Historia

10 curiosidades sobre la Edad Media que te sorprenderán


Desde la caída del Imperio romano en el año 476 hasta el final de Constantinopla en 1453 transcurrió el medioevo o Edad Media. Durante este periodo histórico, la mayoría de las personas solían tener una serie de creencias y hábitos, que casi rozan lo insólito.

Hoy te hablaremos sobre 10 curiosidades sobre la Edad Media. Acompáñanos a través de esta interesante lista, en la que aprenderás más sobre las increíbles costumbres de las personas de esta época.

Índice del artículo

10 curiosidades sobre la Edad Media

Un baño al año

En la época actual, los hábitos de higiene distan mucho de lo acostumbrado en la Edad Media, ya que por aquellos días, las personas solían tomar un baño una vez cada 365 días. Más específicamente lo hacían durante su cumpleaños, con la finalidad de celebrar dicha fecha especial.

Otras personas, incluso, omitían esta tradición. Algunas de ellas optaban por asearse a inicios del mes de mayo, motivo por el cual la mayoría de los casamientos tenían como fecha predilecta los días posteriores a este mes. Esto tenía como motivo principal evitar a toda costa el mal olor corporal que tendría la pareja de recién casados en vísperas del matrimonio si este era celebrado en el mes de abril.

El caso de las personas religiosas este hábito funcionaba de forma un poco diferente, ya que la mayoría de clérigos y sacerdotes. Un ejemplo era el de San Fintán de Clonenagh. Este santo acostumbraba a limpiar su cuerpo en vísperas de Pascua, para celebrar la resurrección de Jesucristo.

Aunque resulte difícil de creer el pueblo vikingo tenía una conciencia un poco más similar a la de nuestros días, ya que su aseo personal era realizado una vez a la semana. Si bien en la actualidad hay quienes toman una ducha con mayor frecuencia, esto es algo que se aproxima más a los estándares actuales.

Acusaciones de brujería

La Santa Inquisición fue una institución que operó durante esta edad oscura de la historia humana, con unos métodos que son totalmente reprochables en la actualidad. Aquí se practicaba abiertamente el feminicidio, usando como pretexto la práctica de la brujería por parte de mujeres que eran llevadas a la hoguera.

La Inquisición fue fundada en Francia durante el año de 1184, y se extendió por varios países de Europa y América. Llegó a ser practicada hasta 1808 cuando fue abolida por Napoleón Bonaparte en España, último país practicante de esta doctrina.

La guía y brújula moral no era la Biblia sino el Malleus Maleficarum, también conocido como El martillo de las brujas. Este abominable texto originario de Alemania describió todo tipo de torturas, que debían ser realizadas a aquellas mujeres practicantes de la brujería.

La Inquisición Pontificia fue la máxima institución de este tipo, creada en 1231 por el Papa Gregorio IX. Su función principal era la persecución de herejes y brujas por parte de obispos.

Cabe destacar que las acusaciones de brujería eran moneda corriente en esos días. De acuerdo con muchos historiadores más del 80 por ciento de las personas inculpadas de paganismo eran mujeres. La edad promedio de los practicantes de herejía solía ser de 60 años; tal vez es por esto que en los relatos de los hermanos Grimm se suelen ver brujas de avanzada edad, como por ejemplo en la historia de Hansel y Gretel.

Nada de risas en la iglesia

Durante la Edad Media, la religiosidad era tomada muy en serio, hasta el punto en que la risa fue prohibida de todos los recintos religiosos. Esto iba en contra de lo que pensaban personajes de la antigüedad como Aristóteles, quien decía que la risa era una característica innata de todos los individuos. El motivo de este veto tiene como origen la creencia de un origen malévolo, y hasta diabólico en la risa humana.

El origen de esta controversial teoría, radica en la falta de risas por parte de Cristo en las Sagradas Escrituras. Adicionalmente, el sentido del humor era asociado al comportamiento libertino, a las malas costumbres y demás conductas inapropiadas para eventos religiosos. El propósito final de esta restricción era mostrar la mayor seriedad posible durante la estadía en templos religiosos, como muestra de respeto y temor a Dios.

A la fecha de hoy se tiene conocimientos de una ordenanza que data del año 789 proveniente de Alemania, en la que se prohíbe explícitamente tanto a clérigos como a feligreses hacer práctica de la bufonería.

