Otomíes: historia, ubicación, lengua, religión, tradiciones
¿Qué son los otomíes o cultura otomí?
Los otomíes o cultura otomí son un pueblo indígena que todavía habita parte del centro de México. El nombre otomí, una palabra de procedencia náhuatl, significa “quien camina con flechas” o “flechador de pájaros”. De acuerdo a los historiadores, los otomíes fueron los primeros habitantes del valle de Tula.
Existe constancia de que los otomíes estaban ya asentados en Mesoamérica en el 5000 a. C. El estudio de su lengua, que forma parte de la familia otomangue y otomí-pame, ha demostrado que fueron el pueblo originario del altiplano del centro de México.
Su expansión geográfica comenzó tras lograr dominar la agricultura. Con el tiempo, este pueblo jugó un papel muy importante en el desarrollo demográfico de Teotihuacan. Después de la caída de esta ciudad, los otomíes se trasladaron hacia la Sierra Madre oriental y Tlaxcala.
La llegada de los conquistadores españoles supuso un gran cambio en el modo de vida de los otomíes. Durante la conquista, este pueblo se alió con Hernán Cortés en su lucha contra los aztecas. Más adelante, los monjes franciscanos se encargaron de que los otomíes se convirtieran al cristianismo y abandonaran sus antiguas creencias.
Historia de los otomíes
A pesar de la influencia de la cultura otomí en el territorio mesoamericano, los datos sobre la misma son escasos. Se sabe que fueron uno de los primeros pueblos en habitar la meseta central, pero poco sobre su estilo de vida y creencias.
Origen
Los pueblos que compartían la lengua otomangueana formaban una unidad cultural sobre el 5000 a. C. Se cree que tras dominar la agricultura comenzó a producirse una diversificación lingüística y su expansión territorial.
La rama occidental de estos pueblos, los otopames, llegaron a la Cuenca de México en el cuarto milenio antes de Cristo. A partir del Preclásico, que duró hasta el siglo I d. C., las variantes lingüísticas empezaron a aparecer. Así, en el periodo Clásico, el otomí y, por ejemplo, el mazahua, eran ya dos idiomas diferentes.
Teotihuacan
Aunque no existe consenso entre los historiadores, muchos consideran que los otomíes jugaron un papel importante en el desarrolló de Teotihuacan. Sin embargo, muchos afirman que no ocuparon lugares de poder en la ciudad.
El periodo Clásico en Mesoamérica terminó con la caída de Teotihuacan. Esto produjo grandes cambios en la estructura de poder en la zona, con la llegada de nuevos pueblos y con enfrentamientos entre pequeños estados.
Los otomíes fueron obligados a marcharse hacia la zona oriental desplazados por grandes grupos de habla náhuatl. Su destino fue la Sierra Madre oriental y el valle de Puebla-Tlaxcala.
Durante los siglos posteriores, se formaron importantes estados en el territorio de los otomíes, con los pueblos nahuas como líderes. Ya en el siglo IX, Tula, en manos de los toltecas, se convirtió en una de las ciudades más poderosas de toda Mesoamérica. Allí se establecieron muchos otomíes del valle de Mezquital.
Conquista
Cuando los conquistadores españoles llegaron a Mesoamérica, los otomíes poblaban diversas zonas de la región, principalmente el valle de Mezquital, Querétaro y el actual Estado de México.
Los otomíes fueron atacados por los españoles, pero su participación en la conquista no quedó ahí. Después de la Noche Triste, cuando el ejército de Cortés sufrió una importante derrota, los otomíes de Teocalhueyacan se reunieron con los conquistadores.
En ese encuentro, según los cronistas, los españoles recibieron comida y los otomíes les ofrecieron una alianza y refugio. Los conquistadores permanecieron en Teocalhueyacan durante diez días para recuperarse de la derrota.
Los otomíes, además, aconsejaron a los españoles que atacaran a los nahuas de Calacoaya el 2 de junio de 1520. Cortés hizo caso al consejo y logró una importante victoria. Con ayuda de los otomíes, los conquistadores continuaron su campaña hasta lograr derrotar a los aztecas.
Época colonial
Como el resto de los pueblos indígenas, los otomíes debieron abandonar sus antiguas creencias y convertirse al cristianismo. En este caso, los responsables de su evangelización fueron los monjes franciscanos.
Igualmente, también tuvieron que adoptar las estructuras organizativas de los españoles. Las comunidades indígenas fueron transformadas en mayordomías, entre las que destacó la de Ixtenco (Tlaxcala).
En la década de 1530, todos los asentamientos otomíes del valle de Mezquital y de la Barranca de Metztitlán se repartieron en encomiendas.
Más adelante, con la creación de las denominadas repúblicas de indios, permitió a los otomíes mantener algunos de sus elementos tradicionales, aunque no la posesión de la tierra.
