23 Ejemplos de Textos Narrativos
Los textos narrativos son relatos que siguen cuentan una serie de hechos que tienen lugar en un ambiente y un período de tiempo determinados. Ese relato puede ser real o ficticio.
La secuencia en la que se dan los hechos narrados puede ser lineal; en flash-back (recordando hechos pasados), in media res (cuando inicia en la mitad de la historia) o en flash-foward (si empieza por el final).
La estructura normal del texto narrativo es la siguiente:
– Introducción. Donde se inicia al lector en el ambiente y la época, además de presentarle los personajes principales.
-Nudo. Donde se plantea el problema o principal asunto del texto.
-Desenlace. Parte donde se resuelve el conflicto.
El rol de los personajes, así como el del propio narrador, puede variar según los deseos del autor. Por otra parte, hay personajes principales y secundarios. De igual modo, hay narradores en primera, segunda o tercera persona.
Ejemplos de textos narrativos
A continuación, se mostrarán algunos ejemplos de los fragmentos de varias narraciones famosas de la literatura universal:
Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra (1615)
“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.
Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda.
El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los días de entresemana se honraba con su vellorí de lo más fino.”
El principito de Antoine de Saint-Exupéry (1943)
“—Si yo le diera a un general la orden de volar de flor en flor como una mariposa, o de escribir una tragedia, o de transformarse en ave marina y el general no ejecutase la orden recibida ¿de quién sería la culpa, mía o de él?
—La culpa sería de usted —le dijo el principito con firmeza.
—Exactamente. Sólo hay que pedir a cada uno, lo que cada uno puede dar —continuó el rey. La autoridad se apoya antes que nada en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al mar, el pueblo hará la revolución. Yo tengo derecho a exigir obediencia, porque mis órdenes son razonables.”
Madame Bovary de Gustave Flaubert (1856)
“Aquel hombre con tanta práctica no distinguía la diferencia de los sentimientos bajo la igualdad de las expresiones.
Porque labios libertinos o venales le habían murmurado frases semejantes, no creía sino débilmente en el candor de las mismas; había que rebajar, pensaba él, los discursos exagerados que ocultan afectos mediocres; como si la plenitud del alma no se desbordara a veces por las metáforas más vacías, puesto que nadie puede jamás dar la exacta medida de sus necesidades, ni de sus conceptos, ni de sus dolores, y la palabra humana es como un caldero cascado en el que tocamos melodías para hacer bailar a los osos, cuando quisiéramos conmover a las estrellas.”
El Perfume de Patrick Süskind (1985)
“Muchas veces, cuando este aperitivo de abominaciones no le bastaba para empezar, daba un pequeño paseo olfatorio por la tenería de Grimal y se regalaba con el hedor de las pieles sanguinolentas y de los tintes y abonos o imaginaba el caldo de seiscientos mil parisienses en el sofocante calor de la canícula.
Entonces, de repente, este era el sentido del ejercicio, el odio brotaba en él con violencia de orgasmo, estallando como una tormenta contra aquellos olores que habían osado ofender su ilustre nariz.
Caía sobre ellos como granizo sobre un campo de trigo los pulverizaba como un furioso huracán y los ahogaba bajo un diluvio purificador de agua destilada. Tan justa era su cólera y tan grande su venganza.”
La Odisea de Homero (siglo VIII a.C.)
“Nodriza querida- dijo Penélope- no eleves todavía tus súplicas ni te alegres en exceso. Sabes bien cuán bienvenido sería en el palacio para todos, y en especial para mí y para nuestro hijo, a quien engendramos, pero no es verdadera esta noticia que me anuncias, sino que uno de los inmortales ha dado muerte a los ilustres pretendientes, irritado por su insolencia dolorosa y sus malvadas acciones; pues no respetaban a ninguno de los hombres que pisan la tierra, ni al del pueblo ni al noble, cualquiera que se llegara a ellos.”
El viejo y el mar de Ernest Hemingway (1952)
“Esas pecas corrían por los lados de su cara hasta bastante abajo y sus manos tenían las hondas cicatrices que causa la manipulación de las cuerdas cuando sujetan los grandes peces.
