Estandarte mexica: historia, características, simbología
El estandarte mexica es una insignia tribal que representaba la fundación de la ciudad de Tenochtitlan. La fecha de fundación tradicional de la ciudad fue 1345 d. C. Estaba ubicada en una isla cerca de la orilla occidental del lago Texcoco en el centro de México.
Tenochtitlan era la capital y el centro religioso de la civilización azteca. Fue el centro azteca más importante hasta que fue destruida por los conquistadores en 1521 d. C. La actual Ciudad de México ahora yace sobre gran parte de sus restos.
Los elementos del estandarte mexica remiten a una leyenda sobre la fundación de esta ciudad. La leyenda cuenta que la gente de Aztlán tuvo que abandonar sus hogares por orden del dios del Sol y la Guerra Huitzilopochtli. Los futuros mexicas debían encontrar la tierra prometida, que se encontraba en un lugar donde un águila estaba posada en un nopal.
Con el tiempo, el estandarte se convirtió en el símbolo del Imperio azteca. Sin embargo, no era el único. Era una práctica común que cada grupo étnico de las culturas mesoamericanas portara sus propios estandartes en las guerras.
Estos emblemas no se asemejaban a las banderas de los territorios europeos. Más bien, se parecían al signum usado por los romanos.
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Según sus propios registros, los mexicas abandonaron su patria, Aztlan, debido a una gran sequía. En varios códices se muestra a los mexicas llevando consigo el ídolo de su deidad patrona Huitzilopochtli. Después de dos siglos de migración, alrededor del año 1250 d.C., los mexicas llegaron al Valle de México.
Al llegar, se instalaron en la colina inhóspita de Chapultepec. Allí se convirtieron en vasallos de la ciudad de Culhuacan. Como reconocimiento por su ayuda en batalla, los mexicas recibieron una de las hijas del rey para ser adorada como una diosa.
Cuando el rey llegó para asistir a la ceremonia, encontró a uno de los sacerdotes mexicas vestido con la piel desollada de su hija. Los mexicas informaron al rey que su dios Huitzilopochtli había pedido el sacrificio de la princesa.
Tras el sacrificio de la princesa, se produjo una batalla feroz, que los mexicas perdieron. Se vieron obligados a abandonar Chapultepec y trasladarse a algunas islas pantanosas en el medio del lago.
Según el mito mexica, los aztecas vagaron durante semanas, buscando un lugar para establecerse. Huitzilopochtli se apareció a los líderes mexicas e indicó un lugar donde un gran águila estaba posada sobre un cactus matando a una serpiente.
Este lugar, justo en medio de un pantano, fue donde los mexicas fundaron Tenochtitlan. La ciudad creció rápidamente como centro comercial y militar. En 1427, los mexicas vencieron a los tepanecas, convirtiéndose en la mayor fuerza política de la Cuenca de México. Junto con Texcoco y Tlacopan fundaron la Triple Alianza.
Desde entonces, el estandarte mexica desplazó a los otros símbolos de identidad. Cada vez que este ejército conquistaba un nuevo territorio, esas victorias eran señaladas con el estandarte del águila y la serpiente ondeando de manera triunfal en lo más alto del templo conquistado.
El estandarte mexica es un antecedente de los actuales símbolos patrios de la nación mexicana. En el escudo están presentes cuatro de los elementos que caracterizaban este estandarte: la piedra, el nopal, el águila y la serpiente.
Estos han pasado por un proceso de evolución. Sin embargo, en muchos monumentos y códices que se conservan tras la destrucción de la ciudad, se pueden apreciar los detalles originales.
De este modo, en muchas de las composiciones que representaban la fundación de Tenochtitlan se observa un glifo, signos grabados o pintado especialmente utilizados por los mayas.
Muchos especialistas afirman que este glifo en particular representaba una piedra. Esta emerge de las aguas, y sobre la piedra hay un nopal. Sobre el nopal, cubierto de tunas, está posada un águila devorando una serpiente.
En algunos códices no aparece la serpiente. En otros, esta es sustituida por un pájaro. Además, en la escultura mexica Teocalli de la Guerra Sagrada, el nopal con tunas nace de la tierra. Esta está representada por una figura con boca y dientes llamada Tlaltecuhtli. Y del pico del ave surge el atl-tlachinolli o corriente doble. Este símbolo fácilmente se puede confundir con una serpiente.
Tras la toma de Tenochtitlan, no se supo más de esta composición simbólica. Treinta y cinco años más tarde, reapareció en las armas del segundo arzobispo de la Nueva España, don Alonso de Montúfar. Pronto, este conjunto iconográfico se comenzó a ver también en fachadas, portadas de templos y conventos.
La trama de las distintas versiones de la fundación de Tenochtitlan está relacionada con el contenido simbólico del estandarte mexica. Parte de la leyenda cuenta que el dios Huitzilopochtli había desterrado a su hermana Malinalxochitl de los clanes mexicas.
Años más tarde, el hijo de esta, Cópil intentó vengarse cuando los mexicas, sus primos, llegaron a Chapultepec. Pero, su conspiración para atacar los clanes de Huitzilopochtli fue descubierta.
Entonces, los sacerdotes mexicas lo asesinaron y le sacaron el corazón. Cuando llevaron el corazón a su dios, este les ordenó que lo arrojaran al lago de Texcoco. Este cae sobre una piedra de la que nace un nopal.
La piedra entonces se toma como símbolo del corazón sacrificado de Cópil. El nopal, por su parte, es el árbol del sacrificio. Sus frutos rojos representaban el corazón de los prisioneros que fueron sacrificados como ofrenda a Huitzilopochtli.
Por otra parte, en la simbología mexica el águila encarna al Sol. Esta, a su vez, representa al dios Huitzilopochtli, el cazador celeste. Las imágenes de un águila devorando una serpiente u otras aves denota la victoria de este dios sobre sus enemigos.
En este sentido, entre los pueblos agricultores, la serpiente simbolizaba la fertilidad. La oposición águila-serpiente significaba el triunfo de los guerreros mexicas sobre los agricultores que poblaban el Valle de México.
No obstante, con relación al binomio águila-serpiente existe otra interpretación. Muchos estudiosos consideran que la serpiente representaba las fuerzas oscuras de la noche. Los sacrificios humanos permitían que el dios solar Huitzilopochtli (el águila) recuperara la fuerza vital que perdía en su constante lucha contra las fuerzas del mal (la serpiente).
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