalando que sería más efectivo crear un virreinato en el Río de la Plata con capital en Chile.

Antes de que monarca decidiera nada, los portugueses atacaron varias localidades de la zona, recuperando la villa de Río Grande. Esto precipitó la decisión del rey, quien decidió crear el virreinato pero sin instalar la capital en Chile.

El virreinato personal

El primer paso para la creación del nuevo virreinato se produjo el 27 de julio de 1776. Ese día, el rey nombró a Pedro Cevallos, entonces gobernador de Madrid, como comandante de una expedición a Sudamérica. Igualmente, le dió el mando del distrito de la Real Audiencia de Charcas, así como el título de virrey y capitán general del Corregimiento de Cuyo.

El 1 de agosto, el monarca promulgó una Real Cédula confirmando los nombramientos:

“(…) mi Virrey, Gobernador y Capitán General de las de Buenos Ayres, Paraguay y Tucumán, Potosí, Santa Cruz de la Çierra, Charcas, y de todos los Corregimientos, pueblos y territorios á que se extienden la jurisdicción de aquella Audiencia”

En la práctica, equivalía a la creación de un virreinato personal en favor de Cevallos mientras este se encontrara en el territorio. Además, Carlos III eliminaba para Cevallos todas las formalidades y exigencias que las Leyes de Indias establecían para los virreyes.

La expedición de Cevallos

La expedición comandada por Cevallos tenía un carácter eminentemente militar. Su principal objetivo era acabar con las incursiones portuguesas en el Río de la Plata, así como disuadir a los ingleses para que no atacaran los puertos.

El territorio comprendido en ese primer Virreinato del Río de la Plata incluía partes del actual Brasil (Río Grande del Sur, Santa Catarina y amplias zonas que hoy son parte de Paraná y Mato Grosso del Sur), limítrofes con los dominios portugueses.

Cevallos trató de empujar a los lusos hacia el este, conquistando varias localidades. El 20 de febrero de 1777, 116 barcos españoles alcanzaron Santa Catalina, obligando a los defensores a rendirse el día 5 de marzo. Después, puso rumbo hacia Montevideo.

La expedición continuó con su ofensiva, conquistando Colonia de Sacramento, la Fortaleza de Santa Teresa y el Fuerte de San Miguel. Tan solo se detuvo cuando España y Portugal comenzaron a negociar, lo que desembocaría en la firma del Tratado de San Ildefonso.

Mediante este Tratado, España tuvo que renunciar a Santa Catalina y al Río Grande, al norte de la Banda Oriental. En cambio, se acordó su soberanía sobre la Colonia del Sacramento.

La creación permanente del virreinato

Una vez firmada la paz, el 15 de octubre de 1777, Cevallos llegó a Buenos Aires. Casi un mes después, autorizó el comercio libre con Perú y Chile, lo que junto a la medida tomada anteriormente de prohibir la extracción de oro y plata si no pasaba por el puerto bonaerense, perjudicaba a los comerciantes de Lima.

El 27 de octubre de 1777, Carlos III emitió otra Real Cédula con la que daba por constituido el Virreinato. Con esta orden, acababa con su carácter personal y excepcional y significaba el final de la misión de Cevallos.

El nuevo Virrey, Juan José Vértiz y Salcedo recibió el mando el 29 de junio de 1778.

Real Ordenanza de Intendentes

El Virreinato del Río de la Plata fue dividido en ocho intendencias mediante una Real Ordenanza promulgada el 28 de enero de 1782.

Un año después, el 14 de abril de 1783, una Real Cédula estableció la Real Audiencia de Buenos Aires, con jurisdicción en la provincia homónima, las tres de Paraguay, Tucumán y Cuyo. La instalación oficial de ese organismo se realizó en agosto de 1785.

Las Invasiones Inglesas

Inglaterra había comenzado a principios del siglo XIX una política colonial muy agresiva, chocando directamente con los intereses franceses. Así, ocuparon El Cabo, en Sudáfrica, y aprovechando la debilidad española, enviaron una expedición desde allí para invadir el Río de la Plata.