Pero ninguna de estas cicatrices era reciente. Eran tan viejas como las erosiones de un árido desierto.
Todo en él era viejo, salvo sus ojos; y éstos tenían el color mismo del mar y eran alegres e invictos.”
Doña Bárbara de Rómulo Gallegos (1929)
“La llanura es bella y terrible a la vez; en ella caben holgadamente, hermosa vida y muerte atroz; Esta acecha por todas partes, pero allí nadie le teme.”
Pantaleón y las visitadoras de Mario Vargas Llosa (1973)
“Sí, pues, antes de entrar a Pantilandia estuve de “lavandera”, como dijiste, y después donde Moquitos. Hay quienes se creen que las “lavanderas” ganan horrores y se pasan la gran vida. Una mentira de este tamaño, Sinchi.
Es un trabajo jodidí, fregadísimo, caminar todo el día, se le ponen a una los pies así de hinchados y muchas veces por las puras, para regresar a la casa con los crespos hechos, sin haber levantado un cliente.”
El nombre de la rosa de Humberto Eco (1980)
“Hay momentos mágicos, de gran fatiga física e intensa excitación motriz, en los que tenemos visiones de personas que hemos conocido en el pasado («en me retraçant ces details, j’en suis à me demander s’ils sont réels, ou bien si je les ai rêvés»).
Como supe más tarde al leer el bello librito del Abbé de Bucquoy, también podemos tener visiones de libros aún no escritos.”
La gallina degollada de Horacio Quiroga (1917)
“Todo el día, sentados en el patio, en un banco estaban los cuatro hijos idiotas del matrimonio Mazzini-Ferraz. Tenían la lengua entre los labios, los ojos estúpidos, y volvían la cabeza con la boca abierta.”
Harry Potter y la piedra filosofal de J.K. Rowling (1997)
“Al llegar a la esquina percibió el primer indicio de que sucedía algo raro: un gato estaba mirando un plano de la ciudad. Durante un segundo, el señor Dursley no se dio cuenta de lo que había visto, pero luego volvió la cabeza para mirar otra vez.
Sí había un gato atigrado en la esquina de Privet Drive, pero no vio ningún plano. ¿En qué había estado pensando? Debía de haber sido una ilusión óptica”
El corazón delator de Edgar Allan Poe (1843)
“… La enfermedad había agudizado mis sentidos, en vez de destruirlos o embotarlos. Y mi oído era el más agudo de todos. Oía todo lo que puede oírse en la tierra y en el cielo.
Muchas cosas oí en el infierno. ¿Cómo puedo estar loco, entonces? Escuchen… y observen con cuánta cordura, con cuánta tranquilidad les cuento mi historia”.
Metamorfosis de Franz Kafka (1915)
“Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto.”
La biblioteca de Babel de Jorge Luis Borges
“El universo (que otros llaman la Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales, con vastos pozos de ventilación en el medio, cercados por barandas bajísimas.
Desde cualquier hexágono, se ven los pisos inferiores y superiores: interminablemente”.
El túnel de Ernesto Sábato (1948)
“La caída del sol iba encendiendo una fundición gigantesca entre las nubes del poniente.
Sentí que ese momento mágico no se volvería a repetir nunca. -Nunca más, nunca más- pensé, mientras empecé a experimentar el vértigo del acantilado y a pensar qué fácil sería arrastrarla al abismo, conmigo”.
Hamlet de William Shakespeare (1609)
“Tú, mi amada Gertrudis, deberás también retirarte, porque hemos dispuesto que Hamlet al venir aquí, como si fuera casualidad, encuentre a Ofelia. Su padre y yo, testigos los más aptos para el fin, nos colocaremos donde veamos sin ser vistos.
Así podremos juzgar de lo que entre ambos pase, y en las acciones y palabras del Príncipe conoceremos si es pasión de amor el mal de que adolece.”
