Botánica

Toxascaris leonina: características, morfología, síntomas de infección


Toxascaris leonina es un gusano perteneciente al filo Nematoda. Se caracteriza por su forma cilíndrica y su cabeza en forma de punta de flecha. Es un endoparásito, es decir, vive en el interior de sus huéspedes.

Principalmente, los seres vivos en los que le gusta alojarse son los gatos y perros, aunque también pueden ser huéspedes de los zorros y algunos otros mamíferos, aunque en muy poca proporción.

Este parásito, conjuntamente con Toxocara cati y Toxocara canis son los responsables de una infección conocida como toxocariasis, la cual afecta a sus huéspedes. El ser humano puede infectarse ocasionalmente al ingerir los huevos del parásito, ya sea por la ingestión de agua o alimentos contaminados o por el contacto con las heces de las mascotas.

La toxocariasis es una patología fácil de tratar, pero que si no es atendida a tiempo puede dar lugar a la degeneración y deterioro paulatino y crónico de diferentes órganos del cuerpo.

Índice del artículo

Taxonomía

La clasificación taxonómica de Toxascaris leonina es la siguiente:

– Dominio: Eukarya

– Reino: Animalia

– Filo: Nematoda

– Clase: Secernentea

– Orden: Ascaridia

– Familia: Toxocaridae

– Género: Toxascaris

– Especie: Toxascaris leonina

Características

Toxascaris leonina es un organismo considerado eucariota, pluricelular, triblástico y pseudocelomados.

Las células de este parásito presentan un organelo celular conocido como núcleo, dentro del cual se encuentra el ADN, bien empaquetado, conformando a los cromosomas. Así mismo, esas células están especializadas en diferentes funciones, como por ejemplo la absorción de nutrientes, producción de gametos y transmisión de impulsos nerviosos, entre otros.

Durante su proceso de desarrollo embrionario, se hacen presentes las tres capas germinativas: ectodermo, endodermo y mesodermo. Las células de cada capa se van diferenciando en diferentes tipos de células, formando de esta manera cada uno de los tejidos y órganos que van a conformar al gusano adulto.

Además de esto, presentan una cavidad interna conocida como pseudoceloma, cuyo origen no es mesodérmico.

Estos animales presentan simetría bilateral, lo que quiere decir que si se traza una línea imaginaria por el eje longitudinal del animal, se obtendrán dos mitades exactamente iguales.

Su estilo de vida es parásito, lo que implica obligatoriamente debe estar en el interior de un huésped para poder sobrevivir, siendo los más usuales los perros y gatos, aunque también puede desarrollarse en otros mamíferos como zorros y coyotes, entre otros.

Morfología

Toxascaris leonina es un gusano nematodo y, como tal, tiene una forma cilíndrica y alargada. Presentan dimorfismo sexual, por lo que existen diferencias morfológicas bien marcadas entre los ejemplares hembras y machos.

Las hembras miden mucho más que los machos. Pueden alcanzar hasta los 10 cm de longitud y los 2 mm de grosor. En tanto que los machos miden solo hasta unos 6 cm aproximadamente.

El extremo cefálico del gusano tiene una especie de aletas cervicales, las cuales le dan una apariencia de punta de flecha a la cabeza del animal. En este mismo extremo, se encuentra el orificio de la boca, la cual se encuentra rodeada de tres labios.

La parte caudal terminal del macho presenta unas prolongaciones denominadas espículas, las cuales miden aproximadamente 1,5 mm de longitud. Son utilizadas para el proceso de copulación.

Ciclo biológico

El ciclo de vida de Toxascaris leonina es bastante sencillo, mucho menos complejo que el de otros nematodos. Generalmente no requiere de hospedadores intermedios ni de vectores, sino que cuando entra en el cuerpo de su huésped definitivo, allí termina su desarrollo.

En ocasiones algunos animales como ciertos roedores pueden intervenir en el ciclo de vida como un huésped intermediario.

En el ambiente

Los huevos son liberados al medio externo a través de las heces. Allí las larvas experimentan ciertas transformaciones desde un estado inofensivo hasta la forma infectante.

Este proceso depende totalmente de las condiciones ambientales que haya. Por ejemplo, la temperatura ideal para que las larvas experimenten la muda es de 37 °C, por encima de esta las larvas pierden su capacidad de transformarse. En tanto que, a temperaturas inferiores, pueden transformarse pero a velocidades mucho más lentas.

El tiempo necesario para que las larvas dentro de los huevos se transformen y se conviertan en infectivas es de aproximadamente entre 3 y 6 días.

En el huésped

El huésped definitivo, que generalmente es un gato, perro o también un zorro, se infecta al ingerir algún alimento o agua que se encuentre contaminada con huevos. Estos pasan directamente al estómago del animal y posteriormente al intestino delgado.

Una vez allí, los huevos eclosionan, liberando a las larvas infectivas que habían dentro de ellos. En el intestino, la larva penetra la mucosa y la pared intestinal y en su interior sufre otras transformaciones hasta convertirse en un individuo adulto.

Ya convertidos en gusanos adultos, los parásitos migran nuevamente hacia la luz intestinal y allí ocurre el proceso de reproducción, mediante el cual la hembra pone los huevos. Estos son liberados al exterior a través de las heces, para dar inicio a un nuevo ciclo.

