Historia

Juana de Arco: biografía de la heroína francesa


Juana de Arco (1412-1431) fue una reconocida heroína de nacionalidad francesa, quien con apenas 17 años de edad consiguió unificar a las tropas con el objetivo de expulsar al ejército inglés de sus tierras. Logró todo esto bajo el margen histórico de una de las épocas más convulsas de la historia europea.

Esta joven francesa se caracterizó principalmente por sus orígenes humildes y por su notoria devoción religiosa. Antes de pertenecer a las tropas de Carlos VII, Juana fue una campesina de Domrémy y no contaba siquiera con los conocimientos básicos de escritura y lectura; sin embargo, dominaba las técnicas de costura y de pastoreo.

Sus escasas dotes académicas no fueron un impedimento para que la joven lograra liberar el sitio de Orleans de manos de las tropas inglesas. Según la heroína, estas hazañas las logró gracias al mandato divino, que le llegaba mediante voces y visiones con el objetivo de ordenarle sus próximas acciones bélicas.

A Juana también se le conocía como La Pucelle, que quiere decir “La doncella”. Este título recalcaba no solo su juventud y su género, sino también su pureza en cuanto a la castidad de la joven.

Tras haber ayudado al delfín Carlos VII a conseguir el trono de Francia, Juana de Arco fue traicionada por los burgaños, quienes la vendieron a los ingleses. Estos, con ansias de venganza, la sometieron a un juicio clerical por parte de la Inquisición; en este juicio Juana fue condenada a muerte.

No obstante, después su muerte las personas siguieron contando sus proezas y sus valores, perpetuando a la heroína medieval a través de la transmisión oral. Tras cinco siglos fue declarada patrona  de la nación francesa.

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Antecedentes y contexto histórico

A comienzos del siglo XIV se consideraba que Europa había sido invadida por todos los males posibles; en aquel entonces había una fuerte hambruna, a la que se le unía una terrible peste que había diezmado a un tercio de la población del Viejo Continente.

Además, se estaba desarrollando la Guerra de los Cien Años (1337-1453), lo que acrecentó el terror en la población medieval. Una gran parte de los europeos asoció estos males con el comienzo del apocalipsis descrito por San Juan en la última parte del texto sagrado.

Según los conocedores, el conflicto entre las dos potencias europeas —Francia e Inglaterra— resulta confuso y difícil de establecer, ya que los intereses de los monarcas y de los gobernantes se entremezclaban entre sí, generando toda una red de conflictos dentro del marco político.

Generalmente, la excusa favorita de los gobernantes medievales consistía en acusar a los otros de usurpación territorial. En la Edad Media los descendientes y ascendentes de los monarcas ingleses y franceses se encontraban muy vinculados.

Es decir, había muchas coincidencias genealógicas, lo que ocasionaba discusiones en cuanto al poder y  a los territorios.

Juana de Arco y la Guerra de los Cien Años

En el siglo XV la nobleza francesa fue vencida en cuatro ocasiones, por lo que estuvo cerca de la aniquilación. Las tropas francesas habían sido asesinadas sin piedad y sus cuerpos se extendían por todos los territorios de Crécy, Poitiers y Verneuil. Antes de la aparición de Juana, faltaba poco para la extinción total del ejército galo.

La ciudad de Ruan había decidido rendirse y París, mermada por las enfermedades y la guerra, se encontraba en manos de los ingleses.

El único territorio que todavía no había sido allanado por Inglaterra era la ciudad de Orleans, la cual funcionaba en aquel entonces como el corazón de Francia. No obstante, era el próximo lugar al que querían llegar los ingleses.

Fue entonces cuando apareció Juana de Arco, una campesina que aseguraba actuar por inspiración divina. Esta joven de bajos recursos decidió conducir a los franceses a una gama de victorias, iniciadas en 1429.

Gracias a los ánimos de Juana, quien poseía una habilidad especial para la retórica, lograron rescatar la corona Valoiscon y conservar Orleans.

Finalmente, los franceses lograron expulsar a las tropas inglesas gracias a la firma de la Capitulación de Normandia, en 1450. En ese momento Juana de Arco ya había sido condenada a muerte; no obstante, sus acciones marcaron el comienzo del final de una guerra que se había prolongado por demasiado tiempo.

La joven doncella como espada de Dios

Sobre la heroína francesa se han escrito incontables textos, algunos documentados por historiadores especializados y otros generados como consecuencia de la recopilación de la literatura oral y las tradiciones populares.

Las preguntas más comunes que giran en torno a esta figura son: ¿actuó Juana por inspiración divina o era una farsante? ¿Se trata más bien de una demente con ínfulas de guerrera, o realmente era partícipe de un milagro de Dios?

Ninguna de estos interrogantes puede responderse de manera específica; sin embargo, lo que no se puede negar es la importancia de esta figura femenina para la historia de Occidente, cuya trágica muerte ha inspirado una extensa lista de películas, obras de teatro y poemas.