Colegiala de Osamu Dazai (2013)
“No hace falta que uno tenga la necesidad de conocerle en persona para darse cuenta de que no tiene ninguna seguidora femenina.
Usted confiesa sin tapujos que es horriblemente pobre, tacaño, feo y sucio (…) y cómo se queda dormido en el suelo tras armar un buen follón, sobre todas las deudas que tiene y sobre muchas otras cosas sucias y deshonrosas que, permítame que se lo diga, afectan de forma muy negativa a su persona.”
El retrato de Dorian Grey de Oscar Wilde (1890)
“…Lord Henry Wotton, que había consumido ya, según su costumbre, innumerables cigarrillos, vislumbraba, desde el extremo del sofá donde estaba tumbado- tapizado al estilo de las alfombras persas- , el resplandor de las floraciones de un codeso, de dulzura y color de miel, cuyas ramas estremecidas apenas parecían capaces de soportar el peso de una belleza tan deslumbrante como la suya…”
Día de lluvia de Rabindranath Tagore
“¡No salgas, hijo mío! El camino del mercado está desierto, el sendero junto al río resbaladizo, el viento ruge y se debate entre las cañas de bambú como una alimaña cogida en una red.”
Los viajes de Gulliver de Jonathan Swift (1726)
“… Estaba tratando de encontrar alguna brecha en la cerca, cuando observé que avanzaba hacia el portillo uno de los pobladores que estaba en el campo de al lado, de tamaño igual al que vi persiguiendo nuestra lancha en el mar.
De estatura parecía tan alto como la aguja de una torre, y a cada paso avanzaba unas diez yardas, por lo que pude calcular”.
Cuento de Navidad de Charles Dickens (1843)
“Marley estaba muerto; eso para empezar. No cabe la menor duda al respecto. El clérigo, el funcionario, el propietario de la funeraria y el que presidió el duelo habían firmado el acta de su enterramiento. También Scrooge había firmado, y la firma de Scrooge, de reconocida solvencia en el mundo mercantil, tenía valor en cualquier papel donde apareciera”.
Orgullo y prejuicio (1813)
“Cuando el señor Darcy le entregó esta carta no esperaba Elizabeth que renovase en ella sus ofrecimientos, pero tampoco esperaba, ni mucho menos, un contenido semejante. Es fácil suponer con qué ansiedad leyó cuanto decía y qué emociones más contradictorias levantó en su pecho. Sus sentimientos no podían definirse claramente mientras leía.
Vio primero con asombro que aún encontraba Darcy disculpas a su conducta, cuando ella estaba firmemente convencida de que era incapaz de encontrar explicación alguna que un justo sentido del decoro no le obligase a ocultar”.
Platero y yo (1914)
“Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas… Lo llamo dulcemente: «¿Platero?», y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal…”.
Referencias
- Alejandría Biblioteca (s/f). Penélope reconoce a Odiseo. Recuperado de: alejandria.nidaval.com
- Cáceres, Orlando (2016). Ejemplo de textos narrativos cortos. Recuperado de: aboutespanol.com
- El poder de la palabra (s/f). El perfume (fragmento). Recuperado de: epdlp.com
- Janovsky, Angela (s/f). What is Narrative Writing? – Definition, Types, Characteristics & Examples. Recuperado de: com
- Martínez, Ricardo (2015). Colegiala. Recuperado de: elplacerdelalectura.com
- Nieves, Luís (s/f). La metamorfosis. Recuperado de: ciudadseva.com
- Porto, Julián y otros (2010). Definición de texto narrativo. Recuperado de: definicionde.com
- Primera lluvia (2015). La biblioteca de Babel, de Jorge Luis Borges (fragmento). Recuperado de: primeralluvia.wordpress.com
- Swift, Jonathan (1726). Viajes de Gulliver. Edición y traducción Emilio Lorenzo Tirado. Editorial Espasa Calpe, segunda edición, 2007- 267 páginas.
- Wilde, Oscar (1890). El retrato de Dorian Gray. Traducción José Luís López Muñoz, 1999. Santillana Ediciones Generales, 2010- 310 páginas