10 Poemas sobre el Mar de Autores Conocidos
Los poemas sobre el mar son un homenaje a los grandes cuerpos de agua salada que cubren la mayor parte del planeta. Mucho se ha escrito acerca de los mares, tanto en los ámbitos científicos como en los poéticos.
Sin embargo, debido a su vastedad, son muchos los misterios que aún permanecen. Esto ha contribuido a que los poemas sobre el mar abunden en la literatura.
Poemas sobre el mar
A continuación se presenta una selección de poemas sobre el mar de cinco poetas reconocidos.
Recuerdo el mar – Pablo Neruda
Chileno, has ido al mar en este tiempo?
Anda en mi nombre, moja tus manos y levántalas
y yo desde otras tierras adoraré esas gotas
que caen desde el agua infinita en tu rostro.
Yo conozco, he vivido toda la costa mía,
el grueso mar del Norte, de los páramos, hasta
el peso tempestuoso de la espuma en las islas.
Recuerdo el mar, las costas agrietadas y férreas
de Coquimbo, las aguas altaneras de Tralca,
las solitarias olas del Sur, que me crearon.
Recuerdo en Puerto Montt o en las islas, de noche,
al volver por la playa, la embarcación que espera,
y nuestros pies dejaban en sus huellas el fuego,
las llamas misteriosas de un dios fosforescente.
Cada pisada era un reguero de fósforo.
Íbamos escribiendo con estrellas la tierra.
Y en el mar resbalando la barca sacudía
un ramaje de fuego marino, de luciérnagas,
una ola innumerable de ojos que despertaban
una vez y volvían a dormir en su abismo.
Mar – (Extracto, Federico García Lorca)
El mar es
el Lucifer del azul.
El cielo caído
por querer ser la luz.
¡Pobre mar condenado
a eterno movimiento,
habiendo antes estado
quieto en el firmamento!
Pero de tu amargura
te redimió el amor.
Pariste a Venus pura,
y quedose tu hondura
virgen y sin dolor.
Tus tristezas son bellas,
mar de espasmos gloriosos.
Mas hoy en vez de estrellas
tienes pulpos verdosos.
Aguanta tu sufrir,
formidable Satán.
Cristo anduvo por ti,
mas también lo hizo Pan.
Frente al mar – (Octavio Paz)
¿La ola no tiene forma?
En un instante se esculpe
y en otro se desmorona
en la que emerge, redonda.
Su movimiento es su forma.
Las olas se retiran
¿ancas, espaldas, nucas?
pero vuelven las olas
¿pechos, bocas, espumas?.
Muere de sed el mar.
Se retuerce, sin nadie,
en su lecho de rocas.
Muere de sed de aire.
El Mar – (Jorge Luis Borges)
Antes que el sueño (o el terror) tejiera
mitologías y cosmogonías,
antes que el tiempo se acuñara en días,
el mar, el siempre mar, ya estaba y era.
¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento
y antiguo ser que roe los pilares
de la tierra y es uno y muchos mares
y abismo y resplandor y azar y viento?
Quien lo mira lo ve por vez primera,
siempre. Con el asombro que las cosas
elementales dejan, las hermosas
tardes, la luna, el fuego de una hoguera.
¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día
ulterior que sucede a la agonía.
El mar – (Extracto, Mario Benedetti)
Qual è l’incarnato dell`onda?
Valerio Magrelli
¿Qué es en definitiva el mar?
¿por qué seduce? ¿por qué tienta?
suele invadirnos como un dogma
y nos obliga a ser orilla
nadar es una forma de abrazarlo
de pedirle otra vez revelaciones
pero los golpes de agua no son magia
hay olas tenebrosas que anegan la osadía
y neblinas que todo lo confunden
el mar es una alianza o un sarcófago
del infinito trae mensajes ilegibles
y estampas ignoradas del abismo
trasmite a veces una turbadora
tensa y elemental melancolía
el mar no se avergüenza de sus náufragos
carece totalmente de conciencia
y sin embargo atrae tienta llama
lame los territorios del suicida
y cuenta historias de final oscuro.
El mar – (Rafael Alberti)
El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?
En sueños la marejada
me tira del corazón;
se lo quisiera llevar.
Padre, ¿por qué me trajiste
acá? Gimiendo por ver el mar,
un marinerito en tierra
iza al aire este lamento:
¡Ay mi blusa marinera;
siempre me la inflaba el viento
al divisar la escollera!
