Lengua y literatura

Literatura del siglo XIX: contexto histórico, características, temas, autores


La literatura del siglo XIX se desarrolló en medio de las distintas revoluciones liberales que abrieron camino a la instauración de la burguesía. Producto del restablecimiento de las monarquías en Europa se inició el movimiento del Romanticismo, el cual se expandió fácilmente gracias a los altos niveles de alfabetización alcanzados en la época.

Además del Romanticismo, la literatura del siglo XIX se caracterizó por el surgimiento de otros dos grandes movimiento como fueron el realismo y el naturalismo. Cada uno de ellos trajo consigo estilos, propuestas y temas distintos e interesantes. En el caso del Romanticismo, su rasgo más destacado fue el individualismo.

Por otro lado, la literatura del siglo XIX manejó una amplitud importante de temas. Sin embargo, la temática más predominante se relacionó con el amor, el nacionalismo, la Edad Media, la realidad y la vida misma. Por ejemplo, el realismo dejó a un lado los adornos retóricos para describir objetivamente los acontecimientos de la cotidianidad.

En cierta medida, los autores del siglo XIX sintieron algún tipo de rechazo por los cambios modernos que se avecinaron y decidieron anclarse en ambientes no perturbados por el hombre. Algunos de los intelectuales más destacados fueron: Walter Scott, Lord Byron, José de Espronceda, Alejandro Dumas, Gustavo Adolfo Bécquer y Èmile Zola.

Índice del artículo

Contexto histórico

Tal como se mencionó al inicio, la literatura del siglo XIX se desenvolvió en una lucha entre liberales y conservadores, en donde los primeros casi siempre obtuvieron ventaja.

Posteriormente a finales de la década de los sesenta se asomó el proceso de industrialización y los intelectuales reflejaron el temor de la sociedad a través de textos ambientados en lugares desconocidos.

La descripción del panorama anterior se localizó en Europa, específicamente en España, donde en 1875 se inició la etapa de restauración monárquica con la llegada al trono de Alfonso XII. Durante un breve tiempo, la vida política y social pareció ganar estabilidad, pero la guerra entre España y Cuba en 1898 hizo tambalear los pilares del desarrollo.

Por otro lado, en América Latina se vivió el proceso de modernización a través del éxodo rural, al mismo tiempo el camino hacia libertades políticas hizo que los escritores retrataran el día a día en sus obras. Todo ello se mezcló con los temas amorosos que surgieron con la llegada del Romanticismo a Argentina por medio de la pluma de Esteban Echeverría.

Características de la literatura del siglo XIX

Hacer referencias a las características de la literatura del siglo XIX es detenerse en los rasgos propios de los tres movimientos que surgieron en esta época. A continuación se describen los aspectos más resaltantes:

– Romanticismo

Origen

Este movimiento literario del siglo XIX surgió en Alemania entre las décadas de los cincuenta y setenta. En este sentido, su nacimiento se remonta a la llamada corriente prerromántica, cuyos principales autores fueron: Friedrich Schiller y Johann Wolfang von Goethe. A partir de ese entonces se desarrolló la novela histórica con la obra Willhelm Tell.

Aislamiento

Uno de los principales rasgos del Romanticismo fue la separación de los autores del sentimiento colectivo para dar paso a la manifestación de las emociones y los pensamientos individuales. Eso significó la máxima expresión del “yo”. Tal como se evidencia en el poema “Una vez tuve un clavo” de Rosalía de Castro.

Prevalece lo irracional

Los autores del Romanticismo le dieron prioridad a los elementos fantásticos, oníricos, simbólicos y emocionales dentro de sus obras. De tal manera, la razón y la lógica quedaron a un lado. Un ejemplo de ello es “El estudiante de Salamanca” de español José de Espronceda, donde aparece el fantasma de una mujer.

Libertad e idealismo

En la literatura del siglo XIX la libertad se hizo presente en las obras a través de la defensa y el logro de algunos ideales, muchas veces inalcanzables. El ámbito amoroso, el político, el social y el moral fueron los más tratados. Este rasgo es evidente en “Rima LIII” de Bécquer, en la cual la idealización del amor conlleva a la desilusión.

– Realismo

Nacimiento

Este movimiento de la literatura del siglo XIX se originó a finales de la década de los cuarenta, producto de los movimientos revolucionarios que se dieron en Francia y trajeron como consecuencia la Segunda República. Por consiguiente, se activó la democracia y la clase obrera comenzó a participar en decisiones políticas.

En este sentido, los escritores se vieron en la necesidad de plasmar la realidad de la vida en sus obras. Todo ello desde una perspectiva más objetiva.

Sobriedad

Los textos se caracterizaron por ser precisos y sencillos, es decir que los autores dejaron a un lado las emociones para enfocarse en la verdad de lo cotidiano. La claridad, la concisión y la exactitud fueron predominantes. Un representante destacado fue Benito Pérez Galdós con obras como: Fortunata y Jacinta o Doña Perfecta.

Predominio de la narrativa

Los representantes del realismo eligieron al género de la novela como ventana principal para exponer las realidades políticas, sociales, económicas e individuales de la época que les tocó vivir. De esta manera, sobresalieron intelectuales de la talla de Emilia Pardo Bazán, Leopoldo Alas Clarín, Gustave Flaubert y León Tolstoi.

