Lengua y literatura

Criollismo (literatura): qué es, características, temas, representantes


¿Qué es el criollismo?

El criollismo fue un movimiento literario que se dio en América Latina entre los siglos XIX y XX. De raíces exclusivamente americanas, nació luego de que el continente tomara conciencia de sus diferencias con respecto a España y al resto del mundo. Esta conciencia vino de la mano de un renacimiento por el orgullo de la cultura autóctona.

Entre sus particularidades, esta tendencia privilegió lo rural sobre lo urbano y le dio una cara propia a los nuevos países del continente americano. Las realidades geográficas fueron presentadas de forma espléndida.

Los diferentes paisajes, llanos, selvas, pampas, al igual que sus moradores, rancheros, hacendados, llaneros y gauchos, fueron tema inagotable de escritura.

Por otro lado, el criollismo trajo a la escena literaria una lucha que los escritores asumieron como un combate entre la civilización y lo que ellos denominaron barbarie. Barbarie para ellos era el negarse al progreso, representado por las ideas de la Ilustración.

De este modo, el criollismo puso en relieve el conflicto civilización contra la barbarie. La lucha de los hombres contra la naturaleza y los “bárbaros” que la habitaban se tornó así en fuente de inspiración. Sus representantes daban a entender (y también lo creyeron sinceramente) que la América Latina era una gran selva que se resistía a ser conquistada.

La resistencia de sus moradores constituyó, entonces, un intento de la barbarie por prevalecer. Toda esta carga simbólica y poética fue registrada por grandes narradores y prolijos literatos que se encargaron de darle vida a este conflicto.

Por otra parte, constituyó un esfuerzo voluntario por establecer las nuevas identidades nacionales, surgidas de la reciente independencia de España. Lo que era “propio” de cada país se convirtió en el tema principal de la literatura, encargada, según estos autores, de darle vida a los nuevos países desde el punto de vista cultural.

Origen del criollismo

El término criollismo proviene de una expresión que se acuñó durante el período colonial: criollo. Esta palabra denominaba a los hijos de españoles que habían nacido en las tierras del Nuevo Mundo.

Esta denominación comenzó a ser relevante durante los tiempos de la guerra de emancipación porque era utilizado por las fuerzas patrióticas opuestas al rey.

Con el transcurso de los años, este calificativo evolucionó para convertirse en un rasgo de identidad de la América hispana. En especial, se refería a las tradiciones, costumbres y modos de ser de la población descendiente de los primeros pobladores españoles. 

El criollo, si bien hablaba español, lo hacía de manera distinta al “peninsular”, y así distinguían a los españoles nacidos en tierras americanas y en España.

Así pues, el criollismo literario surgió por el deseo de retratar las costumbres de ese pueblo que fue generándose en el transcurso de los años, reflejando los rasgos característicos de cada uno de esos grupos humanos.

En su afán de diferenciarlos de los grupos europeos colonizadores, todo lo que reafirmara la identidad propia de estos pueblos fue tema del criollismo literario.

Costumbrismo

El costumbrismo, ampliamente utilizado y difundido en España, es una de las vertientes que cristalizó en el criollismo americano. El costumbrismo es el movimiento literario que intenta plasmar las costumbres de un tiempo y de una región particular.

Características del criollismo

Afirmación cultural como objetivo

El objetivo principal del criollismo literario fue conseguir la afirmación cultural. A través de sus obras, se buscaba marcar una diferencia con la cultura europea y española, particularmente.

Este objetivo tuvo su primordial razón de ser durante la guerra de Independencia. Políticamente, se necesitaba esta diferenciación como razón para su separación.

Tras la independencia, la necesidad de establecer identidad propia de los países recién liberados promovió la exaltación de lo autóctono.

Aunque aún arrastrando patrones heredados de la colonia, los pueblos americanos mostraron orgullosamente sus características internas. 

Espacio para la denuncia

La producción literaria criollista fue concebida por algunos de sus escritores como una novela social de denuncia. Su razón no era sino exhibir la minusvalía de los criollos como producto del trato colonialista.

Las grandes mayorías autóctonas –o lo que ellos consideraban autóctono, que eran los descendientes de españoles nacidos en América– estaban fuera de las esferas de decisiones sociales y económicas del Estado.

Asimismo, el criollismo se erigió como un elemento de lo que posteriormente fue conocido como nacionalismo cultural. Cada uno de los grupos sociales mostraban las debilidades heredadas e hicieron aflorar sus diferencias entre ellos, incluso entre grupos ubicados en el mismo continente americano.

La novela criollista privilegió, como sus personajes representativos, a grupos del pueblo, a los sectores más afectados por la modernización. A ellos los erigió como representantes de la idiosincrasia nacional. Esta acción alertó al resto del mundo sobre el cambio en el concepto de nación que se dió entre los siglos XIX y XX.

Representación estética autóctona

El criollismo literario tomó ventaja de la abundancia de figuras y signos característicos de un país o región. Retrató cada una de estas especificidades para así poder representar una cultura nacionalista. Tomó, por ejemplo, las descripciones físicas del gaucho, el llanero y el guaso, incorporándolas al relato.

