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Ovíparos: características, reproducción, ejemplos


Ovíparos son aquellos animales que nacen de huevos, es decir, aquellos cuyo desarrollo embrionario ocurre en estructuras externas a los parentales y que pueden o no ser cuidadas por estos durante los primeros estadios del proceso de desarrollo.

El término significa, literalmente, “huevo” y “nacimiento”, y se emplea para denotar aquellos animales cuya reproducción sexual da lugar a un huevo que está recubierto por una suerte de “cascarón” de protección que usualmente se forma después de la fertilización de la ovocélula.

Los animales ovíparos se diferencian de los vivíparos, por ejemplo, en que estos últimos se desarrollan dentro o en alguna parte del cuerpo de la madre y usualmente dependen de ella para alimentarse y crecer durante las primeras etapas del desarrollo.

La oviparidad es reconocida como la “condición ancestral” en muchos linajes animales y algunos autores consideran que, a pesar de que puede no ser un mecanismo reproductivo tan eficiente como el de los vivíparos, les permite a los animales que la presentan la producción de mucha más descendencia en periodos de tiempo más cortos.

Índice del artículo

Características generales

Los animales ovíparos se reproducen sexualmente y una vez fecundado el óvulo, el embrión en proceso de desarrollo es protegido dentro de la ovocélula gracias a la formación de una cáscara o membrana externa resistente.

Los animales ovíparos pueden ser terrestres o acuáticos, y sus patrones de oviposición varían considerablemente.

Algunas especies terrestres cuidan de sus huevos hasta que estos eclosionan e incluso los ayudan a salir de la cáscara, mientras que otras los entierran y los abandonan, por lo que las crías son independientes desde el momento de su nacimiento.

Dependiendo de la especie y de su estrategia reproductiva, así como de estos patrones de oviposición, los animales ovíparos pueden poner uno o múltiples huevos, lo que se relaciona directamente con los porcentajes de supervivencia de las crías.

Usualmente, estos huevos contienen suficiente espacio y sustancias de reserva nutritivas para el desarrollo de los embriones; lo que asegura que las crías serán capaces de desarrollar todos los órganos y la mayoría de los sistemas corporales necesarios para subsistir antes de la eclosión.

Los huevos representan un ambiente “controlado” que aísla en cierto grado al embrión del medio que lo rodea, haciéndolo capaz de resistir algunos de los embates ambientales a los que puede estar sometido después de la oviposición.

Reproducción

Cuando los animales ovíparos se reproducen sexualmente, el proceso de la fertilización (fusión de los gametos) puede ser interno o externo.

La fertilización interna implica que, en uno de los parentales, usualmente la hembra (que contiene las células huevo) recibe los gametos del otro, lo que implica el contacto físico entre ambas células y la fusión de sus núcleos en el interior del aparato reproductor de la hembra.

El cigoto así producido es protegido en el interior del huevo, una estructura que es formada por las células de la madre que rodean al óvulo y que puede o no mineralizarse y endurecerse.

La composición de las “cáscaras” de los huevos de los animales varía mucho según la especie. Así, algunos huevos poseen capas o membranas más o menos flexibles, compuestas por proteínas fibrosas, y otros están recubiertos por membranas sobre las cuales se depositan materiales resistentes como el carbonato de calcio, por ejemplo.

La fertilización externa, por otro lado, ocurre cuando ambos parentales liberan las células sexuales al medio que los rodea y estas células se fusionan al azar fuera del cuerpo de los animales que se reproducen.

A pesar de lo anterior, Lodé, en 2012, propuso que la oviparidad es característica únicamente de las especies animales en las cuales la fertilización es interna y los embriones se disponen en el tracto genital de las hembras.

Este autor, además, establece que los animales ovíparos se caracterizan por una reproducción lecitotrófica, es decir, una reproducción donde los embriones se alimentan de un abundante vitelo (citosol nutritivo del óvulo) contenido en el interior del huevo.

Es importante destacar que muchas especies de animales ovíparos tienen una reproducción “cloacal”, es decir, que la fertilización ocurre luego de que los animales “juntan” sus cloacas y el macho deposita el semen con los espermatozoides en la hembra.

Desarrollo embrionario

El desarrollo embrionario de todas las especies animales (ovíparas o no) comienza con la formación de un cigoto, que es la célula resultante de la fusión de los gametos (óvulo y espermatozoide) provenientes de animales de sexo contrario que se aparean o reproducen sexualmente.