Las repúblicas de indios, no obstante, no frenaron la aculturación de la población indígena, ni su sometimiento a los terratenientes. En los siglos XVII y XVIII, estas circunstancias provocaron algunas revueltas encabezadas por los otomíes, como la producida en Querétaro en 1735.
En 1767 y 1785, los otomíes de Tolimán atacaron las haciendas que ocupaban sus antiguos terrenos. La rebelión se repitió en 1806 y terminó con la captura de los líderes indígenas y su entrada en prisión.
Ubicación geográfica de los otomíes
Históricamente, los otomíes han vivido en el centro de México. En la actualidad, aún existen varias comunidades en esa zona que reclaman su descendencia étnica y cultural de la antigua cultura otomí.
Época precolonial
Antes de la llegada de los españoles, los otomíes habían conquistado territorios como Querétaro, además de establecerse en lugares cómo San Luis Potosí, México, Tlaxcala, Puebla o Guanajuato. Uno de sus centros más importantes era Xilotepec, en el actual estado mexicano de Hidalgo.
La estructura social de los otomíes estaba formada principalmente por asentamientos dispersos. En ellos, la población se agrupaba en extensas células familiares.
Actualidad
En la actualidad, el 80% de los otomíes residen en los estados de México, Querétaro, Hidalgo, Michoacán, Guanajuato, Veracruz y Puebla.
Dentro de esos territorios se pueden delimitar cuatro espacios en los que se concentran los descendientes de este pueblo: la Sierra Madre oriental, el Semidesierto de Querétaro, el norte del estado de México y el valle de Mezquital. Otras pequeñas comunidades habitan en Zitácuaro, Tierra Blanca y en Ixtenco.
Lengua otomí
De acuerdo a los expertos, la familia lingüística otomangueana, a la que pertenece el otomí, es una de las más antiguas de toda Mesoamérica. Se trata de una lengua vinculada al idioma mazahua, del que se fue separando a partir del siglo VIII.
Otomí
En realidad, el otomí comprende varios tipos de lenguas diferentes, sin que exista consenso sobre el número real. Así, el Ethnologue del Instituto Lingüístico de Verano y el Catálogo de Leguas Indígenas del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas afirman que las variedades del otomí son nueve. Por otra parte, Charles Wright Carr afirma que son tan solo cuatro.
Según la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de México, el 50,6% de los otomíes actuales hablan su lengua nativa.
Religión otomí
Como ocurre con todos los pueblos indígenas de México, la religión más practicada en la actualidad entre los otomíes es el cristianismo. La conversión comenzó tras la llegada de los frailes franciscanos a la zona después de la conquista.
A pesar de esto, los otomíes han introducido algunos elementos de sus antiguas creencias dentro del cristianismo que practican. Este sincretismo se ve reflejado en la relación que establecen entre algunos santos católicos y sus antiguos dioses.
Solo en algunas comunidades muy aisladas se han conservado sus ritos ancestrales. Así, sigue vigente su creencia en los curanderos, llamados nahuales, y en la magia que los guías espirituales pueden practicar.
Religión ancestral
Las creencias ancestrales de los otomíes estaban totalmente relacionadas con las fuerzas de la naturaleza. Esta cultura rendían culto a fenómenos como la lluvia de las montañas y a elementos como el Sol.
Por otra parte, la brujería y el curanderismo eran otros elementos fundamentales en su práctica religiosa. Los segundos, para los otomíes, eran capaces de curar cualquier tipo de enfermedad anímica succionado el mal del cuerpo del afectado.
Además, los nahuales, nombre por el que se conocían a estos chamanes, tenían el poder de convertirse en animales. Cuando lo hacían, según sus creencias, se alimentaban de sangre y podían ser representantes tanto del bien como del mal.
Dioses
Los dioses otomíes estaban organizados en una jerarquía. Los más importantes eran el Sagrado Padre y la Sagrada Madre. Tras ellos, aparecían otras figuras que influían en la vida de los humanos, como el Señor Sol (Maka Hyadi), la Dama de las Aguas, el Señor Tierra o el Abuelo Fuego.
Otro escalón inferior estaba ocupado por señores menores. Con el tiempo, los otomíes incluyeron en este segmento a varios santos católicos.
Cultos actuales
En la actualidad, la cultura otomí sigue reverenciando a algunos elementos de la naturaleza. De especial importancia para ellos es el culto a los cerros. Los otomíes han construido santuarios en las cimas de las montañas y suelen visitarlo realizando un circuito ritual.
Las capillas levantadas por este pueblo son pequeñas, casi siempre familiares. Son utilizadas, entre otras cosas, para rendir honores al primer pariente bautizado.