De igual modo, tomó sus costumbres, tradiciones, alegrías y pesares para hacer el retrato completo. Mientras más rasgos eran incorporados al relato, más específico era el retrato. Cualquier lector podía ubicar geográficamente a los personajes descritos.

Escenarios no modernizados

En el inicio, las acciones de las novelas eran situadas, de manera preferente, en regiones no modernizadas. En la medida en que se dio la evolución de las sociedades, se usaron otros escenarios (calles, barrios, ciudades). 

Dentro de las historias se detallaban las vidas de los iletrados, minorías étnicas, mujeres y desposeídos. Los lectores podían así conocer el estado de modernización negada a estos personajes.

La tierra como elemento fundamental

La tierra es un elemento esencial en las obras del criollismo. El costumbrismo, el telurismo o el regionalismo son categorías que se superponen en el entendimiento tradicional del término. La tierra es un personaje más.

Efecto de propagandanacionalista

La literatura criollista era una forma propagandística al servicio de la integración nacional. Los grupos sociales se consolidaron en sus características comunes que los identifican. Se habla de gauchos, cariocas, nicas y ticos para significar grupos de características similares.

Al apelativo social se cohesionan todas estas características. Así pues, la mención del apelativo trae a la mente del lector sus características distintivas. Por ejemplo, decir carioca trae a la mente samba, carnavales y caipirinhas, pero también trae envuelto favelas, pobreza y discriminación.

Temas frecuentes en el criollismo

Desde el momento en que el criollismo surgió como una corriente literaria, a finales del siglo XIX, se declaró como una literatura campesina. En ella predominaban las descripciones del paisaje y el enfoque de ambientes locales coloridos.

En general, se pensaba que en el campo se conservaban mejor las costumbres primitivas y que era un lugar menos contaminado, menos modernizado.

Más tarde, la mayoría de los escritores desdeñaron la vida campesina como tema preferido y se decantaron por la ciudad con sus descripciones y enredos.

El ambiente rural se hizo protagonista, con el paisaje como contexto abrumador y moldeador del carácter de los personajes. La naturaleza, la tierra (como ya lo dijimos) se convierte en otro personaje y adquiere una fuerza contra la que se lucha o se sucumbe.

A fines del siglo XIX, la vida urbana en las ciudades de Hispanoamérica tomó preponderancia dentro de este movimiento. Ciudades empobrecidas y presionadas por aluviones migratorios reemplazaron al pacífico ambiente campestre de sus inicios.

Estas nuevas contradicciones sirvieron de tema de escritura para los artistas del criollismo literario.

Representantes y sus obras

Francisco Lazo Martí (1869-1909)

Francisco Lazo Martí fue un poeta y médico cuyas obras marcaron la tendencia de la poesía y la narrativa venezolana de su tiempo. Su trabajo fue fuente de inspiración para otros escritores como Rómulo Gallegos (1884-1969) y Manuel Vicente Romero García (1861-1917).

En 1901, Francisco Lazo Martí publicó su obra maestra, Silva criolla a un bardo amigo. En ella se destaca al llano venezolano como un espacio icónico de contemplación en donde se desarrollan evocaciones de su hogar natal.

Entre otros poemas de su autoría se pueden destacar Crepusculares, Flor de Pascua, Veguera y Consuelo.

Rómulo Gallegos (1884-1969)

Rómulo Ángel del Monte Carmelo Gallegos Freire fue un político y novelista venezolano. Su obra maestra, Doña Bárbara, publicada en 1929, tuvo sus orígenes en un viaje que el autor hizo por los llanos venezolanos. En ese viaje, la región y su carácter primitivo lo impresionaron y motivaron para escribir la obra.

Entre otras obras de su amplio repertorio destacan también El último Solar (1920), La trepadora (1925), Cantaclaro (1934), Canaima (1935), Pobre negro (1937), El forastero (1942), Sobre la misma tierra (1943), La rebelión (1946), La brizna de paja en el viento (1952), Una posición en la vida (1954) o El último patriota (1957).

Mariano Azuela (1873-1952)

Médico y escritor mexicano, es uno de los máximos representantes del criollismo latinoamericano, con su novela Los de abajo, publicada en 1916. Es considerado como uno de los fundadores de la literatura de la Revolución mexicana.

Escribió teatro, cuentos y novelas, y se opuso con firmeza a Porfirio Díaz. Entre sus obras podemos destacar las novelas María Luisa (1907), Los fracasados (1908) o Andrés Pérez, maderista (1911).

Mariano Latorre (1886-1955)

Mariano Latorre fue un académico y escritor considerado como el iniciador del criollismo en Chile, mostrando al mundo la cultura y costumbres de los habitantes locales. En 1944 fue honrado con el Premio Nacional de Literatura chileno.

De su amplia producción resaltan Cuentos del Maule (1912), Cuna de Cóndores (1918), La sombra del caserón (1919), Zurzulita (1920), Chilenos del Mar (1929) y Hombres de la selva.