El óvulo, la ovocélula o el huevo

Los gametos femeninos, es decir, los óvulos o las ovocélulas, varían considerablemente de tamaño. Sin embargo, usualmente son células grandes que acumulan una sustancia conocida como vitelogenina, que se transforma en la “yema” o el vitelo del huevo y que sirve como sustancia de almacenamiento de nutrientes para sustentar al embrión que se forma en su interior.

Dependiendo de la cantidad de vitelogenina que se acumula, los huevos pueden clasificarse como microlecitos, mesolecitos o macrolecitos, esto si tienen muy poco, una cantidad moderada o demasiada sustancia de reserva, respectivamente.

Además, los huevos también pueden ser clasificados de acuerdo con la forma en la que se distribuye el material de reserva, por lo que existen huevos isolecitos (con la yema distribuida equitativamente) o huevos telolecitos (con la yema concentrada en un solo lugar del huevo).

Cada célula huevo está rodeada por tres membranas o “envolturas”. La primera separa la membrana plasmática del huevo de las demás células del ovario donde este se produce y muchas veces se conoce como membrana vitelina.

La segunda capa o envoltura está compuesta por las células del ovario que rodean al huevo y contribuyen en el transporte o transferencia de nutrientes hacia el mismo, entretanto la tercera capa se forma en los oviductos y es aquella que en muchas especies es una capa dura y resistente.

En muchos animales ovíparos esta capa se forma después de la fertilización y ayuda a proteger al cigoto durante el desarrollo, dado que usualmente en ella se depositan proteínas fibrosas y otras sustancias resistentes o coriáceas.

Divisiones o clivaje del cigoto

El cigoto sufre múltiples divisiones celulares mitóticas durante las primeras etapas del desarrollo, divisiones que dan lugar a unas estructuras conocidas como mórula, blástula y gástrula, en las cuales comienza la definición del embrión propiamente dicho y de los tejidos que lo rodean y lo nutren (tejidos extraembrionarios).

A medida que continúa el proceso, el embrión que provino del cigoto pasa por un proceso de organogénesis (formación de órganos) a partir de unas capas germinales que se han definido previamente a través de las sucesivas divisiones celulares y del establecimiento de “funciones” específicas.

Las capas germinales son las que se conocen como ectodermo, mesodermo y endodermo, que normalmente forman la epidermis y los órganos en contacto con el ambiente, parte del tubo digestivo y los pulmones, y la musculatura, el esqueleto, las gónadas y el aparato excretor, respectivamente.

Desarrollo postembrionario

El desarrollo embrionario de los animales ovíparos ocurre en el interior de los huevos, fuera del cuerpo de las hembras.

En las aves, por ejemplo, la temperatura es cuidadosamente controlada por las hembras o los machos que “empollan” o “anidan” sobre sus huevos, mientras que los animales poiquilotermos como los reptiles, dependen de las condiciones ambientales para el mantenimiento de sus huevos.

Una vez los embriones han consumido todas las sustancias de reserva del vitelio, estos eclosionan y abandonan el huevo.

Dependiendo de la cantidad de reservas nutritivas que tenga el huevo, el desarrollo puede ser directo o indirecto.

En otras palabras, animales como las aves y los reptiles eclosionan de los huevos solo para crecer y madurar reproductivamente hablando, ya que sus huevos contienen suficiente alimento; entretanto otros ovíparos con huevos micro o mesolecitos eclosionan como larvas y deben pasar por distintos procesos de metamorfosis (desarrollo indirecto) hasta adquirir la forma adulta.

Ejemplos

Existen numerosos ejemplos de animales ovíparos en la naturaleza, más allá de las aves, que suponen uno de los primeros grupos de animales que puede traerse a la mente cuando se piensa en animales que nacen de huevos.

Así pues, en el mundo natural se consiguen, además de las aves, insectos, reptiles, peces, mamíferos y anfibios cuyo origen comienza con una estructura tipo huevo.

Mamíferos ovíparos

Aunque no es muy común entre este grupo de animales, los monotremas (mamíferos “primitivos”) como el ornitorrinco son el ejemplo clásico de los mamíferos ovíparos, puesto que son los únicos dentro de dicho grupo que comparten las características de oviposición con el grupo de los reptiles.

