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Las 100 mejores frases de Jaime Sabines


Te dejo las mejores frases de Jaime Sabines, poeta y político mexicano, e importante expositor de su rubro en el siglo XX. Oriundo de Tuxla Gutiérrez, Chiapas, se caracterizó por tocar temáticas como el amor y la muerte, y se inspiró en personalidades como Pablo Neruda y Federico García Lorca.

De igual manera recibió varios galardones mexicanos por sus obras como el premio Elías Sourasky y el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura. Te pueden interesar también estas frases de Pablo Neruda.

-Entonces comprendí que no se debe vivir a lo poeta, sino a lo hombre.

-No hay que llorar la muerte, es mejor celebrar la vida.

-Los árboles esperan: tú no esperes, éste es el tiempo de vivir, el único.

-Puedo estar llamándote en silencio hasta el amanecer.

-Me acuerdo de ti a cada instante, pero tú eres imposible y no estoy triste.

-Perdóname si creo ofenderte, a veces, cuando piso una flor.

-Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.

-Saben que se conocen profundamente cuando se despiertan solos, desnudos y abrazados.

-El poema es el momento en que se capta con la sangre el pensamiento de la vida.

-No llores que murió; alégrate de que vivió.

-Mi corazón emprende de mi cuerpo a tu cuerpo un último viaje.

-¿Han visto ustedes un gesto de ternura en el rostro de un loco dormido?

-Quiero comer contigo, estar, amar contigo, quiero tocarte, verte.

-El amor puede ser gratificante y enternecedor, pero también doloroso e insoportable.

-A pesar de estar apagado, desprendido de ti, seguiré amándote toda la eternidad.

-Yo me voy a otra parte. Y me llevo mi mano, que tanto escribe y habla.

-Las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se dicen nada.

-Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte.

-Repetiré tu nombre una y otra vez hasta el fin de mis días.

-No me digan dónde están mis ojos, pregunten hacia dónde va mi corazón.

-El amor une cuerpos.

-Un pedazo de luna en el bolsillo es mejor amuleto que la pata de conejo.

-Los escritores no te dejan copiar su estilo, si acaso su libertad.

-¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío?

-Deseo comenzar una aventura desde mi corazón hacia tu cuerpo.

-Cada vez que me siento crecer en comprensión y en humildad, me siento crecer en la poesía.

-Mi corazón desde hace días quiere hincarse bajo alguna caricia, una palabra.

-Dame ahora tu boca: me la quiero comer con tu sonrisa.

-Eres mi hogar, mi vida y mi desdicha, te amo.

-Voy a seguir tus pasos hacia arriba, de tus pies a tu muslo y tu costado.

-Un poema es la expresión del corazón, sus verdades sobre la vida.

-No hay lugar para el místico que soy dentro del ateo que represento.

-El amor es el silencio más fino, el más tembloroso, el más insoportable.

-Amor, todos los días. Aquí a mi lado, junto a mí, haces falta.

-Ay, amor mío, no estoy triste, no, pero te quiero. Es un modo distinto de sufrir.

-Tú eres como mi casa, eres como mi muerte, amor mío.

-Yo aquí, escribiéndote. Tú allá, borrándote.

-Nuestras miradas se funden en un intenso contacto.

-Quiero estar a tu lado, dormir contigo, acariciarte, mirarte, besarte.

-Acaso es triste el irse… pero sin el irse no hay volver.

-Aprendamos a hacer el amor como las palomas. Lloremos como lloran los niños. Aún es tiempo de amanecer junto al sol.

-Me doy cuenta de que me faltas y de que te busco entre las gentes, en el ruido, pero todo es inútil.

-Se mecen los árboles bajo la lluvia tan armoniosamente que le dan a uno ganas de ser árbol.

-Te digo que estoy solo y que me faltas. Nos faltamos, amor, y nos morimos y nada haremos ya si no morirnos.

-Acaba de un suspiro con la marga incertidumbre de tus lagrimas, y una vez mueras yo moriré contigo.

-La poesía es omnipresente, la verás allá adonde viajes, en cualquier persona, y te sorprenderá gratamente.

-Estoy terriblemente solo. Te necesito. No puedo defenderme más contra tu ausencia y mi soledad.