Orígenes

Según los cronistas, es probable que Juana de Arco nació en 1412; sin embargo, ella misma ignoraba su fecha de nacimiento, como era usual en aquella época entre las gentes comunes de baja posición.

También se desconoce la verdadera ortografía de su apellido, puesto que la forma D’arc apareció siglo y medio después. De todas maneras, en aquel momento Juana era más bien conocida como La Pucelle, apodada así tanto por franceses como por ingleses.

Según los historiadores, uno de los aspectos más interesantes de la Pucelle era el hecho de que ella no era de alta alcurnia; pasaba sus días hilando lana y cuidando su rebaño. No sabía leer ni escribir y tampoco tenía conocimientos sobre el arte bélico, como corresponde a cualquier mujer de su época y de su estatus social.

Se dice que era la menor de cinco hermanos y que sus habilidades en el trabajo arduo del campo le facilitaron el manejo de las armas y de la armadura cuando se unió a las tropas del rey Carlos VII.

Comienzo de las visiones

Juana de Arco comenzó a tener sus místicas visiones a partir de los 13 años de edad, cuando empezó a escuchar una serie de voces a las que posteriormente denominó como “sus consejeros”. Al comienzo solo fueron voces, luego Juana indicó que comenzó a percibir las figuras de dichas voces y se empezaron a manifestar mediante un resplandor amarillo.

Entre las voces y figuras que Juana juraba percibir se encontraban las de San Miguel (acompañado de ángeles), Santa Catalina y Santa Margarita. Estas afirmaciones de la Pucelle han sido cuestionadas fuertemente a lo largo de la historia.

Más adelante, las voces le revelaron a Juana su misión: tendría el deber de ayudar al delfín Carlos a liberar la ciudad de Orleans y expulsar a los ingleses.

En 1428 Juana tomó la decisión de partir a propiciarle su ayuda al futuro rey. Primero se dirigió a Vaucouleurs con la finalidad de presentarse ante Roberto Baudricourt, que gobernaba en esa ciudad para Carlos.

Baudricourt era un soldado grosero, quien no quiso creerle a Juana cuando esta predijo la liberación de Orleans y la derrota de los franceses en la Jornada de los arenques. En lugar de hacerle caso a sus visiones, Baudricourt le ordenó al primo de Juana (que estaba allí con ella) que se la llevara a su padre para que este le propiciara una paliza.

La Pucelle y el contexto bélico francés

En 1429 Juana volvió a visitar al gobernador de Vaucouleurs, quien todavía se mantenía escéptico. No obstante, la Pucelle se mantuvo persistente, haciendo que eventualmente Baudricourt cediera.

El 17 de febrero de ese mismo año Juana De Arco profetizó que las fuerzas francesas sufrirían una gran derrota en Orleans, la cual pasó a la historia como la Batalla de los Herrings.

Viendo esto, Baudricourt le permitió a la joven encaminarse hacia el futuro rey, quien se encontraba en Chinón. En el camino fue escoltada por tres hombres, vestida con atuendo masculino con la finalidad de proteger su honor de la lujuria de los soldados. Esta decisión fue utilizada en su contra durante el juicio del tribunal de la Inquisición.

De hecho, se cree que siempre dormía vestida y que los hombres que se acercaban a ella no pudieron verla de manera lasciva, pues argumentaban que había algo a su alrededor que reprimía cualquier clase de pensamiento impropio.

Escepticismo de la corte

Al llegar a Chinón, Carlos VII se había ocultado entre los cortesanos con la finalidad de probar los dones de Juana. Sin esfuerzo alguno la joven logró encontrarlo y, señalándolo con el dedo, afirmó que lo había reconocido entre los otros ya que su voz se lo había revelado.

La Pucelle estaba convencida de que ella era una pieza clave para rescatar a Francia de las manos inglesas. Cuando le pedían señales, ella no dudaba en contestar que en nombre de Dios los soldados iban a batallar y que sería el mismo Dios quien daría la victoria. Por esta razón, solicitó ser trasladada a Orleans.

Al principio, una notable porción de la corte dudó de las habilidades de la joven, por lo que tuvo que ser sometida a varias pruebas. Incluso el rey seguía mostrándose escéptico en los primeros días.

Sin embargo, esto cambió cuando Juana le contó al rey un secreto muy íntimo que solo él conocía (probablemente relacionado con su nacimiento y la legitimidad de este); por lo tanto, el rey se convenció de la misión piadosa de Juana.

En Poitiers, Juana de Arco fue estudiada minuciosamente por un amplio comité de obispos, doctores y sabios, quienes buscaban conocer la naturaleza misteriosa y divina que residía en la joven. Estos conocedores no tuvieron éxito en su proceder, por lo que tuvieron que admitir que la doncella sí había sido enviada para salvar al reino.

Traslado a Orleans

Cuando el rey lo autorizó, la Pucelle se encaminó hacia Orleans acompañada de 4000 hombres, contando además con la protección del duque de Alencon. Se trataba de una tropa indisciplinada y violenta, con afición al saqueo. Con esta clase de hombres tenía que lidiar una joven doncella de apenas 18 años de edad.