Presencia constante del narrador omnisciente

Los escritores del movimiento del realismo fueron partidarios del uso de un narrador omnisciente. Tal vez ese rasgo de “sabelotodo” fue esencial para poder exponer la realidad del mundo. Esta característica se identifica en novelas tales como: Los pazos de Ulloa de Emilia Pardo Bazán y Madame Bovary de Gustave Flaubert.

– Naturalismo

Origen

El naturalismo como movimiento del siglo XIX comenzó a desarrollarse en Francia a comienzos de los setenta.

Esta corriente surgió de las motivaciones e inquietudes de Èmile Zola. El escritor encausó a la escritura como un método científico en el cual era necesario estudiar por medio de la observación, la investigación y la documentación en comportamiento del ser humano.

Objetividad

La objetividad estuvo basada en la expresión de lo que era real sin incluir sentimientos ni emociones. De esta forma, los autores emplearon a un narrador sabelotodo para que contara las historias. Este rasgo es observable en la obra Santa de Federico Gamboa.

Literatura como un laboratorio

Los naturalistas usaban la literatura como el campo para experimentar con sus personajes, por tanto el género más desarrollado fue la novela. En este sentido indagaban en futuros supuestos y en hipotéticas consecuencias conforme a sus decisiones. Esta característica es evidente en la mayoría de las obras del padre del naturalismo Èmile Zola.

Pesimismo ante la vida y las circunstancias

El pesimismo fue un rasgo sobresaliente dentro de esta corriente del siglo XIX. En virtud de que los naturalistas se inclinaron a reflejar la realidad desde un punto de vista científico, sus obras cargaron con el peso de la negatividad, las enfermedades, los vicios, la maldad y otros aspectos que forman parte de la vida del ser humano.

Temas

La temática de las obras de la literatura del siglo XIX estuvo sujeta a las características de los tres movimientos que cobraron vida en esa época. Así que los autores escribieron sobre el amor, el desamor, la desesperanza, las costumbres, la cultura, la historia, la cotidianidad, la sociedad y la existencia del hombre.

Autores y representantes

– España

Vicente Blasco Ibáñez

– ¡Por la patria! (1888).

– La araña negra (1892).

– Arroz y tartana (1894).

– La barraca (1898).

Emilia Pardo Bazán

– La dama joven (1885).

– Bucólica (1885).

– Los pazos de Ulloa (1886).

– La madre naturaleza (1887).

José María de Pereda

– Al primer vuelo: idilio vulgar (1891).

– El buey suelto (1878).

– De tal palo tal astilla (1880).

– Peñas arriba (1895).

Benito Pérez Galdós

– Doña Perfecta  (1876).

– Fortunata y Jacinta (1886).

– La incógnita (1889).

– Tristana (1892).

– México

Federico Gamboa

– Del natural. Esbozos contemporáneos (1889).

– Suprema ley (1896).

– Metamorfosis (1899).

– Santa (1903).

Ignacio M. Altamirano

– Clemencia (1869).

– Cuentos de invierno (1880).

– Literatura nacional (1849).

– Paisajes y leyendas, tradiciones y costumbres de México (1886).

Victoriano Agüeros

– “La voluntad paterna” (1874).

– “Natalia” (1874).

– “Todo por mi madre” (1874).

– “Una chanza” (1874).

Juan de Dios Peza

– Poesías (1873).

– Canto a la patria (1877).

– Horas de pasión (1876).

– La lira mexicana (1879).

– Colombia

Eustaquio Palacios

– Lecciones de gramática y literatura castellana.

– Esneda.

– El alférez real.

– Amor por siempre.

Rafael Pombo

– El renacuajo paseador.

– Mirringa mirronga.

– La pobre viejecita.

– Simón el bobo.

Tomás Carrasquilla

– Frutos de mi tierra (1896).

– En la diestra de Dios padre (1897).

– Dimitas Arias (1897).

– Simón El mago (1890).

María Josefa Acevedo Gómez

– “Tratado sobre economía doméstica para el uso de las madres de familia y las amas de casa” (1848).

– “Biografía del doctor Diego Fernando Gómez” (1854).

– “Poesías de una granadina” (1854).

– “José Acevedo y Gómez” (1860).

– Argentina

Eugenio Cambaceres

– Potpourri (1882).

– Música sentimental (1884).

– Sin rumbo.

– Sangre (1887).

José Hernández

– Vida del Chacho (1863).

– Los treinta y tres orientales (1867).

– El Gaucho Martín Fierro (1872).

– La vuelta de Martín Fierro (1879).

Juana Manuela Gorriti

– La quena.

– El pozo de Yocci (1869).

– La tierra natal (1889).

– Oasis en la vida (1888).

Eduarda Mansilla

– El médico de San Luis (1860).

– Recuerdos de viaje (1882).

– Un amor (1885).

– Ajenas culpas (1883).

– Venezuela

Andrés Bello

– Tirsis habitador del Tajo umbrío (1805).

– Los sonetos a la victoria de Bailén (1808).

– A la nave (1808).

– Alocución a la poesía (1823).

Eduardo Blanco

– Venezuela Heroica (1881).

– Zárate y cuentos fantásticos (1882).

– Las noches del panteón (1895).

– Fauvette (1905).

Antonio Pérez Bonalde

– Vuelta a la patria (1877).

– Estrofas (1877).

– Ritmos (1879).

– Flor (1883).

Francisco Lazo Martí

– Crepusculares (1893).

– Veguera (1897).

– “Silva criolla a un bardo amigo”

– “Flor de Pascua”.