-Te besaría lentamente, apenas rozándote mis labios, y te diría cualquier cosa en voz baja, y me quedaría dormido a tu lado.

-¿En qué lugar, en dónde, a qué deshoras me dirás que te amo? Esto es urgente porque la eternidad se nos acaba.

-No es el amor lo que mata, eres tú, tu piel, tus labios, tus ojos, tu alma. Me mata el ser yo sin ti.

-En ese momento sentí que te quería más allá de la pasión que es necesidad, más allá del hábito que es ejercicio.

-Los que se quieren más son los que no han acabado de descubrirse, los que nunca acabarán.

-El que yo ande con otra no quiere decir que deje de andar contigo. Tú estás más allá de todo esto, linda.

-Me tienes en tus manos y me lees igual que un libro. Sabes lo que yo ignoro y me dices las cosas que no me digo.

-Cuando me vuelvo un poco más generoso, compasivo y tolerante, me siento mejor poeta.

-Te quiero en mi cama, en mi cuarto, en el cruce de nuestras miradas, en las sábanas que cubren tu cuerpo.

-El deseo es esa parte de ti que puedes expresar con una mirada intensa a la par que inocente, bañada en el mar de la alegría.

-Vendríamos de la mano, a media calle, solos, y no diríamos nada. Que lo diga la noche. Que digan que te quiero las estrellas, los rumores lejanos, la distancia.

-Mansamente, insoportablemente, me dueles. Toma mi cabeza. Córtame el cuello. Nada queda de mí después de este amor.

-Me encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma en serio. A él le gusta jugar y juega, y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta definitivamente.

-Te quiero como se quiere a ciertos amores, a la antigua, con el alma y sin mirar atrás.

-Si sobrevives, si persistes, canta, sueña, emborráchate. Es el tiempo del frío: ama, apresúrate. El viento de las horas barre las calles, los caminos.

-No es que muera de amor, muero de ti. Muero de ti, amor, de amor de ti, de urgencia mía de mi piel de ti, de mi alma, de ti y de mi boca y del insoportable que yo soy sin ti.

-Así solo, no sirve para nada ni el dinero ni nada de lo que tengo. Ni yo mismo. No sirvo para nada sin ti. Te quiero. Soy tuyo. No sirvo sino para desearte, y quererte mucho.

-Debí haberte encontrado diez años antes o diez años después… pero llegaste a tiempo.

-No hay nada que deseé mas que odiarte, olvidar tu sonrisa y tus noches de poesía, muérete, acaba ahora con el suplicio de tu moribunda mirada.

-Al frente del papel, sufro tu ausencia, experimento un intenso dolor, y mi único consuelo es escribir.

-En una semana se pueden reunir todas las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego.

-Puede que se absurdo, sin sentido, tonto, desorientado o un sueño, pero de ti estoy enamorado.

-La poesía es un acontecimiento humano y la puedes encontrar en cualquier parte, a cualquier hora, sorpresivamente.

-La luna se puede tomar a cucharadas o como una cápsula cada dos horas. Es buena como hipnótico y sedante, y también alivia a los que se han intoxicado de filosofía.

-Tú sabes como te digo que te quiero cuando digo: “qué calor hace”, “dame agua”, “¿sabes manejar?”, “se hizo de noche”…

-¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante.

-Todos los días te quiero y te odio irremediablemente. Y hay días también, hay horas, en que no te conozco, en que me eres ajena como la mujer de otro.

-Alguien me habló todos los días de mi vida al oído, despacio, lentamente. Me dijo: ¡vive, vive, vive! Era la muerte.

-En qué lugar, en dónde, a qué deshoras me dirás que te amo? Esto es urgente porque la eternidad se nos acaba.

-Ay, Tarumba, tú ya conoces el deseo. Te jala, te arrastra, te deshace. Zumbas como un panal. Te quiebras mil y mil veces.

-Te quiero desde el poste de la esquina, desde la alfombra de ese cuarto a solas, en las sábanas tibias de tu cuerpo donde se duerme un agua de amapolas.

-Repito tu nombre, vuelvo a decirlo, lo digo incansablemente, y estoy seguro que habrá de amanecer.

-Los amorosos se ponen a cantar entre labios una canción no aprendida, y se van llorando, llorando, la hermosa vida.

