Anatomía y fisiología

Sistema muscular humano: funciones, tejido muscular, tipos de músculos


¿Qué es el sistema muscular?

El sistema muscular es el sistema del cuerpo humano que está formado por todos los músculos. Incluye tanto los músculos asociados con el esqueleto, que permiten el movimiento del cuerpo, como los músculos que forman el corazón y los órganos viscerales internos.

Los músculos comprenden un tejido muy especial de nuestro cuerpo, ya que tiene la capacidad de contraerse y, con ello, producir movimientos. Estos movimientos generalmente son el resultado de la acción del sistema nervioso sobre los grupos de células que forman la masa muscular.

Así como otros sistemas corporales, el sistema muscular nos permite, de una u otra manera, interactuar con el medio que nos rodea, respondiendo a las condiciones cambiantes de este y a nuestras propias necesidades fisiológicas: el hambre, la sed, la reproducción, el refugio, la huida o la defensa, entre otras.

Nuestro cuerpo tiene muchísimos músculos diferentes, muchos de los cuales están especializados en funciones muy específicas.

Los sistemas digestivo, circulatorio y respiratorio son buenos ejemplos de la participación del sistema muscular en funciones diferentes a las del movimiento y la locomoción con que generalmente asociamos a los músculos.

Funciones del sistema muscular

El sistema muscular es importante para nuestro cuerpo desde muchos puntos de vista, ya que participa en muchos de los diferentes sistemas de órganos y tejidos que nos conforman. A continuación algunas de sus funciones más importantes:

– Permite el movimiento y la locomoción, lo que nos diferencia de las plantas y de otros organismos sésiles o inmóviles, y que nos caracteriza también como seres humanos, capaces de realizar distintas actividades conscientes como tocar instrumentos musicales, practicar deportes, construir cosas, danzar, dibujar, hablar, cantar, etc.

– Los músculos funcionan en procesos esenciales para la vida como el bombeo de la sangre por el cuerpo, el movimiento y la conducción de dicha sangre, el movimiento de los alimentos, la respiración, etc.

– Participan en el movimiento de los globos oculares, lo que nos permite tener un rango más amplio de visión.

– Nos ayudan a mover las mandíbulas para masticar los alimentos y tragarlos (empleando la lengua), así como para hablar, toser, bostezar, entre otros.

– Nos permiten controlar procesos excretores como la defecación o la micción (orina), pues los esfínteres que controlan las aperturas hacia el exterior de los tubos por donde se expulsan estos desechos están formados por tejidos musculares.

– Forman una capa superficial que ayuda a proteger a los órganos internos de nuestro cuerpo, especialmente frente a golpes, accidentes y otros.

– Otra función importante tiene que ver con el mantenimiento de la postura, que depende tanto del sistema muscular como del óseo.

– Los músculos participan también en la producción de calor.

Tejido muscular

El sistema muscular está compuesto por tejido muscular. Este tejido está formado por células especializadas denominadas miocitos, que también se conocen como fibras musculares, en las que reside la capacidad de contracción o elongación que caracteriza a los músculos.

Aunque existen algunas diferencias entre los distintos tipos de músculos, generalmente los miocitos son células de aspecto fibroso, alargadas y de gran longitud (especialmente las células del músculo estriado esquelético).

En su interior podemos encontrar los orgánulos de cualquier célula eucariota: membrana plasmática, núcleo, mitocondrias, retículo endoplásmico y complejo de Golgi, lisosomas, peroxisomas y otros.

Sin embargo, algunos de estos componentes reciben nombres especiales, tal es el caso, por ejemplo, de:

  • La membrana plasmática, a quien se conoce como sarcolema.
  • El retículo endoplásmico, conocido como retículo sarcoplásmico.
  • Las mitocondrias, conocidas como sarcosomas.
  • El citosol, también llamado sarcoplasma.

El sarcolema o la membrana plasmática de las células musculares es una membrana similar a la de las células neuronales, lo que quiere decir que puede excitarse y conducir potenciales de acción, para lo que está perfectamente organizada y dispuesta en los miocitos.

Además de los componentes internos comunes para todas las células humanas, los miocitos tienen en su interior una serie de elementos contráctiles que se denominan miofibrillas, las cuales están compuestas por fibras de proteínas contráctiles llamadas miofilamentos.

Miofilamentos gruesos y delgados

Hay dos tipos de miofilamentos que, en conjunto, son los responsables del acortamiento o alargamiento de los tejidos musculares, estos son los miofilamentos gruesos y los miofilamentos delgados.

Los miofilamentos gruesos están formados por una proteína llamada miosina II, mientras que los filamentos delgados están compuestos principalmente por la proteína actina F (que es un polímero de la proteína actina G) y otras dos proteínas que participan en la estructura: la troponina y la tropomiosina.

