Oda: concepto, tipos y ejemplos
¿Qué es una oda?
La oda es un poema lírico que se expresa en un tono alto o en forma de canción. Dicha composición poética es de origen griego, de allí se conocen las primeras odas de la historia, las cuales se acompañaban con un instrumento musical. Eran creadas para exaltar a una persona u objeto por alguna situación en especial
Las odas tienen múltiples géneros a través de los cuales el poeta expresa diversos sentimientos o formas de pensar. Estos poemas pueden tratar temas sobre religión, amor, héroes… Inclusive en tiempos más actuales Pablo Neruda realizó odas con temas cotidianos (comida, plantas, naturaleza, objetos…). El poeta chileno las llamó Odas elementales.
Este subgénero lírico puede tener rima variada. Pueden ser libres, consonantes o asonantes; todo dependerá del poeta y lo que quiera expresar. Seguidamente, se dará explicación a los distintos tipos de odas y se mostrarán algunos ejemplos de estos interesantes textos poéticos.
Tipos de oda
Odas pindáricas
Este tipo de oda lleva su nombre en distinción del poeta Píndaro y se originó en la Grecia Antigua. El autor elaboraba dichas composiciones para rendir tributo o resaltar a cualquier persona, evento o lugar en particular. Dichos poemas contienen 3 estrofas de las cuales 2 poseen la misma distribución.
Dichos textos líricos son considerados la representación más clásica de las odas. En muchos casos dichos poemas eran dedicados a atletas que tenían algún triunfo. Asimismo, a los dioses (odas sagradas) y los héroes de la época (odas heroicas).
Odas horacianas
Estas odas poseen ese nombre como tributo a Horacio, considerado el máximo poeta latinoamericano. Dichos poemas están hechos para agasajar alguna amistad. Suelen tener más de una estrofa y contar con la misma rima.
Odas anacreónticas
Este tipo de composición poética lleva su nombre en honor de Anacreonte, poeta de origen griego. Son conocidas como odas clásicas y están inspiradas en el amor y el erotismo.
Odas románticas
En este caso las odas no tienen un tono romántico como las anacreónticas. De hecho, se llaman así porque aparecieron en la época del Romanticismo (siglo XVIII). Estos poemas tienen nuevos cambios de las odas clásicas y además contienen mayor emotividad y un tono subjetivo.
Odas inglesas
También llamadas odas con rimas irregulares, eran elaboradas en el renacimiento en un segundo resurgimiento de este género. En cierta manera, se mezclaban las pindáricas con las horacianas, pero con nuevas perspectivas. El poeta se inspiraba en alguna persona para realizarlas.
Ejemplos de odas cortas
“Oda al Niágara” – Autor: José María Heredia
“Templad mi lira, dádmela, que siento
en mi alma estremecida y agitada
arder la inspiración. ¡Oh!! ¡cuánto tiempo
en tinieblas pasó, sin que mi frente
brillase con su luz!… ¡Niágara undoso;
tu sublime terror sólo podría
tornarme el don divino, que, ensañada,
me robó del dolor la mano impía!
Torrente prodigioso, calma, calla
tu trueno aterrador; disipa un tanto
las tinieblas que en torno te circundan;
déjame contemplar tu faz serena
y de entusiasmo ardiente mi alma llena”.
“Oda XIX a todos los santos” – Autor: Fray Luis de León
“Después el vientre entero,
la Madre desta Luz será cantada,
clarísimo Lucero
en esta mar turbada,
del linaje humanal fiel abogada.
Espíritu divino,
no callaré tu voz, tu pecho opuesto
contra el dragón malino;
ni tú en olvido puesto
que a defender mi vida estás dispuesto”.
“Oda a la tristeza” – Autor: Pablo Neruda
“TRISTEZA, escarabajo
de siete patas rotas,
huevo de telaraña,
rata descalabrada,
esqueleto de perra:
Aquí no entras.
No pasas.
Ándate.
Vuelve
al Sur con tu paraguas,
vuelve
al Norte con tus dientes de culebra.
Aquí vive un poeta.
