Filosofía

Filosofía moderna: características, etapas y representantes


La filosofía moderna es la corriente del pensamiento que representó un cambio en la noción de que la religión correspondía al centro de la vida de los individuos. Es decir, el hombre se interesó más por los temas humanísticos y naturales, lo que implicó el desplazamiento de las ideas y creencias que había impuesto la Iglesia.

En ese sentido, esta manifestación planteó que los seres eran sujetos racionales con la habilidad de desarrollar sus conocimientos y establecer sus propias opiniones sobre la realidad que los rodeaba.

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Este fue un aspecto de gran relevancia, ya que anteriormente se consideraba que la verdad solo la poseían los reyes y la institución eclesiástica, quienes tenían una relación directa con Dios.

Una de las preguntas que generó cierto rechazo hacia la ideología que dominaba en la época fue por qué Dios se comunicaría solo con los reyes o sacerdotes y no con todos los hombres por igual.

Así mismo, esta pregunta representó el motivo por el cual surgió la idea de que los razonamientos hasta ese momento realizados no tenían bases científicas, motivo por el que se buscó realizar un análisis desde cero.

Sin embargo, en este período no se cuestionó la existencia de Dios, solo se repudió el rol que ejercían la Iglesia y el Estado (gobernado por una monarquía) para beneficiarse a través de su imagen. La relevancia de la filosofía moderna fue proclamar al hombre como un ente capaz de renovar el mundo mediante su visión subjetiva.

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Historia

La filosofía (término que deriva del griego y que significa “amor a la sabiduría”) se puede conceptualizar como una doctrina que tiene por objeto de estudio la búsqueda de una posible veracidad de los sucesos e ideas que giran en torno al individuo.

De esta forma, la filosofía moderna se identifica por la diversidad de argumentos que nacen de una única verdad.

No obstante, el pensamiento moderno no se desplegó de un instante a otro, sino a través de diversos movimientos que se desarrollaron a lo largo de la historia.

Entre estos movimientos fueron fundamentales la escolástica, que tuvo su auge desde el siglo XI hasta el XV; y las primeras manifestaciones renacentistas, que se localizaron alrededor de los siglos XV y XVI.

La influencia de la escolástica —específicamente de dos de sus disciplinas: nominalismo y voluntarismo— fue esencial para entender la vinculación que hubo entre la fe y la razón; en cambio con las expresiones renacentistas se forjó un nuevo modo de orientar la reflexión y el juicio del hombre. De ahí proceden las primeras expresiones de la filosofía moderna.

Esas manifestaciones se caracterizaron porque los seres ya no justificaban sus ideas para convencer, sino para mostrar la relación causal que había entre las acciones y decisiones. Por tanto, fue necesario despojar los pensamientos de los prejuicios que transmitió el conocimiento medieval.

Antecedentes

A partir del siglo XV, en el continente europeo se reflejó un nuevo estilo de vida impulsado por el ansia de libertad. Una libertad que no tenía un propósito material sino mental, ya que se buscaba el conocimiento y la verdad; por esto surgió una pluralidad de planteamientos. Este hecho generó la ruptura de la unidad que imperaba en la Edad Media.

Esta ruptura se llevó a cabo principalmente debido a la separación del dogma y la razón, pues se rechazaban las hipótesis que solo se centraban en la fe porque no tenían bases lógicas ni evidencias físicas. Esto no hubiese ocurrido si no se hubiese cambiado el método universitario.

Ese cambio tuvo por objeto que el razonamiento fuese sistematizado, o dicho de otra forma, que cada argumento se consignara en un ensayo o tratado, los cuales constituían el valor científico de las ideas.

A la vez, esta técnica de estudio ocasionó que la obra Suma teológica (1265) de santo Tomás de Aquino no se volviese a revisar como el texto que poseía todas las respuestas a las preguntas de los aprendices.

Por otro lado, no solo los cleros enseñaban las materias, puesto que a partir del siglo XVII se incorporaron en las universidades profesores que eran políticos, diplomáticos e incluso laicos. Tal transformación en el ámbito estructural se asoció con el descubrimiento científico y con los movimientos protestantes.