Este es el ciclo de vida regular de Toxascaris leonina. Sin embargo, hay ocasiones en las que los huevos son ingeridos por un huésped intermedio, como una rata.

En caso de que haya un huésped intermedio

En este caso, los huevos eclosionan en el intestino del animal, pero las larvas no se quedan allí, sino que inician un proceso de migración a través de los diferentes tejidos del animal y allí permanecen en espera de que este sea ingerido por alguno de sus huéspedes definitivos.

Cuando el roedor es ingerido por un gato, por ejemplo, las larvas pasan de los tejidos del animal hacia el tracto digestivo de este, continuando de esa manera su desarrollo, transformándose en gusanos adultos ya listos para poner huevos y dar continuidad al ciclo.

Es importante destacar que las condiciones de insalubridad son las que permiten que el ciclo biológico de esta parásito siga su curso, en especial cuando los infectados son los animales domésticos.

Con estos es preciso seguir las mismas medidas de higiene y seguridad alimentaria que se siguen con los alimentos y el agua del resto de la familia. Esto con la finalidad de evitar la transmisión de ciertas patologías.

Enfermedad producida

Toxascaris leonina es un parásito patógeno que puede llegar a ocasionar en su huésped una infección que se conoce con el nombre de toxocariasis. Esta afecta principalmente a los animales huéspedes del parásito. Sin embargo, los seres humanos, muy especialmente los niños, también son susceptibles de infectarse y desarrollar ciertos síntomas.

Síntomas de infección

En los animales huéspedes (gatos, perro)

En el caso de los animales domésticos, los síntomas que se pueden presentar son los siguientes:

– Pérdida del apetito

– Apatía

– Pelo erizado o desgreñado

– Pérdida de peso, ocasionada por la disminución en la ingesta de alimentos

– Vómitos que en ocasiones pueden contener los gusanos adultos

– Vientre globoso, generado por el acúmulo de parásitos en el intestino

En los seres humanos

Cuando los seres humanos resultan infectados, ya sea por consumir carne cruda o bien por estar en contacto con arena infectada con heces de animales, se hacen evidentes los siguientes síntomas:

– Fiebre elevada que puede llegar a sobrepasar los 39,5 °C

– Inflamación de los diferentes grupos de ganglios linfáticos en el cuerpo

– Pérdida del apetito

– Fatiga crónica generalizada

– Dolores crónicos intensos en las articulaciones

Ahora bien, en los seres humanos, generalmente las larvas no se mantienen en el intestino, sino que migran hacia diferentes órganos y en ellos ocasionan daños, que a su vez generan ciertos síntomas como:

– Hepatomegalia (incremento del tamaño del hígado)

– Inflamación del hígado

– Neumonitis

– Dificultad para respirar

– Tos crónica

– Neumonía

– Problemas cutáneos: erupciones, prurito crónico, eczema,

– Inflamación del miocardio

– Endocarditis

– Inflamación de los riñones

– Alteración de valores sanguíneos: incremento de los eosinófilos, disfunción en las hormonas hepáticas.

Estos síntomas dependen del órgano hacia el cual migran las larvas.

Diagnóstico

Esta enfermedad se puede diagnosticar a través de tres mecanismos: la observación directa de las heces, exámenes de sangre y exámenes de imagenología.

El diagnóstico inicial de la infección por Toxascaris leonina se diagnostica principalmente mediante la observación de las heces en el microscopio. Al observarlas es posible determinar si hay o no presencia de huevos del parásito. Así mismo, si la parasitosis está muy acentuada, también se pueden observar a los gusanos adultos en las heces del animal.

Igualmente, a través de exámenes de sangre se puede determinar una infección por Toxascaris leonina. Mediante estos exámenes se pueden identificar los anticuerpos que el organismo sintetiza en contra de estos parásitos.

A través de un examen serológico denominado ELISA se busca detectar antígenos de excreción y secreción de las larvas en segundo estadio (L2), así como también Inmunoglobulina G (IgG).

Cuando se sospecha que una persona puede padecer de alguna infección parasitaria, se puede realizar una resonancia magnética (RMN) o una tomografía axial computarizada (TAC) en la cual se puedan identificar lesiones en algunos órganos que se sabe, son causadas por el parásito.

Tratamiento

Debido a que la infección es ocasionada por un parásito nematodo, el tratamiento indicado, de manera general, es la administración de los medicamentos conocidos como antihelmínticos.

Los antihelmínticos que han demostrado ser más efectivos en el tratamiento de este tipo de infecciones son el albendazol y el mebendazol. El mecanismo de acción de estos medicamentos está fundamentado en que ocasiona una degeneración en los tejidos del animal, principalmente a nivel de su tegumento y de su intestino.

Posteriormente se va produciendo una degeneración progresiva en sus organelos citoplasmáticos. Estos impiden ciertos procesos como por ejemplo la respiración celular que es la que genera la mayor cantidad de energía (en forma de moléculas de ATP).

Al no haber la producción necesaria de energía, el parásito termina por permanecer totalmente inmóvil, hasta que finalmente muere. Esto ocurre, tanto en la forma adulta del parásito, como en sus estadios larvarios.

Para el resto de las manifestaciones clínicas de la enfermedad, el médico especialista prescribe el tratamiento que considere necesario, de acuerdo a la gravedad de los síntomas y signos.

Referencias

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