-Ella dijo que se iría y que se llevaría todo lo que era suyo. Ella se fue. Y no me llevó a mí. Y yo era suyo.

-Déjame que investigue las últimas células de tu cuerpo, los últimos rincones de tu alma; déjame que vuele tus secretos, que aclare tus misterios, que realice tus milagros.

-Después de todo, pero después de todo, sólo se trata de acostarse juntos, se trata de la carne, de los cuerpos desnudos, lámpara de la muerte en el mundo.

-El amor es la prórroga perpetua, siempre el paso siguiente, el otro, el otro.

-Sucede que hasta la esperanza es memoria y que el deseo es el recuerdo de lo que ha de venir.

-Nos morimos, amor, muero en tu vientre que no muerdo ni beso, en tus muslos dulcísimos y vivos, en tu carne sin fin, muero de máscaras, de triángulos oscuros e incesantes.

-Si te sacas los ojos y los lavas en el agua purísima del llanto, ¿por qué no el corazón ponerlo al aire, al sol, un rato?

-Te recuerdo con mis ojos, con mis labios y con mi tacto. Mi boca me recuerda que sabías a amor, eras como carne dulce, flor de amapola, a ti y a mí juntos.

-Ojalá te encuentre por aquí, en alguna calle del sueño. Es una gran alegría ésta de aprisionarte con mis párpados al dormir.

-El mejor instante es cuando te desnudas como si no hubiese nadie más delante, pero resulta que no estás sola, estoy yo a tu lado esperándote bajo la sábana.

-No hay que comportarse como un poeta, sino como un humano. Un escritor se enoja cuando plagias su carácter; pero te queda su libertad.

-No me hables, si quieres, no me toques, no me conozcas más, yo ya no existo. Yo soy sólo la vida que te acosa y tú eres la muerte que resisto.

-Tienes que oír mi amor con su voz, tocarlo en su carne, aceptarlo como es, desnudo y libre.

-¿Qué hago yo aquí? A veces se da uno cuenta, repentinamente, de que la vida es torpe y vacía, y se echa uno a reír.

-En mis labios te sé, te reconozco, y giras y eres y miras incansable y toda tú me suenas dentro del corazón como mi sangre.

-Me haces daño, me descompones. Me dueles. Asesíname, aquí tienes mi corazón y mi alma, porque después de este amor, ya no me queda nada.

-Te desnudas igual que si estuvieras sola y de pronto descubres que estás conmigo. ¡Cómo te quiero entonces entre las sábanas y el frío!

-Es aquí en la vida en donde tengo que encontrar remedio de la vida. Y una buena receta es el amor y el saber mirar por encima de mi hombro mis propias penas.

-Te quiero, amor, amor absurdamente, tontamente, perdido, iluminado, soñando rosas e inventando estrellas y diciéndote adiós yendo a tu lado.

-Porque eres distinta a todas las mujeres, en tu cuerpo, en tu andar, en lo que eres para mis ojos, en lo que sugieres a mi corazón.

-Estoy dispuesto a ti. Tú me lees como un poema, me expresas todo lo que yo no expreso.

-Sólo quiero una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un manicomio para entrar a un panteón.

-Morir es callar, no decir nada, no moverse, dejar el paso a otros, no respirar… y estar presente en todos los lados escondido.

-Con mi lengua y mis ojos y mis manos te sé, sabes a amor, a dulce amor, a carne, a siembre, a flor, hueles a amor, a ti, hueles a sal, sabes a sal, amor y a mí.

-Te quiero a las diez de la mañana, y a las once, y a las doce del día. Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo, a veces, en las tardes de lluvia.

-Morir es retirarse, hacerse a un lado, ocultarse un momento, estarse quieto, pasar el aire de una orilla a nada y estar en todas partes en secreto.

-Estoy enfermo de ti que me eres necesaria como un vicio tremendo imprescindible, exacta, insoportable.

-Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho “ya es tarde”, y tú sabías que decía “te quiero”.

-La poesía ocurre como un accidente, un atropello, un enamoramiento, un crimen; ocurre diariamente, a solas, cuando el corazón del hombre se pone a pensar en la vida.

-Necesito una realidad, una vigencia, a ti, presente, cercana, para decir te quiero. Mi corazón se nutre de mis ojos, de mis manos, de todo lo que miro y toco. La ausencia es un engaño.