La crisis religiosa

La institución eclesiástica se encontraba en conflicto desde el cisma de 1378. Aun así había conseguido conservar la unidad, hasta que en el transcurso del siglo XVI emergió en Alemania una ideología restauradora que recibió el nombre de reforma protestante.

Dicho movimiento, que inauguró Martín Lutero (1483-1546), tuvo como propósito transmitir que la salvación del alma era posible si el ser se alejaba del espíritu mercantilista y de los organismos centralizados. La aspiración de este fraile católico-agustino fue mostrarle al hombre que su supuesta autosuficiencia era solo una ilusión.

Para Lutero, los seres eran mínimos ante la presencia de un ente superior. Con el fin de demostrarlo tradujo la Biblia, para que así esta fuese accesible y todos los ciudadanos pudiesen interpretarla siguiendo sus conciencias.

Por tanto, el albedrío de los individuos estaba limitado por la voluntad de Dios, ya que la bondad divina sobrepasaba las fuerzas humanas.

Al igual que Lutero, Juan Calvino (1509-1564) manifestó que la salvación se conquistaba a través de la fe y no de los actos. Sin embargo, para Calvino la libertad de conciencia no existía porque el hombre ya se hallaba predestinado: su futuro ya estaba escrito más allá de su elección.

De ese modo se puede apreciar que ambas doctrinas fueron fundamentales para el desarrollo del pensamiento moderno, porque de cierta forma proclamaron el libre conocimiento del individuo.

Renacimiento (siglos XIV-XIX)

El pensamiento moderno no solo se forjó mediante los cambios religiosos sino también a través de la organización estatal, ya que se formaron los primeros estados; estos proyectaron una estrecha unión social, política y económica. Así mismo, en Francia, España y Alemania se configuraron las nacionalidades.

Esas nacionalidades se identificaron con un total absolutismo, motivo por el que tiempo más tarde comenzaron las luchas para conquistar la libertad. Tales luchas fueron una fuente para el desarrollo de los planteamientos filosóficos que, al final, condujeron el crecimiento de los ideales revolucionarios.

En esta época también se incrementó el comercio. Los comerciantes obtuvieron más influencia y poder porque transportaban mercancías que se no encontraban en algunos países: había pequeñas regiones que tenían más recursos que las antiguas naciones. Por tal razón el descubrimiento de América tuvo un rol primordial.

Otro hecho elemental fue la invención de la imprenta por Johannes Gutenberg (1400-1468), que posibilitó la difusión de la cultura y el progreso intelectual de las elites universitarias. Todas las manifestaciones mencionadas tuvieron un papel radical porque fueron partícipes e instrumentos para la evolución de la filosofía moderna.

Características

La filosofía moderna se caracterizó porque sus representantes orientaron sus ideas y estudios en tres áreas: la naturaleza física (o el mundo), Dios y el hombre; estos últimos no se comprendían como objetos reales, sino como imágenes de la razón.

A la figura del hombre se le otorgaba un carácter preponderante, el cual originó el desplazamiento de una creencia teocéntrica medieval a una antropocéntrica naciente. Es decir, el individuo se concebía como creador y guía de la realidad, incluso ante el reflejo de Dios a quien solo le correspondía transmitir la verdad.

La razón era la primicia de esta corriente de reflexión, ya que se exponía como elemento que encerraba toda certeza. De esa forma, durante la modernidad el pensamiento racional adquirió una dinámica reflexiva en la que no era tan necesario conocer los hechos, sino conocerse a sí mismo.

Se destacaba el vínculo que había entre el individuo y la naturaleza, que pasó a ser de una quieta contemplación a un dominio activo. En este sentido, el mundo fue el medio que se utilizó para originar una ciencia experimental.

Otra visión

La filosofía moderna también se determinó por desdibujar el objeto de contemplación: la naturaleza ya no era sinónimo de belleza y perfección, solo se apreciaba como el medio en donde el hombre actuaba.

De igual modo, esta disciplina impulsó la creencia de que solo debía haber una ciencia que abarcara todos los campos del saber humano, razón por la cual se constituyó un método.