El célebre Oceáno – (Vicente Huidobro)
El mar decía a sus olas
Hijas mías volved pronto
Yo veo desde aquí las esfinges en equilibrio sobre el alambre
Veo una calle perdida en el ojo del muerto
Hijas mías llevad vuestras cartas y no tardéis
Cada vez más rápidos los árboles crecen
Cada vez más rápidas las olas mueren
Los récord de la cabeza son batidos por los brazos
Los ojos son batidos por las orejas
Sólo las voces luchan todavía contra el día.
Creéis que oye nuestras voces
El día tan maltratado por el océano
Creéis que comprende la plegaria inmensa de esta agua que cruje
Sobre sus huesos.
Mirad el cielo muriente y las virutas del mar
Mirad la luz vacía como aquel que abandonó su casa
El océano se fatiga de cepillar las playas
De mirar con un ojo los bajos relieves del cielo
Con un ojo tan casto como la muerte que lo aduerme
Y se aduerme en su vientre.
El océano ha crecido de algunas olas
El seca su barba
Estruja su casaca confortable
Saluda al sol en el mismo idioma
Ha crecido de cien olas.
Esto se debe a su inclinación natural
Tan natural como su verde
Más verde que los ojos que miran la hierba
La hierba de conducta ejemplar
El mar ríe y bate la cola
Ha crecido de mil olas.
¡Dime qué dices, mar! – (Miguel de Unamuno)
¡Dime qué dices, mar, qué dices, dime!
Pero no me lo digas; tus cantares
son, con el coro de tus varios mares,
una voz sola que cantando gime.
Ese mero gemido nos redime
de la letra fatal, y sus pesares,
bajo el oleaje de nuestros azares,
el secreto nos oprime.
La sinrazón de nuestra suerte abona,
calla la culpa y danos el castigo;
la vida al que nació no le perdona;
de esta enorme injusticia sé testigo,
que así mi canto con tu canto entona,
y no me digas lo que no te digo.
Frente al mar – (Alfonsina Storni)
Oh Mar, enorme mar, corazón fiero
De ritmo desigual, corazón malo,
Yo soy más blanda que ese pobre palo
Que se pudre en tus ondas prisionero.
Oh mar, dame tu cólera tremenda,
Yo me pasé la vida perdonando,
Porque entendía, mar, yo me fui dando:
“Piedad, piedad para el que más ofenda”.
Vulgaridad, vulgaridad me acosa.
Ah, me han comprado la ciudad y el hombre.
Hazme tener tu cólera sin nombre:
Ya me fatiga esta misión de rosa.
¿Ves al vulgar? Ese vulgar me apena,
Me falta el aire y donde falta quedo,
Quisiera no entender, pero no puedo:
Es la vulgaridad que me envenena.
Me empobrecí porque entender abruma,
Me empobrecí porque entender sofoca,
¡Bendecida la fuerza de la roca!
Yo tengo el corazón como la espuma.
Mar, yo soñaba ser como tú eres,
Allá en las tardes que la vida mía
Bajo las horas cálidas se abría…
Ah, yo soñaba ser como tú eres.
Mírame aquí, pequeña, miserable,
Todo dolor me vence, todo sueño;
Mar, dame, dame el inefable empeño
De tornarme soberbia, inalcanzable.
Dame tu sal, tu yodo, tu fiereza,
¡Aire de mar!… ¡Oh tempestad, oh enojo!
Desdichada de mí, soy un abrojo,
Y muero, mar, sucumbo en mi pobreza.
Y el alma mía es como el mar, es eso,
Ah, la ciudad la pudre y equivoca
Pequeña vida que dolor provoca,
¡Que pueda libertarme de su peso!
Vuele mi empeño, mi esperanza vuele…
La vida mía debió ser horrible,
Debió ser una arteria incontenible
Y apenas es cicatriz que siempre duele.
Mar portugués – (Fernando Pessoa)
¡Oh mar salada, cuánta de tu sal
son lágrimas de Portugal!
¡Por cruzarte, cuántas madres lloraron,
cuántos hijos en vano rezaron!
¡Cuántas novias quedaron por casar
para que fueses nuestra, oh mar!
¿Valió la pena? Todo vale la pena
si el alma no es pequeña
Quien quiere pasar allende el Bojador
tiene que pasar allende el dolor.
Dios al mar el peligro y el abismo dio,
mas fue en él donde el cielo se miró.
Referencias
- Neruda, P. (2004). Canto general. Santiago de Chile: Pehuén Editores.
- García Lorca, F. (1991). Libro de poemas. València: NoBooks Editorial.
- Paz, O. (1979). Poemas (1935-1975). Barcelona: Seix Barral.
- Borges, J.L. (2000 ). Nueva antología personal. México D.F.: Siglo XXI.
- Benedetti, M. (2015). A título de inventario. Madrid: Penguin Random House Grupo Editorial.