En los meses de junio y julio de 1429 los ingleses se rindieron en las ciudades de Meung y Troyes. A pesar de que la joven Juana no sabía nada de los actos bélicos, su fe en las visiones y la fe que depositaban en ella quienes la rodeaban, transformaron a Juana en un hábil soldado muy aguerrido entre los demás hombres.

Teniendo en cuenta a los cronistas de la época, se puede afirmar que Juana participó en siete acciones militares, soportando el peso de la armadura como cualquier otro soldado. Tal como se mencionó anteriormente, se piensa que Juana tenía estas capacidades físicas debido a sus arduos trabajos desempeñados en el campo.

Estas imágenes trascendieron la época de Juana gracias a las palabras de su escudero Aulon, quien se encargó de describir a la dama con el mayor detalle posible. Vale acotar que, a pesar de su ímpetu, Juana fue herida en diversas ocasiones, pero esto no la detuvo.

La Pucelle nunca llegó a tomar mando directo del ejército, pero sí aconsejaba y ayudaba durante las operaciones militares. Incluso les reclamaba a aquellos soldados que llegaban tarde o que parecían perder los ánimos durante la batalla.

La joven también se encargó de prohibir el pillaje y organizó una serie de confesiones y de misas para las tropas. También redujo el número de mujeres que acompañaban a los soldados.

El triunfo de Juana de Arco en Orleans

La ciudad de Orleans se encontraba bajo grandes fuerzas inglesas y la comida era escasa al igual que el agua. Los soldados ingleses estaban conformados por hombres hábiles con mucha capacidad para la guerra.

Los franceses intentaron un primer ataque a la fortaleza de Saint-Loup sin la presencia de Juana, lo que terminó siendo una terrible derrota. Enterada de esto, Juana decidió intervenir con más fuerza que nunca.

Guiados por el ímpetu de la Pucelle, los soldados franceses lograron quebrar las líneas inglesas. En tres días los franceses recuperaron el fuerte y Orleans quedó libre del yugo inglés. Las acciones de Juana fueron celebradas por todos los soldados, quienes la exaltaban en sus canciones.

Tras esto, el general inglés conocido como Talbot fue tomado prisionero, lo que trajo consigo la marcha a Reims y, finalmente, la coronación oficial de Carlos VII, quien en ese momento fue consagrado como rey de Francia.

Caída de la Pucelle

El poder divino que guiaba y protegía a la joven visionaria la abandonó rápidamente. Juana se dirigió a Compiégne, una ciudad que seguía sitiada por tropas inglesas; en ese momento la doncella fue tomada prisionera por el conde de Luxembourg, quien era aliado de Borgoña.

Algunos historiadores establecen la posibilidad de traición, puesto que Guillaume de Flavy, encargado de la ciudad, no intentó nada para liberar a la joven. Tampoco lo intentó posteriormente el rey de Francia; como la Pucelle había cumplido con su cometido bélico, ya no les servía a los hombres franceses.

Incluso se dice que Juana representaba un peligro para el status quo del momento, según el cual una mujer solo era importante en la medida en la que pudiese traer hijos al mundo.

Al hallarse bajo el poder enemigo, Juana fue acusada de actuar conforme a los mandatos del demonio y no de Dios. Los ingleses aprovecharon esta oportunidad para desacreditar todos los logros de Juana de Arco, ya que ella había herido el orgullo varonil y la reputación de los militares ingleses.

Por orden de los ingleses, Juana fue enviada con los inquisidores de París con la finalidad de adjudicarle delitos relacionados con brujería y ciertas prácticas supersticiosas. A todas las acusaciones, Juana respondía con honestidad y sentido común, lo que dejaba perplejo a los jueces.

Muerte

La elocuencia y el poder de convicción de la Pucelle se convirtieron en un agente peligroso, por lo que sus enemigos estaban desesperados por terminar con ella acusándola de herejía. No solo buscaron asesinarla, sino también desacreditarla para así demostrarle al pueblo que Juana era una embustera enviada por el mismo diablo.

De esta forma, los ingleses podrían probar que el rey Carlos VII era ilegítimo, puesto que había sido guiado por una muchacha poseída por el demonio.

Juana de Arco pasó todo un año siendo vendida de villa en villa, hasta llegar a un proceso eclesiástico irregular que se encargó de Juana en sus últimos meses de vida. A Juana no solo la acusaron de herejía y brujería, sino que también fue castigada por el hecho de haber portado las vestiduras de hombre por tanto tiempo.

Como consecuencia de sus actos rebeldes, Juana fue condenada a morir en la hoguera, sentencia que se llevó a cabo el 30 de mayo de 1431. Numerosos personajes asistieron a su muerte; entre ellos una gran cantidad de ingleses. Se comenta que muchos franceses lloraban mientras presenciaban sus dolorosos últimos momentos.

Referencias

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