Este último no tenía que funcionar como vía para alcanzar el conocimiento, sino como herramienta que iba a descifrar la clave para revelar la estructura del pensamiento y la realidad.

Finalmente, el ideal de este movimiento filosófico fue edificarse como la única ciencia que se enfocaba en la razón y los sentidos, distanciándose de la autoridad y la tradición.

Etapas de la filosofía moderna

La historia de la filosofía moderna tiene estrecha relación con la exposición de una definición distinta sobre la verdad, que se precisó como certeza. Esta era la compresión plena de los contenidos que no debían originar ninguna duda.

Esos términos se entendieron de diversas maneras en los siglos XVII y XVIII, de acuerdo con las etapas que configuraron a esta corriente. Fueron tres las aristas que recorrieron la doctrina filosófica: racionalismo, empirismo e idealismo.

Racionalismo

Bajo la designación de racionalismo surgió una teoría epistemológica cuyo principio era el conocimiento.

Esa teoría se refería solo al conocimiento que se desarrollaba mentalmente y no a través de los sentidos, pues este último era de inferior categoría. Entre sus filósofos destacó René Descartes.

Empirismo

Si para el racionalismo fueron primordiales las ideas, para el empirismo lo relevante era la experiencia —ya fuese sensible o fáctica— para obtener el verdadero conocimiento.

En el empirismo se consideró que la certeza se encontraba cuando el entendimiento se limitaba a las impresiones. Uno de los representantes que más sobresalió fue Thomas Hobbes.

Idealismo

En cambio, el idealismo fue la expresión en la que se manifestó que las ideas eran el principio del conocer y el ser.

Además se enfrentó al materialismo porque, según su teoría, los objetos no podían existir si no eran imaginados por una mente que estuviese consciente de su tangibilidad. Entre sus precursores en la modernidad estuvo Immanuel Kant.

Principales representantes

Algunos de los filósofos modernos más destacados son:

Racionalismo: René Descartes (Francia, 1596 – Suecia, 1650)

En una época de transformaciones científicas y nuevas leyes físicas, René Descartes optó por dudar tanto de Dios como de la sociedad con el objetivo de recrear la realidad a través de sus conocimientos, pues era lo único que aseguraba un verdadero entendimiento. De ahí surgió su norma conocida como duda metódica.

Al crear ese método, el filósofo explicó que solo se podía conocer si se pensaba y pensar significaba existir, pero esta existencia no era física sino racional.

La base del racionalismo era un sujeto pensante. Por ello, el pensamiento de Descartes enfatizaba el mundo de las ideas, que podían ser exteriores, imaginarias e innatas, pero que buscaron construir el saber.

Empirismo: Thomas Hobbes (Inglaterra, 1588 – 1679)

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Thomas Hobbes estuvo gran parte de su vida rodeado de familias nobles, razón por la cual aprendió a desenvolverse en las cortes. Además, elaboró una filosofía acerca de las ideas políticas a través de la que rechazó que la democracia fuese un sistema ineficaz, planteamiento en el que se apoyó el absolutismo.

Aparte del argumento político, Hobbes estableció que solo había una realidad sustancial y esa era el cuerpo, ya que se podía observar como un recipiente que absorbía lo sensible, lo experimental, lo divisible y lo compuesto. Entonces, el cuerpo era el motor del conocimiento.

La importancia de su pensamiento radicó en que expuso que la mayor cualidad del hombre era el egoísmo, pues siempre buscaba poder y placer. Así mismo, instauró una especie de materialismo cuando manifestó que lo ontológico se reducía ante lo corpóreo.

Idealismo: Immanuel Kant (Prusia, 1724 – 1804)

Immanuel Kant, hombre de carácter escrupuloso, tuvo el objetivo de forjar una teoría a través de la que explicara el valor de la ética, la estética y la metafísica. A pesar de que enfocó la mayoría de sus estudios en la ciencia, realizó un tratado en el cual intentó exponer que todos los elementos del mundo eran complementarios.

En su juicio —aparte de separar la ética del estudio del hombre— giraba la idea de que la naturaleza del conocimiento era ser una síntesis. Es decir, el fundamento de toda investigación era el sujeto con su intelecto, lógica y sensibilidad.

Referencias

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