Este animal, con un aspecto verdaderamente singular, es un mamífero semiacuático endémico del continente australiano, del cual existen alrededor de 6 especies. Tiene un solo periodo reproductivo al año durante el cual pone de dos a 3 huevos que son fecundados en el oviducto, sitio donde se forma la cáscara coriácea.

A diferencia de otros mamíferos, los ornitorrincos poseen una cloaca, es decir que las heces, la orina y los huevos son expulsados por el mismo orificio, así como ocurre con las aves y los reptiles.

Los huevos que oviponen estos animales son bastante grandes y usualmente la oviposición ocurre en nidos que son excavados por el mismo animal. Puesto que se trata de mamíferos, después de la eclosión de los huevos las crías se alimentan con la leche que es producida por la madre.

Insectos

Aunque existen muchos artrópodos vivíparos y ovovivíparos, existen algunas especies ovíparas donde las hembras ponen huevos que se desarrollan fuera del cuerpo. Estos animales generalmente tienen fecundación interna y pueden incubar sus huevos o tener alguna forma de cuidado parental durante el comienzo del desarrollo.

Las libélulas, los escarabajos, los saltamontes, las abejas y las mariposas son buenos ejemplos de insectos ovíparos. Sin embargo, dado que su desarrollo es indirecto, la eclosión de los huevos da lugar a larvas, que son estructuras similares a un gusano que tienen que pasar por sucesivos cambios metamórficos para llegar a la adultez.

Peces

Los peces presentan gran diversidad en cuanto a su reproducción sexual, pero prácticamente todas las especies son ovíparas. En estas, los embriones en desarrollo crecen a expensas del contenido nutritivo que se encuentra en el interior o la “yema” del huevo, aunque el contenido nutricional de los huevos varía con la especie.

No obstante, una gran diferencia existe con otros grupos animales: la fecundación de los óvulos por los espermatozoides muchas veces es externa, es decir, ocurre fuera de los parentales (así como el desarrollo de los huevos).

En pocas palabras, las hembras y los machos liberan sus gametos en grandes espacios acuáticos. Las hembras liberan los huevos que son fecundados por los espermatozoides producidos por los machos y, después de la fecundación, usualmente los huevos se hinchan de agua y se endurecen.

Los peces desovan en condiciones bastante definidas, pues hembras y machos se aseguran de que la temperatura sea la adecuada, ya que de lo contrario la supervivencia de las crías sería considerablemente baja.

Las características de los huevos también dependen de la especie que se considere, existiendo huevos pequeños, traslúcidos y flotantes, huevos grandes, no flotantes y adhesivos o huevos no flotantes, por ejemplo.

Anfibios

La mayor parte de los anfibios son ovíparos y, así como ocurre en muchos peces, su fertilización es externa y su desarrollo indirecto, pues eclosionan de los huevos como larvas. Los huevos son depositados en cuerpos de agua, donde las larvas (renacuajos) pueden desarrollarse ya que tienen colas y agallas para respirar.

Los renacuajos de las ranas y los sapos, por nombrar algunos anfibios representativos, eventualmente pierden su cola y adquieren sus miembros locomotores.

Aves

Absolutamente todas las aves son ovíparas. Buen ejemplo de este grupo son las gallinas, animales domesticados hace miles de años que, al igual que el resto de las aves, anidan y proporcionan cuidado parental a sus polluelos antes y después de la eclosión de los huevos.

Muchas especies de aves se aseguran de tener sus crías en lugares seguros y cuando están en la capacidad de proveer las condiciones y los recursos necesarios para la supervivencia de la prole. Algunas especies exhiben complejos comportamientos de cortejo, defensa territorial y anidamiento durante la época reproductiva.

Reptiles

Los reptiles son un grupo sumamente diverso de animales. La gran mayoría de estos son ovíparos; todas las tortugas, por ejemplo, nacen de unos pocos a cientos de huevos que son enterrados bajo el suelo por las madres, pero estos huevos no son atendidos por las madres una vez son ovipuestos.

Los lagartos y lagartijas también son generalmente ovíparos, aunque los hay ovovivíparos y vivíparos. Ovíparas son las serpientes, aunque existen algunos casos de serpientes que “dan a luz” a juveniles vivos, en vez de poner huevos.

Los cocodrilos y caimanes son ovíparos, pero se diferencian de las tortugas, por ejemplo, en que estos cuidan celosamente sus huevos y a las crías que eclosionan de los mismos, por lo que se dice que tienen un comportamiento de “anidamiento” y cierto “cuidado parental”.

Referencias

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