La tristeza no puede
entrar por estas puertas.
Por las ventanas
entra el aire del mundo,
las rojas rosas nuevas,
las banderas bordadas
del pueblo y sus victorias.
No puedes.
Aquí no entras.
Sacude
tus alas de murciélago,
yo pisaré las plumas
que caen de tu manto,
yo barreré los trozos
de tu cadáver hacia
las cuatro puntas del viento,
yo te torceré el cuello,
te coseré los ojos,
cortaré tu mortaja
y enterraré tus huesos roedores
bajo la primavera de un manzano”.
“Oda a unas palomas” – Autor: Nicanor Parra
“Qué divertidas son
Estas palomas que se burlan de todo
Con sus pequeñas plumas de colores
Y sus enormes vientres redondos.
Pasan del comedor a la cocina
Como hojas que dispersa el otoño
Y en el jardín se instalan a comer
Moscas, de todo un poco,
Picotean las piedras amarillas
O se paran en el lomo del toro:
Más ridículas son que una escopeta
O que una rosa llena de piojos.
Sus estudiados vuelos, sin embargo,
Hipnotizan a mancos y cojos
Que creen ver en ellas
La explicación de este mundo y el otro.
Aunque no hay que confiarse porque tienen
El olfato del zorro,
La inteligencia fría del reptil
Y la experiencia larga del loro.
Más hipnóticas son que el profesor
Y que el abad que se cae de gordo.
Pero al menor descuido se abalanzan
Como bomberos locos,
Entran por la ventana al edificio
Y se apoderan de la caja de fondos
A ver si alguna vez
Nos agrupamos realmente todos
Y nos ponemos firmes
Como gallinas que defienden sus pollos”.
“Oda de amor” – Autor: María Mercedes Carranza
“Una tarde que ya nunca olvidarás
llega a tu casa y se sienta a la mesa.
Poco a poco tendrá un lugar en cada habitación,
en las paredes y los muebles estarán sus huellas,
destenderá tu cama y ahuecará la almohada.
Los libros de la biblioteca, precioso tejido de años,
se acomodarán a su gusto y semejanza,
cambiarán de lugar las fotos,
otros ojos mirarán tus costumbres,
tu ir y venir entre paredes y abrazos
y serán distintos los ruidos cotidianos y los olores.
Cualquier tarde que ya nunca olvidarás
el que desbarató tu casa y habitó tus cosas
saldrá por la puerta sin decir adiós.
Deberás comenzar a hacer de nuevo la casa,
reacomodar los muebles, limpiar las paredes,
cambiar las cerraduras, romper los retratos,
barrerlo todo y seguir viviendo”.
“Oda XX” – Autor: Ricardo Reis
“Cuidas, intransitable, que cumples, apretando
tus infecundos, trabajosos días
en haces de yerta leña
sin ilusión la vida.
Tu leña es tan sólo peso que llevas
a donde no hay fuego que te caliente.
Ni sufren peso a hombros
las sombras que seremos.
Para holgarte no huelgas; y, si legas,
mejor lega el ejemplo que riquezas,
de cómo la vida basta
corta, tampoco dura.
Poco usamos lo poco que tenemos.
La obra cansa, el oro no es nuestro.
De nosotros la misma fama
se ríe, que no la veremos
cuando, acabados por las Parcas, seamos
bultos solemnes, de repente antiguos,
y cada vez más sombras,
al encuentro fatal-
el barco oscuro en el soturno río,
y los nueve abrazos de la frialdad estigia
y el regazo insaciable
de la patria de Plutón”.
“Oda a la Pelota” – Autor: Cristóbal Olave
“Oh esfera preciosa,
Me hipnotizas con tu poder,
Das vueltas y giras
Como un hermoso lunar.
Bellas volteretas
Contigo puedo dar,
Y llegar al triunfo
En un gran solar.
A la orilla del parque
Aprendí a jugar,
Con tus saltos locos
Esperaba alcanzar.
Oh balón de oro
Que brillas al ganar,
Tantos te veneran
Y te ponen en un altar.
Espero ansioso
El día de jugar,
Y junto a ti
Poder disfrutar”.