En un primer momento, el movimiento británico tuvo éxito, ocupando la ciudad de Buenos Aires. Ante esto, el Virrey Rafael de Sobremonte huyó a Córdoba, ciudad a la que nombró capital interina del virreinato el 14 de julio de 1806.

Finalmente, los británicos fueron derrotados y obligados a abandonar la zona. No obstante, en 1807 efectuaron un nuevo intento de invasión, aunque el resultado final fue el mismo.

Napoleón Bonaparte y José I

La invasión napoleónica de España provocó un terremoto político que alcanzó a todos los territorios coloniales americanos. El Emperador francés hizo abdicar a los reyes españoles, colocando a su hermano José I en el trono. Como parte de su estrategia, envió al marqués de Sassenay al Río de la Plata para intentar que el Virrey les jurara lealtad.

Cuando el enviado de Bonaparte llegó a Buenos Aires, el Virrey Santiago de Liniers se negó a reconocer a José I como rey de España. Sassenay tuvo que abandonar la ciudad y se trasladó a Montevideo. Allí fue apresado por el gobernador.

Mientras, el 21 de agosto, las autoridades realizaron una jura de reconocimiento del rey Fernando VII como soberano español. El Virrey declaró la guerra a Napoleón y a José I y reconoció la Junta Suprema Central, el organismo creado por la resistencia antifrancesa en España para gobernar en nombre de Fernando VII.

Revolución de Chuquisaca y revuelta de La Paz

A pesar de lo anterior, el ambiente en el Virreinato era bastante tenso. El 25 de mayo de 1809, se produjo la Revolución de Chuquisaca (Sucre) y la Real Audiencia de Chacras, apoyada por sectores independentistas, destituyó al gobernador y formó una junto de gobierno.

En principio, los insurrectos eran fieles a Fernando VII y justificaron la insurrección por la sospecha de que el Virrey quería entregar el país a la infanta Carlota de Borbón. Sin embargo, los partidarios de la independencia comenzaron a ganar influencia y lograron que la rebelión se extendiera a La Paz.

Aunque ambos levantamientos acabaron en fracaso, los historiadores denominan a la rebelión de la Paz como Primer Grito Libertario de América.

La Revolución de Mayo y desintegración del virreinato

Las rebeliones continuaron en el Virreinato, destacando la llamada Semana de Mayo en Buenos Aires. Esta se produjo entre el 18 de mayo de 1810 y el 25 de mayo. El resultado fue la destitución del Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y su sustitución por la Primera Junta de Gobierno.

La reacción del Virrey del Perú fue reincorporar a su territorio las intendencias de La Paz, Potosí, Chuquisaca y Córdoba del Tucumás. Además, también se anexionó Cochabamba y Salta del Tucumán.

Esta decisión fue tomada a petición de algunas autoridades del Virreinato del Río de la Plata y, de acuerdo a sus palabras, solo se mantendría hasta que el Virrey de Buenos Aires pudiera recobraR su puesto.

Igualmente, el gobernador de la Intendencia de Paraguay, Bernardo de Velasco, declaraba que no reconocía a la Junta, así como su fidelidad al rey Fernando VII. Sin embargo, el 17 de julio de 1811, Velasco fue destituido por una junta gubernativa presidida por Fulgencio Yegros, quien se apresuró a firmar la paz con Buenos Aires.

Final del Virreinato

Desde 1811, la lucha entre los partidarios de la independencia y los realistas fue continua. Uno de los primeros levantamientos se produjo en febrero de ese mismo año, cuando la población rural de la Banda Oriental rechazó la autoridad de Francisco Javier de Elío, quien había sido nombrado Virrey y había trasladado la capital a Montevideo.

Los dos siguientes años se saldaron con importantes victorias de los independentistas, al mando de Manuel Belgrano. Finalmente, el 20 de febrero de 1813, las tropas realistas fueron expulsadas de Salta, quedando las provincias del sur en manos de los rebeldes.

El último Virrey, Vigodet, se rindió en Montevideo el 23 de junio de 1814, lo que significó la liberación de la Banda Oriental.