Además de estas, los miofilamentos se asocian con otras proteínas que no tienen funciones contráctiles, pero que cumplen un papel estructural importante, siendo las dos más importantes la titina y la nebulina.

La contracción de las células musculares depende de la capacidad de los miofilamentos delgados para deslizarse sobre los miofilamentos gruesos, acortando la longitud de las células a las que conforman. Además, es un proceso que demanda un suministro constante de energía en forma de una molécula conocida como ATP.

Tipos de fibras musculares o miocitos

Dependiendo de cómo se disponen estructuralmente los miofilamentos en las miofibrillas de las fibras o células musculares se definen dos tipos de células musculares: las estriadas y las lisas.

  • Fibras musculares estriadas

Estas son las células que forman el tejido muscular asociado con el esqueleto y los músculos del corazón. Vistas al microscopio, estas células presentan un patrón de bandas transversales o “estriaciones” que se repiten a lo largo de toda su estructura, de allí su nombre.

Las miofibrillas ocupan prácticamente todo el espacio celular de las fibras musculares estriadas y usualmente se disponen longitudinalmente en conjuntos ordenados de forma paralela.

  • Fibras musculares lisas

A diferencia de las anteriores, estas fibras musculares no presentan el patrón de bandas transversales, razón por la que se les denomina “fibras lisas”.

De este tipo de células se compone la musculatura de los intestinos, de los vasos sanguíneos, de los esfínteres, de la vejiga urinaria y de otros órganos internos.

Tienen una mayor proporción de miofilamentos delgados en relación con los miofilamentos gruesos, y estos tienen mayor longitud que los miofilamentos delgados de los miocitos estriados.

Tipos de músculos

La clasificación principal de los músculos del cuerpo humano se basa en las características histológicas de estos y sugiere la existencia de tres grupos fundamentales: el músculo esquelético, el músculo cardíaco y el músculo liso.

Músculo esquelético

El músculo esquelético está formado por fibras musculares estriadas, las cuales están estructural y funcionalmente separadas entre sí, pero que se contraen al unísono para permitir el movimiento.

Estos músculos se asocian con los huesos y se unen a estos a través de las fibras de tejido conectivo conocidas como tendones.

La contracción y relajación de los músculos esqueléticos está bajo la acción del sistema nervioso central, específicamente de la división somática del sistema nervioso periférico, que controla nuestros movimientos voluntarios a través de las neuronas motoras.

Músculo cardíaco

El corazón es un órgano muscular. Está formado por cuatro cámaras huecas con paredes musculares que se contraen espontáneamente y cuyas células están reguladas por neuronas del sistema nervioso autónomo, por lo que se trata de un órgano controlado involuntariamente.

Las células del músculo cardíaco son células o fibras musculares estriadas que contienen miofilamentos gruesos y delgados ordenados de la misma manera que las células musculares esqueléticas.

Sin embargo, son más cortas en cuanto a su longitud y están interconectadas entre sí, permitiendo la propagación rápida de los impulsos eléctricos que promueven su contracción, sin importar dónde se generen.

Músculo liso

Este tipo de músculo es el que forma los principales órganos viscerales huecos de nuestro cuerpo, como los intestinos (donde permiten los movimientos peristálticos que favorecen el proceso digestivo), los vasos sanguíneos, los uréteres y el útero, entre otros. También son músculos lisos los que se encuentran en el iris de nuestros ojos.

Estos músculos están bajo el control del sistema nervioso autónomo, lo que quiere decir que su contracción no depende de nuestra voluntad, como sí es el caso del músculo esquelético.

Dependiendo del órgano al que pertenezcan, las células musculares lisas se disponen en capas circulares, longitudinales o ambas, lo que está muy relacionado con sus funciones contráctiles.

Principales músculos del cuerpo humano

Músculos de la cara

Estos son los que nos permiten tener expresiones faciales, masticar, hablar, mover el cuello y la cabeza y respirar, son músculos esqueléticos que se asocian con el esqueleto axial, que es el que forma el cráneo, la columna vertebral y la caja torácica.

Los principales músculos de la cara son los siguientes músculos esqueléticos:

Músculo occipitofrontal: que es un músculo amplio ubicado en la frente.

Músculo temporal: un músculo grueso que tiene forma de abanico y que permite el cierre de la boca y el movimiento de la quijada de lado a lado durante la masticación.

Músculo buccinador: llamado también el “músculo del trompetista”, es un músculo que se encuentra en la mejilla y cuya función es evitar que la comida pase hacia la superficie externa de los dientes cuando masticamos.

Músculo masetero: que va desde el hueso de la mejilla hacia la mandíbula inferior y funciona en el acercamiento y alejamiento de los dientes cuando comemos, se dice que es el más fuerte de los músculos de nuestro cuerpo.