“Oda a la música” – Autor: Tomás Gutiérrez
“Gran sonido que relaja mi oído
Que expresa sentimientos y sueños
Y con ese ritmo me hace suspirar.
Tú mi queridísima música
Que en los buenos y en los malos momentos estos
En la mañana te escucho al despertar
Y cuando triste estoy tú me haces alegrar.
Dulce melodía que estás junto a mí
Cuando triste estoy tú me haces sonreír.
Cuando voy caminando
Sé que no estoy solo
Ya que te voy escuchando
Aunque me llamen loco.
Gracias por estar conmigo,
Alegrarme y darme ritmo
Todos los días
Oda a la alegría – Autor: Friedrich Schiller
“Alegría, Luz Divina,
del Elíseo dulce lar,
inflamados alleguemos
Diosa, a tu celeste altar.
Une otra vez tu magia
a quienes separó el rigor.
Fraterniza el orbe entero
de tus alas al calor.
A quien el azar ha dado
verdadera amistad,
quien consorte dulce halla,
ha sin par felicidad.
En la redondez terrena
suya un alma invocar!
A quien no le fuera dado
sumiríase en pesar!
En el seno de Natura
alegría liba el ser,
su florida vía siguen
males, bienes, por doquier.
Besos, vides, fiel amigo
hasta el morir nos dio;
el deleite, a los gusanos;
y al querube, un gran Dios.
Cual los soles en su vía
magna, ¡juntos!, ¡oh!, ¡marchad!
y como héroes disfrutad
dicha, triunfos y felicidad!
Abrazaos, ¡oh!, ¡millones!
¡Beso de la Humanidad!
Brinda celestial bondad
Padre a tu séquito sin par.
Os postráis, ¡oh!, juntos
Ante el Creador Eterno
Busca en el azur, y reina
Sobre el plano etéreo”.
Oda “Volverán las oscuras golondrinas” – Autor: Gustavo Adolfo Bécquer
“Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres…
¡esas… no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día…
¡esas… no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido…; desengáñate,
¡así… no te querrán!”.
“Oda a la pacificación” – Autor: Mario Benedetti
“No sé hasta dónde irán los pacificadores con su ruido metálico
de paz
pero hay ciertos corredores de seguros que ya colocan pólizas
contra la pacificación
y hay quienes reclaman la pena del garrote para los que no
quieren ser pacificados
cuando los pacificadores apuntan por supuesto tiran a pacificar
y a veces hasta pacifican dos pájaros de un tiro
es claro que siempre hay algún necio que se niega a ser
pacificado por la espalda
o algún estúpido que se resiste a la pacificación a fuego lento
en realidad somos un país tan peculiar
que quien pacifique a los pacificadores un buen pacificador será”.
“Oda a la Soledad” – Autor: José Ángel Valente
“Ah soledad,
Mi vieja y sola compañera,
Salud.
Escúchame tú ahora
Cuando el amor
Como por negra magia de la mano izquierda
Cayó desde su cielo,
Cada vez más radiante, igual que lluvia
De pájaros quemados, apaleado hasta el quebranto, y quebrantaron
Al fin todos sus huesos,
Por una diosa adversa y amarilla
Y tú, oh alma,
Considera o medita cuántas veces
Hemos pecado en vano contra nadie
Y una vez más aquí fuimos juzgados,
Una vez más, oh dios, en el banquillo
De la infidelidad y las irreverencias.
Así pues, considera,
Considérate, oh alma,
Para que un día seas perdonada,
Mientras ahora escuchas impasible
O desasida al cabo
De tu mortal miseria
La caída infinita
De la sonata opus
Ciento veintiséis
De Mozart
Que apaga en tan insólita
Suspensión de los tiempos
La sucesiva imagen de tu culpa
Ah soledad,
Mi soledad amiga, lávame,
como a quien nace, en tus aguas australes
y pueda yo encontrarte,
descender de tu mano,
bajar en esta noche,
en esta noche séptuple del llanto,
los mismos siete círculos que guardan
en el centro del aire
tu recinto sellado”.