La guerra aún continuó durante varios años. El 6 de diciembre de 1822 todo el territorio de la actual Argentina quedó libre de la presencia militar española. Estos aún nombrarían, nominalmente, a Olañeta como Virrey del Río de la Plata en mayo de 1825, sin saber que había fallecido en combate.

España reconoció la independencia de Argentina en junio de 1860, de Bolivia en febrero de 1861, de Paraguay en abril de 1882 y de Uruguay en octubre de 1882.

Organización política

La primera organización administrativa del Virreinato del Río de la Plata, entre 1776 y 1784, estaba compuesta por una sola Audiencia. Además, englobaba diversas gobernaciones, gobiernos y corregimientos.

En 1778, se unió la Superintendencia de los Establecimientos Patagónicos y, de manera temporal, la gobernación de Fernando Poo y Annobón.

Intendencias

Las reformas promovidas por Carlos III supusieron un gran cambio en el Virreinato. Así, en 1784 se crearon ocho intendencias, a las que se les dio el nombre de provincias. Por su parte, los corregimientos pasaron a llamarse partidos y se restableció la Real Audiencia de Buenos Aires.

Autoridades Residentes en España

La máxima autoridad del Virreinato era el rey español. Con poderes absolutos, nombraba a los funcionarios y emitía las leyes.

Por otra parte, el Consejo de Indias, con sede en Madrid, contaba con funciones legislativas, judiciales y proponía al rey los nombres de los altos funcionarios.

Por último, en el ámbito económico era la Casa de Contratación la que controlaba toda la actividad comercial entre la península y América.

El Virrey

Sobre el terreno, el representante del rey y, por lo tanto, autoridad máxima, era el Virrey. Nombrado por el monarca, estaba encargado de impartir justicia, controlar la economía y evangelizar a los indígenas.

Tras el Virreinato personal de Cevallos, Carlos III nombró al primer Virrey del Río de la Plata: Juan José de Vértiz. Tras él, se sucedieron doce virreyes hasta la disolución del Virreinato.

Los gobernadores intendentes

Las ocho intendencias del Virreinato del Río de la Plata eran administradas por los gobernadores intendentes, nombrados directamente por el rey. Su cargo duraba cinco años, tras los que debían someterse a juicio de residencia.

Los Corregidores y los cabildos

Las instancias más pequeñas, como ciudades o pueblos, estaban administradas por funcionarios nombrados a tal efecto. Entre estos, destacaban los corregidores y los alcaldes, con distintas funciones dependiendo del territorio que tuvieran a cargo.

Organización social

El origen y la raza eran los factores fundamentales en la estructura social del Virreinato. En la cúspide estaban los españoles blancos peninsulares, a los que seguían los criollos, hijos de los primeros pero nacidos en América.

En la parte baja se encontraban indígenas y negros llevados desde África como esclavos para trabajar en el campo o como sirvientes.

Por otra parte, la Iglesia católica era una de las instituciones más importantes en Río de la Plata, tanto por su poder político y económico, como por la labor de conversión de los indígenas.

La clase principal

Como se ha señalado, la clase alta del Virreinato estaba compuesta por los blancos procedentes de la metrópolis. Entre ellos, los más importantes eran los altos funcionarios de la administración colonial, así como los dignatarios de la Iglesia. Igualmente, tenían una posición destacada los comerciantes mayoristas, los terratenientes y los empresarios.

A partir del siglo XVIII, en Buenos Aíres apareció una clase mercantil que acumuló mucho poder. Muchos de ellos ya eran nacidos en el Virreinato y fueron llamados criollos. Esta burguesía incipiente fue el origen de una intelectualidad que acabaría por protagonizar la lucha por la independencia.

La clase popular

Durante esa época apenas existía una clase media como la que apareció en Europa. Su lugar lo ocupaban los comerciantes minoristas, los funcionarios menores, los artesanos libres o los pulperos.

En cambio, si existía una clase baja bien definida. Estaba compuesta por los sectores de población de “castas de mezcla”, esto es, aquellos cuyos origines se encontraban en el mestizaje entre los distintos grupos étnicos.