José Eustasio Rivera (1888-1928)

José Eustasio Rivera fue un abogado y escritor colombiano. En 1917, mientras se desempeñaba como abogado de una comisión limítrofe, tuvo la oportunidad de conocer las selvas colombianas y las condiciones en las que vivían sus habitantes. De esta experiencia Rivera sacó la inspiración para escribir su gran obra que tituló La Vorágine (1924).

Esta novela se convirtió en un clásico de la literatura hispanoamericana. Las decenas de ediciones colombianas e internacionales, al igual que las traducciones en ruso y en lituano, dan fe de esta merecida fama.

Aparte de su actividad novelística, Rivera fue un prolífico poeta. Se estima que en toda su vida escribió alrededor de 170 poemas y sonetos. En su libro titulado Tierra de promisión (1921) recopiló 56 de sus más selectos sonetos.

Augusto D’Halmar (1882-1950)

Augusto D’Halmar fue el seudónimo usado por el escritor chileno Augusto Goemine Thomson. De padre francés y madre chilena, D’Halmar fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura en 1942.

Su producción novelística incluye Juana Lucero (1902), La lámpara en el molino (1914), Los Alucinados (1917), La Gatita (1917) y La sombra del humo en el espejo (1918).

De sus poemas, son reconocidos ‘Mi otro yo’ (1920), ‘Lo que no se ha dicho sobre la revolución real española’ (1936) y ‘Palabras para canciones’ (1942), entre otros.

Baldomero Lillo (1867-1923)

Baldomero Lillo Figueroa fue un cuentista chileno. De su experiencia trabajando en las minas de carbón sacó la inspiración para escribir una de sus más famosas obras, Sub terra (1904). En esta obra delineó las duras condiciones en las que trabajaban los mineros, en especial los de la mina chilena conocida como “Chiflón del Diablo”.  

Entre otras obras de su repertorio, se pueden mencionar Sub sole (1907), Relatos populares (1947) y El hallazgo y otros cuentos del mar (1956). Asimismo, son muy recordadas La hazaña (1959) y Pesquisa trágica (1964).

Horacio Quiroga (1878-1937)

Horacio Quiroga fue un escritor de cuentos uruguayo al cual se le dio el reconocimiento como maestro de los cuentos cortos. Sus historias reflejaban la lucha del humano y el animal por sobrevivir en la jungla tropical.

En sus obras representó lo primitivo y lo salvaje con imágenes exóticas. La obra generalmente reconocida como su obra maestra, Anaconda (1921), retrató las batallas de las serpientes en la jungla tropical, la no venenosa anaconda y la venenosa víbora.

Entre otras de sus obras están Cuentos de la selva (1918) y La gallina degollada y otras cuentos (1925). De igual manera, delineó lo que en su opinión debería ser la forma de los cuentos latinoamericanos, con su ensayo Decálogo del perfecto cuentista (1927).  

Ricardo Güiraldes (1886-1927)

Ricardo Güiraldes fue un poeta y novelista argentino reconocido por su trabajo en los que reflejó el estilo de vida gauchesco con el que convivió durante gran parte de su vida.

Su obra más destacada fue la novela titulada Don Segundo Sombra (1926). En esta producción literaria se narraban la azarosa vida del campo y su amenaza de extinción por la expansión del progreso.

Entre otras obras de su bibliografía se encuentran El cencerro de cristal (1915), Raucho: momentos de una juventud contemporánea (1917), Telesforo Altamira (1919), Rosaura (1922), Don Pedro Figari (1924), Ramón (1925) y El sendero (1932).

Benito Lynch (1885-1951)

Benito Lynch fue un novelista y cuentista que se dedicó a retratar en su obra la psicología de personas comunes de la vida rural argentina en actividades cotidianas.

Su primera novela importante, Los caranchos de la Florida (1916), trató del conflicto entre un padre, dueño de una ganadería, y su hijo, quien regresó después de estudiar en Europa.

También, destacan en su obra novelista y cuentista Raquela (1918), El inglés de los güesos (1924), La evasión (1922), El potrillo roano (1924), El antojo de la patrona (1925) y El romance de un gaucho (1930).

José Hernández (1834-1886)

Escritor, poeta, militar, político y periodista argentino, es autor del poema Martín Fierro, obra cumbre de la literatura gauchesca y criollista. Fue escrito en dos partes, la primera, El gaucho Martín Fierro, publicada en 1872, y la continuación en 1879, La vuelta de Martín Fierro.

Este poema épico es considerado por la crítica como una de las obras más importantes de la literatura argentina.

Referencias

  1. Maqueo, A. M. (1989). Lengua y literatura, literaturas hispánicas. México D.F.: Editorial Limusa.
  2. Ubidia, A. (1999). Costumbrismo y criollismo en el Ecuador. Tomado de repositorio.uasb.edu.ec.  
  3. Memoria chilena (s/f). Criollismo en Hispanoamérica. Tomado de memoriachilena.cl.
  4. abc (2005). El criollismo. Tomado de abc.com.py.
  5. Latcham, R.,  Montenegro E. y Vega M. (1956). El criollismo. Tomado de memoriachilena.cl