Una de las características de su práctica religiosa es el sincretismo entre el catolicismo y sus antiguas creencias. Así, dan culto a varios de sus antiguos dioses a los que han llamado como algunos santos cristianos.
Tradiciones y costumbres
Aunque la población otomí actual no es demasiado grande, en los últimos años están intentando recuperar algunas de sus tradiciones y costumbres que casi se habían perdido.
Organización social
Antes de la conquista española, la sociedad otomí estaba dividida en dos clases bien diferenciadas: la nobleza y los campesinos. Entre los primeros se encontraban los gobernantes, los sacerdotes y los dueños de las tierras de cultivo.
En la actualidad, la familia sigue siendo el núcleo principal de la sociedad otomí. Su forma de vida está muy relacionada con el cultivo de la tierra y cada miembro de la familia debe asumir su tarea dependiendo de su edad.
Se trata, igualmente, de una sociedad bastante patriarcal. Las funciones de las mujeres están limitadas al cuidado de la casa, la preparación de la comida y al cuidado de los animales. Esto, no obstante, no impide que colaboren en el campo si es necesario.
Trueque
Se sabe que los otomíes comenzaron pronto a practicar el comercio mediante el trueque. Aunque con el tiempo empezaron a usar monedas, el intercambio de bienes o servicios continuó siendo lo más habitual durante buena parte de su historia.
Hoy en día, aunque la compra con monedas se ha ido imponiendo, los otomíes no han abandonado sus antiguas prácticas de trueque.
Moshte
Una antigua costumbre que se ha mantenido hasta nuestros días es el moshte. Esta consiste, en resumen, en rendir homenaje a los familiares fallecidos ofreciéndoles sus comidas y bebidas preferidas.
El moshte se celebra durante la época de la cosecha, un tiempo en el que las familias trabajan unidas en el campo. Igualmente, puede celebrarse durante cualquier entierro. En la ceremonia no solo participan los miembros de la familia del difunto, sino que toda la comunidad colabora aportando frutos, tubérculos y otros alimentos.
Fiestas
Los otomíes celebran distintas fiestas durante todo el año. En ellas participan todos los miembros de la comunidad y se caracterizan por el colorido, sus desfiles, las ofrendas y los rituales. Las más importantes son aquellas que coinciden con las celebraciones católicas.
Dos de las fiestas más interesantes son las que tienen lugar el 5 de mayo y el 20 de noviembre. Los bailes, la música, los fuegos artificiales y los adornos en iglesias y cementerios se convierten en protagonistas.
Día de los muertos
Aunque no se trata de una fiesta exclusivamente otomí, el festival del día de los muertos es ampliamente celebrado por los miembros de esta comunidad.
Como sucede en el resto de México, los otomíes ofrecen a las almas de los difuntos distintas ofrendas. A los espíritus de los niños les ofrecen dulces, golosinas, leche o pan, mientras que a los adultos se les deja tabaco, alcohol o café, además de alimentos.
Vestimenta
Antes de la llegada de los conquistadores españoles, los otomíes elaboraban sus propias prendas con agave o hilo de maguey. El algodón y las fibras de palma silvestre eran dos de los materiales más comunes. Los colores más habituales eran el pardo y el blanco.
Tras la conquista, el principal cambio se produjo en la elección del material. Así, el algodón empezó a ser ampliamente utilizado, especialmente en las zonas más frías.
Hombres y mujeres
La prenda más tradicional femenina, presente hasta el día de hoy, es la manta blanca con bordados, aunque también existen algunas de colores. Por otra parte, es frecuente que se peinen el cabello en trenzas, recogidas con cintas de lana.
Por su parte, los hombres utilizan camisas colocadas bajo el sarape. Los pantalones o calzones se sujetan con un ceñidor. En la cabeza suelen vestir un sombrero de ala ancha y copa cónica.
Gastronomía
La base de la gastronomía tradicional otomí es el maíz, seguido de otros productos como el ají o el chile. Con esos ingredientes y otros (vegetales o animales) esta cultura prepara una gran variedad de platillos usando varias técnicas de cocción.
La aportación carnívora a la dieta otomí provenía de la caza. Era frecuente, igualmente, que utilizaran larvas o huevos de insectos.
Platos típicos
La gastronomía actual otomí destaca por elaboraciones como las tortillas, los tamales o las mazorcas cocidas o asadas. Igualmente, también consumen vegetales como los nopales, las habas, los chícharos o las calabazas. Como en el resto del país, no faltan los diversos tipos de chile.
Dada las condiciones económicas de la mayoría de las comunidades otomíes, la carne solo se consume en las fiestas.
En cuanto a las bebidas, los otomíes se decantan por el té de hierbas, el jugo de fruta o el pulque, una bebida obtenida de la fermentación de la caña de azúcar y el maguey.