Como contraposición, muchos libertinos tenían la costumbre de usar vestimenta de monjas y sacerdotes con el fin de dejar en ridículo a esta costumbre. Esto era juzgado severamente por la Iglesia Católica, ya que la profanación de la indumentaria religiosa solía ser castigada con la excomulgación.

Sangre curativa

Si bien los tratamientos de la epilepsia han evolucionado notablemente durante las últimas décadas, los orígenes de la búsqueda de una cura permanente a este mal tienen su origen en el Imperio Romano y en la posterior Edad Media.

En estas épocas, más que una investigación científica con todas las de la ley, aparecieron supersticiones fuertemente arraigadas en el contexto histórico de la época. Si a esto se le suma la creencia de que la energía vital contenida en la sangre puede ser transferida mediante el consumo de la misma, el resultado es sin duda excéntrico por decir poco.

Cuando algún miembro de la aristocracia romana sufría de convulsiones epilépticas, la primera opción era buscar al más aguerrido de los gladiadores de los que se tuviera a disposición. El motivo era que se pretendía extraer su sangre, ya que se creía que esta servía como un efectivo elixir curativo contra esta afección neurológica.

Esta creencia, lejos de desaparecer, fue adoptada por los miembros de la nobleza en la época medieval, en cuyo caso la fuente de esta sanguinolenta cura solía provenir de los llamados siervos. Estos eran hombres no libres que se consideraban una propiedad más y de quienes se debía obtener el mayor beneficio posible.

Cabe destacar la inutilidad de esta y otras supuestas propiedades como la afrodisíaca, que se le han atribuido a la sangre humana a lo largo de la historia.

Música demoníaca

La creencia de vincular la música con entidades infernales proviene de la Edad Media, ya que de acuerdo con textos antiguos, había un intervalo musical llamado tritono cuyo sonido parecía provenir del mismísimo infierno. Las penalizaciones por hacer uso de estas notas musicales iban desde altos tributos que debían ser pagados a la corona, hasta la cárcel.

Esto estaba motivado por el sonido disruptivo que tenían las notas “SI-FA-SI” y la dificultad que suponían al ser llevadas al  canto. La falta de simetría en estas notas estaba asociada a la carencia de divinidad y a su origen vinculado a las malas artes.

Estas notas solían ser consideradas como una invocación que atraía presencias demoníacas. En más de una oportunidad se hablaba sobre la sensación de presencias malignas cerca de la persona que tocaba el temido tritono.

Los bebés no sentían dolor

La medicina de la Edad Media era muy poco sofisticada y sus métodos son mucho más que cuestionados en la actualidad. Son muchos quienes se preguntan en la actualidad cómo las personas podían creer ciegamente en algunas teorías. Hay una en particular que involucra a los recién nacidos, quienes de acuerdo con los practicantes de la medicina medieval no padecían ningún tipo de dolor.

Aunque la ciencia ha podido comprobar que incluso los fetos son capaces de sentir dolor, esta creencia fue mantenida hasta mediados del siglo XX. Pero eso no es todo, ya que hay una amplia gama de disparatados consejos que los pediatras del medioevo solían dar a las madres, quienes diligentemente los cumplían, brindando nefastas experiencias a sus hijos.

Las indicaciones iban desde la importancia de la envoltura, hasta la edad apropiada para ingerir alcohol. El buen cobijo proporcionado bajo una manta bien ajustada era de vital importancia para la buena distribución de los órganos del cuerpo según los médicos de la época, ya que la fragilidad de los huesos del neonato proporcionaba deformidades si este consejo era desobedecido.

De acuerdo con Bartolomeus Metlinger, quien escribió el Libro de los niños publicado en 1473: “Las niñas pueden probar el vino a los 12 años y los niños a los 14. La razón es porque hasta ese momento los niños están creciendo y necesitan humedad. El vino es seco y elimina la humedad de la naturaleza, evitando el crecimiento del niño”.

La generación espontánea

Durante la Edad Media se impusieron postulados científicos que hoy en día han perdido vigencia, pero que no dejan de sorprender debido a la creatividad de sus argumentos. La generación espontánea es una teoría que se daba por sentado en aquellos tiempos, ya que proporcionaba una respuesta a una gran incógnita acerca del origen de ciertos organismos.

La aparición de larvas, gusanos y algunos tipos de insectos en la comida y otros lugares representaba todo un misterio para la comunidad científica. Así, la gente del medievo pensaba que estos animales surgían espontáneamente de la nada.