Músculo del mentón (mentalis): se encuentra en el mentón y permite ciertos movimientos del labio inferior.

Músculo depresor del labio inferior: asociado con el labio inferior, permite “bajar” el labio cuando hacemos expresiones faciales de disgusto.

Músculo orbicular de la boca: un músculo circular alrededor de los labios que los acerca entre sí.

Músculo elevador del labio superior: ubicado a ambos lados de la nariz, es el músculo que nos permite profundizar los surcos a cada lado de la nariz y del labio superior cuando realizamos expresiones faciales de tristeza.

Músculos orbiculares de los ojos: que forman los párpados y los orbitales, permitiendo que abramos o cerremos los párpados cuando parpadeamos.

Músculo risorio: es el músculo que nos permite estirar horizontalmente los labios, como cuando fingimos una sonrisa.

Otros músculos corporales

Además de músculos los músculos de la cara, otros músculos muy conocidos del cuerpo, que generalmente son el foco de atención para quienes van al gimnasio a entrenar fuerza o a “definirse” son los siguientes:

Bíceps: son los músculos que se encuentra en los brazos, exactamente uniendo mecánicamente el brazo con el antebrazo, donde cumple la función de flexión del antebrazo.

Tríceps: también es un músculo que está en el brazo, pero en la parte posterior del mismo, representa un gran porcentaje de la masa muscular del brazo.

Pectorales: son tres músculos que se encuentran en la región del pecho y que nos ayudan a hacer fuerza con los miembros superiores.

Abdominales: corresponden al conjunto de músculos que se encuentran en la zona abdominal y que protegen los órganos y ayudan a mantener el cuerpo recto y a realizar distintos movimientos.

Abductores: se encargan de la separación de las piernas y se encuentra en la región de la cadera, entre el muslo y los glúteos.

Glúteos: son los músculos que se encuentran en la parte posterior de las piernas y conforman las nalgas, permiten el movimiento del muslo hacia la parte trasera.

Cuádriceps: es un músculo grande que se encuentra en la parte anterior de los muslos y que participan en la extensión de la rodilla para dejar la pierna recta.

Enfermedades del sistema muscular

El sistema muscular es propenso a distintas enfermedades como cánceres, infecciones, heridas, traumatismos, etc.

Generalmente, las enfermedades o desórdenes que tienen que ver con los músculos esqueléticos se clasifican en dos categorías: los desórdenes musculoesqueléticos y los desórdenes neuromusculares.

Sin embargo, el corazón y las vísceras, como órganos musculares, también pueden padecer enfermedades de distinta índole.

Desórdenes musculoesqueléticos: heridas en los músculos o tendones debidas a estrés mecánico como la sobreextensión, los movimientos repetitivos y la mala postura. Entre estos destacan la tensión muscular, la tendinitis, el síndrome del túnel del carpo, que suelen estar relacionados con el trabajo o el deporte y afectan pocos músculos.

Desórdenes neuromusculares: se trata de desórdenes sistémicos que se relacionan con problemas del sistema nervioso para controlar la contracción de los músculos; a menudo tienen que ver con problemas genéticos y afectan a gran número de músculos al mismo tiempo. Ejemplos son la distrofia muscular y la enfermedad de Párkinson.

Cuidados del sistema muscular

El cuidado de nuestros músculos es fundamental para mantenerlos sanos y en buen funcionamiento, de manera que no tengamos que ver con las consecuencias de su deterioro. Algunos consejos útiles para cuidar al sistema muscular incluyen:

– Siempre calentar los músculos antes de comenzar cualquier actividad física y permitir su enfriamiento luego de finalizarla.

– Tratar, en la medida de lo posible, de estirar la mayor parte de los músculos del cuerpo a diario, pero especialmente antes de realizar deportes o cualquier actividad física, esto evitará que se fatiguen demasiado rápido o que su uso prolongado provoque demasiado dolor.

– Mantenerse bien hidratado, ya que el agua es muy importante para el funcionamiento de nuestros órganos, para la lubricación y la disipación de calor.

– Tener una dieta adecuada, donde se consuma de forma equilibrada una mezcla de frutas, vegetales, grasas, carbohidratos y proteínas de distintos tipos, buscando siempre evitar los excesos.

– Evitar el consumo de drogas de cualquier tipo, ya que son perjudiciales para la salud en general, bien sea a nivel del sistema nervioso (que ultimadamente afectará las funciones musculares) o a nivel sistémico en general.

– Ejercitarse diariamente o por lo menos 3 o 4 veces a la semana, durante un mínimo de 30 minutos cada vez.

– Evitar el estrés y procurar dormir y descansar suficiente.

Referencia

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