Todavía a principios del siglo XIX, estos mestizos apenas poseían derechos legales. Así, tenían prohibida la posesión de propiedades, llevar armas o abrir un comercio.

Los esclavos

La necesidad de mano de obra había hecho que numerosos africanos fueran trasladados a América como esclavos. Aunque su número llegó a ser importante, diferentes circunstancias hizo que quedaran muy pocos con vida durante el siglo XIX.

Los hacendados

Las haciendas y las estancias fueron dos sistemas de explotación agrícola y ganadera muy típicos en las colonias en América. En el Virreinato del Río de la Plata, los hacendados estaban sometidos a la autoridad de los funcionarios civiles y de los grandes comerciantes, por lo que no alcanzaron el poder que sí tuvieron en Nueva España, por ejemplo.

En el campesinado se destacaban pequeños propietarios rurales, agricultores y peones a sueldo.

El gaucho

Uno de los habitantes más característicos del Virreinato fue el gaucho, una figura típica de la pampa. Al principio eran seminómadas y se especializaron en trabajar con el ganado.

Indígenas

Aunque las Leyes de Indias protegían los derechos de los indígenas, en la práctica los grandes terratenientes los usaron como mano de obra barata. Además de en la mina, su presencia era muy frecuente en las encomiendas y las mitas.

Legalmente, los indígenas no podían ser esclavizados. Sin embargo, permanecían atados a las explotaciones agrícolas, ya que era obligación de los terratenientes proporcionarles cierta educación y convertirlos al catolicismo.

En el Virreinato del Río de la Plata, la situación de los indígenas variaba dependiendo de sus zonas de origen. En el norte, por ejemplo, los guaraníes solían ser llevados a trabajar a las encomiendas, trabajando en el cultivo de algodón, tabaco y mate.

Economía

El modelo económico dominante en el Virreinato fue el extractivo-exportador. Como en el resto de las colonias españolas, no hubo ningún intento de introducir cierta industrialización.

Ganadería

El ganado vacuno fue la base de la economía del Río de la Plata, junto con la cría de caballos. Esta actividad superó con creces a la minería ya que los territorios del Virreinato no eran demasiado ricos en estos materiales.

Esto provocó que se creara una “cultura del cuero”, ya que ese material sustituyó a otros mucho más escasos, como los propios minerales, la piedra o la madera.

Minería

La excepción en cuanto a la presencia de minerales se daba en la actual Bolivia. Allí se encontraron ricos yacimientos de plata, por lo que los españoles desarrollaron explotaciones a gran escala desde el mismo momento de la conquista.

Comercio

Como en el resto de las colonias españolas en América, el comercio en el Río de la Plata se encontraba totalmente regulado por la Corona española. La normativa solo permitía a sus habitantes comerciar con la metrópolis o con otras colonias y, además, toda la actividad comercial se encontraba concentrada en unas pocas manos.

Los puertos

Los dos puertos principales del Virreinato del Río de la Plata habían sido fundamentales para decidir su separación del Virreinato del Perú y su constitución como entidad independiente. La elección de Buenos Aires como capital se decidió por que, desde allí, se podían enviar mercancías a un amplio mercado.

Sin embargo, Buenos Aires presentaba algunos problemas naturales: sus fondos eran lodosos y los barcos de gran calado no podían amarrar el el puerto. Ante esto, Montevideo se convirtió en la alternativa natural, lo que provocó enfrentamientos entre ambas ciudades.

A pesar de esas desavenencias, Montevideo se convirtió también en un gran centro comercial, sobre todo en cuanto al sector ganadero. El principal negocio de la ciudad era el comercio de tránsito, por el cual las mercancías que pasaban por ella tenían que pagar un impuesto.

Uno de los cambios más importantes relativos a la economía se produjo en 1797. Ese año, el Virrey Olaguer Feliú autorizó la entrada de buques extranjeros al puerto de Buenos Aires, que comenzaba a verse afectada por las tensiones existentes entre las potencias europeas.

Referencias

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  3. Pelozatto Reilly, Mauro Luis. El Virreinato del Río de la Plata y su economía. Obtenido de revistadehistoria.es
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