Estas creencias lograron llegar hasta el siglo XVII, cuando el naturalista Jean Baptiste Van Helmont se convirtió en uno de los más afamados defensores de esta hipótesis. Este científico de origen belga aseguraba que las pulgas, moscas y garrapatas provenían de los desechos humanos.

De acuerdo a sus análisis llegó a desarrollar una fórmula que tenía como finalidad la creación de ratones. Los componentes de su receta eran ropa interior llena de sudor y varios granos de trigo. Estos ingredientes debían ser mezclados en un envase de tamaño considerable para luego ser dejados en reposo.

Según el pensador, luego de 21 días está aromática mezcla daría resultado a varios roedores de diferente sexo y colores. Algo que siempre llamó la atención de Van Helmont fue el hecho de que los ratones generados ya estaban en edad adulta.

Los dientes agujereados proporcionaban fuerza

Tal vez muchos odontólogos se desmayen ante las medidas de higiene bucal que eran practicadas por las personas que vivieron en la también llamada edad oscura. Y es que los implementos de aquellos tiempos distan mucho de los dentífricos, actualmente utilizados a diario para la prevención de caries y otros males que suelen afectar los dientes.

De hecho, este es uno de esos casos en los que la cura resulta más perjudicial que el mal padecido. Durante toda la época medieval, eran muchos los hombres que solían abrir agujeros a sus dientes, ya que creían esta técnica les garantizaba una fuerza mayor a la poseída por naturaleza.

Pero esto no es todo, ya que el dentífrico recomendado era ni más ni menos que la orina. Se creía que estas secreciones corporales brindaban la protección necesaria contra todas las infecciones bucales, de acuerdo con las tradiciones de estos tiempos.

A la hora de hablar sobre la instrumentación utilizada en la extracción de dientes y muelas, el panorama no era nada alentador. Los encargados de realizar esta labor eran conocidos como sacamuelas, y en realidad solían ser barberos que también ejercían estas funciones.

Por supuesto, las grandes pinzas utilizadas para este fin no tenían la higiene apropiada; y en algunos casos terminaban por proporcionar infecciones en las encías, que solían ser tratadas con la ingesta de vino.

Juicios contra animales

Las leyes creadas durante el mundo antiguo y en la Edad Media, han servido como inspiración a cientos de leyes que aún tienen vigencia en el mundo actual. Si bien esto es cierto, hay muchos estatutos y procedimientos legales de esos tiempos que dejarían perplejo a cualquier abogado de la actualidad.

Una de las muchas costumbres extrañas que se tenían en aquella época, consistía en juzgar legalmente a los animales por cualquier infracción cometida. En el año 1522 se llevó a cabo un insólito juicio ni más ni menos que a unos ratones, en un poblado de Francia llamado Autun.

El motivo de la demanda interpuesta contra estos roedores tenía como motivo el hecho de que se habían comido casi la totalidad de los cultivos de cebada ubicados en esa aldea. Las ratas fueron citadas a comparecer ante un tribunal constituído por un funcionario, quien se dirigió ante sus respectivos nidos y les leyó en voz alta el estatuto que las obligaba a presentarse en un juzgado.

El asunto no concluyó allí, ya que estas escurridizas acusadas tuvieron un abogado designado por la corte, que fue conocido posteriormente como el defensor de las ratas.

Las abejas eran consideradas aves y los castores peces

La clasificación de las especies durante esta época era un tema complicado, ya que no se tenía mayor referencia sobre la composición genética de un animal. Es por eso que el entorno en que cada especie se desenvuelve, resultaba de especial interés para la mayoría de los naturistas medievales.

Al ver a los castores armando una presa en el agua se llegó a la conclusión de que este peludo espécimen no era otra cosa sino un pez más, a pesar de su extraña fisonomía. Era común ver a muchos pescadores en búsqueda de este supuesto ser acuático, debido al interés que tenían sus genitales para uso medicinal. Se creía que servían como cura para dolores de cabeza e incluso la epilepsia.

El caso de las abejas también es muestra de las curiosidades encontradas en la Edad Media, ya que debido a que casi siempre se encontraban volando y vivían en unas enormes caparazones consideradas nidos, no es de extrañar que fueran consideradas aves por los habitantes de la Europa de mediados del segundo milenio.

La creencia general consistía en que dentro de su hábitat, solían tener guerras con otras colmenas, e incluso se pensaba que podían ser condenadas al exilio si llegaban a infringir las leyes de su entorno social.