Geografía

¿Qué son los movimientos epirogénicos?


Los movimientos epirogénicos son los movimientos verticales, de ascenso y descenso, que se producen de manera lenta en la corteza terrestre.  Durante años, en la corteza terrestre se han producido diversos movimientos, debido a las presiones que recibe desde las capas internas de la Tierra.

Estos movimientos han generado cambios en la forma de la corteza, cuyos efectos se sienten en la actualidad. Entre esos movimientos están: los orogénicos, epirogénicos, sísmicos y erupciones volcánicas.

Los primeros son los movimientos desiguales que dieron lugar a la formación de las montañas. Los epirogénicos por su parte son los movimientos lentos de la corteza terrestre.

Los sísmicos son aquellas vibraciones violentas y cortas de la corteza. Por último, las erupciones volcánicas representan la expulsión brusca de las rocas fundidas desde el interior de la Tierra.

Diferencia entre movimientos epirogénicos y orogénicos

Los orogénicos son los movimientos tectónicos relativamente rápidos y pueden ser horizontales o verticales, su significado etimológico es génesis de las montañas.

Por lo tanto, se entiende que estos movimientos fueron los que originaron las montañas y su relieve. Estos movimientos pueden ser horizontales o por plegamiento, y verticales o por fractura.

Los epirogénicos, por otro lado, son los movimientos de ascenso y descenso, mucho más lentos y menos potentes que los orogénicos pero capaces de modelar un relieve sin fracturarlo. Estos movimientos se producen en las placas tectónicas produciendo irregularidades en el terreno de forma lenta pero progresiva.

Las distintas placas sobre las cuales reposa cada continente y océano, están flotando encima del magma que abunda en el interior del planeta.

Como se trata de placas separadas dentro de un medio líquido e inestable, aunque no se perciba, definitivamente están en movimiento. De este tipo de movilidad, se forman volcanes, terremotos y otros accidentes geográficos.

Causas de los movimientos epirogénicos

Los movimientos verticales de la corteza terrestre se denominan epirogénicos. Estos se producen en regiones grandes o continentales, son agitaciones muy lentas de ascenso y descenso de las mayores masas continentales.

Si bien es cierto que no producen grandes desastres, sí pueden ser percibidos por los seres humanos. Estos son los responsables del balanceo general de una plataforma. No llegan a superar una pendiente de 15°.

La epirogénesis de forma ascendente es producida principalmente por la desaparición de un peso que ejercía presión sobre la masa continental, mientras que el movimiento descendente se origina cuando dicho peso aparece y actúa sobre la masa (Jacome, 2012).

Un ejemplo conocido de este fenómeno es el de las grandes masas glaciares, donde los hielos del continente ejercen presión sobre las rocas provocando un descenso de esa plataforma. A medida que el hielo desaparece, se da el ascenso progresivo del continente, lo que permite mantener el equilibrio isostático.

Este tipo de movimientos inducen la inmersión de una costa y el surgimiento de otra, como se evidencia en los acantilados de la Patagonia, lo que a su vez produce una regresión del mar o retroceso marino en la costa levantada.

Consecuencias de la epirogénesis

El basculamiento o movimiento sostenido de la epirogénesis produce estructuras monoclinales que no superan los 15° de desnivel y en una sola dirección.

Asimismo puede generar abombamientos mayores, causando estructuras no plegadas, también conocidas como aclinales. Si se trata de un abombamiento ascendente se le llama anteclise, pero si es descendente se denomina sineclise.

En el primer caso prevalecen las rocas de origen plutónico porque funciona como una superficie erosionada; por su parte la sineclise equivale a cuencas de acumulación en la que abundan las rocas sedimentarias. Es de dichas estructuras que se desprenden el relieve tabular y el relieve de cuesta (Bonilla, 2014).

Cuando los movimientos epriogénicos son descendentes o negativos, parte de los escudos continentales quedan sumergidos, formando mares poco profundos y las plataformas continentales, quedando las capas sedimentarias depositadas sobre las rocas ígneas o metamórficas más antiguas.

Cuando se produce en movimiento positivo o ascendente, las capas sedimentarias se ubican por encima del nivel del mar quedando expuestas a la erosión.

El efecto de la epirogénesis se observa en el cambio de las líneas costeras y la transformación progresiva del aspecto de los continentes.

En la geografía es el tectonismo la rama que estudia todos estos movimientos que se producen en el interior de la corteza terrestre, entre los que se encuentra precisamente el movimiento orogénico y epirogénico.

Estos movimientos se estudian porque afectan directamente la corteza de la Tierra produciendo la deformación de las capas rocosas, las cuales se fractura o reacomodan (Velásquez, 2012).

Teoría de la tectónica global

Para entender los movimientos de la corteza terrestre, la geología moderna se ha apoyado en la Teoría de la Tectónica Global desarrollada en el S. XX en la que se explican los distintos procesos y fenómenos geológicos para comprender las características y desarrollo de la capa externa de la Tierra y su estructura interna.

Entre los años 1945 y 1950 se recopiló gran cantidad de información sobre los fondos oceánicos, los resultados de esas investigaciones generó la aceptación entre los científicos sobre la movilidad de los continentes.

Para 1968 ya se había desarrollado una teoría completa sobre los procesos y transformaciones geológicas de la corteza terrestre: la tectónica de placas (Santillana, 2013).

Gran parte de la información obtenida fue gracias a la tecnología de navegación por sonido, también conocida como SONAR, que se desarrolló durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) por la necesidad bélica de detectar objetos sumergidos en el fondo de los océanos. Con el uso del SONAR su pudo elaborar mapas detallados y descriptivos de los fondos oceánicos. (Santillana, 2013).

La tectónica de placas se fundamenta en la observación, señalando que la corteza sólida de la Tierra está dividida en alrededor de veinte placas semirrígidas. Según esta teoría, las placas tectónicas que conforman la litosfera se desplazan muy lentamente arrastradas por el movimiento del manto hirviente que está bajo ellas.

El límite entre estas placas son áreas con una actividad tectónica en la que se producen regularmente sismos y erupciones volcánicas, porque las placas chocas, se separan o superponen entre sí, originando la aparición de nuevas formas del relieve o la destrucción de una parte específica de este.

Referencias

  1. Bonilla, C. (2014) Epirogénesis y Orogénesis Recuperado de prezi.com.
  2. Ecured. (2012) Escudos Continentales. Recuperado de ecured.cu.
  3. Fitcher, L. (2000) Plate Tectonic Theory: Plate Boundaries and Interplate Relationships Recuperado de csmres.jmu.edu.
  4. Geological Survey. Continental Drift and Plate-Tectonics Theory. Recuperado de infoplease.com.
  5. Jacome, L. (2012) Orogénesis y Epirogénesis. Recuperado de geograecología.blogsport.com.
  6. Santillana. (2013) Teoría de la tectónica de placas. Geografía General 1er año, 28. Caracas.
  7. Strahler, Artur. (1989) Geografía Física. Carcelona: Omega.
  8. Velásquez, V. (2012) Geografía y Medio Ambiente Tectonismo. Recuperado de geografíaymedioambiente.blogspot.com.