Salvador Alvarado Rubio: biografía, obras y citas
Salvador Alvarado Rubio (1880-1924) fue un militar e intelectual mexicano, conocido como uno de los representantes más importantes de la Revolución centroamericana. Este erudito participó en el conflicto bélico con el fin de liberar al país mesoamericano de la dictadura y la opresión.
El general Alvarado estuvo en contra de los ideales de Porfirio Díaz y, junto a otros soldados y políticos, empezó su carrera estando de lado de los más necesitados en su ciudad. También formó parte del Partido Liberal de México.
Fue divulgador secreto de las ideas de Ricardo Flores Magón, filósofo simpatizante de la democracia, quien se oponía a la reelección de Porfirio Díaz. Además, Alvarado estuvo a favor de una sociedad más justa, por lo que luchó por instaurar sus ideales dentro de la región centroamericana.
Es conveniente señalar que su rol político estuvo determinado por los rápidos ascensos. Así mismo, gracias a su inteligencia, agilidad y valor, recibió la nominación de general ilustrado. Dejó un legado importante en las letras y se destacó por realizar una cantidad relevante de ensayos, manifiestos y escritos que demuestran su esfuerzo por hacer de México una nación mejor.
Índice del artículo
Biografía
Salvador Alvarado Rubio nació en Sinaloa en septiembre de 1880. Sus padres fueron Timoteo Alvarado y Antonia Rubio. Posteriormente, por circunstancias de su entusiasmo patriótico se asentó en Yucatán a mediana edad, convirtiéndose en gobernador de este estado.
Fue un estudioso de las letras y demostró su calidad de escritor en los diversos ensayos, relatos e ideas que precedieron la Constitución mexicana de 1917. Mientras ejercía su labor de humanista, también se dedicó al oficio de general, donde desarrolló numerosas estrategias militares. Su objetivo era formar un ejército que combatiera contra el despotismo de Díaz.
A mediados de la década de 1900, se casó con Luz de Alvarado, quien falleció en Sonora cuando cumplían la orden de exilio. Al poco tiempo, Alvarado regresó a Yucatán, donde volvió a contraer nupcias con Laureana Manzano Mendoza en 1916.
Infancia y juventud
Cuando tenía ocho años, Alvarado se mudó a Potám con sus padres. Luego, se trasladó al puerto de Guaymas, donde vivió su adolescencia y desarrolló una amistad con el joven Adolfo de la Huerta. En ese mismo lugar logró trabajar en una farmacia. Tiempo después inauguró su botica en Cananea, población de Sonora.
Se especializó en el área comercial y, estando en ese poblado, se unió al Partido Liberal Mexicano. En 1906, cuando solo contaba con veintiséis años, presenció una protesta de los mineros en Cananea; aunque no fue partícipe, Salvador estuvo de acuerdo con los requerimientos que exigían los trabajadores.
Algunos historiadores aseguran que fue un visionario y soñador, lo que lo llevó a encontrarse con varios adversarios en el camino. Sin embargo, supo cómo manejar el crecimiento social y económico durante su gobierno y hacer que Yucatán renaciera después de la dictadura.
Vida política
En el proceso revolucionario, Alvarado se destacó por difundir –a través de los panfletos– los ideales de Ricardo Flores; Se encargó de propagar los planteamientos que iban en contra de la reelección de Porfirio Díaz y así inició su recorrido por la lucha de un Estado libre, el cual buscaba la soberanía.
En 1910, Salvador se unió a la insurrección del asalto al cuartel de Hermosillo. Esta sublevación estuvo liderada por Francisco Madero, quien era el mayor opositor del porfiriato. Aunque fueron reprimidos algunos de sus compañeros, Salvador pudo huir a Arizona. Posteriormente, decidió volver a México acompañado de Madero con el objetivo de derrocar a Porfirio.
Para el levantamiento organizado por Madero, Alvarado fue nombrado capitán. Esto lo llevó a comandar el ataque realizado el 14 de enero de 1911, el cual les permitió entrar por el norte de México.
En mayo de ese mismo año, el general Díaz decidió renunciar a su cargo debido a la presión de las tropas revolucionarias y al Tratado de Ciudad Juárez. Por esta razón, Madero asumió el mando estatal y promovió a su tropa.
Gracias a estos acontecimientos, el mayor Alvarado creció en el mundo político. Siguiendo la normativa del nuevo gobierno, fue nombrado comandante del Cuerpo Auxiliar Federal. Así mismo, sobresalió por sus destrezas, lealtad y voluntad, siendo considerado una eminencia.
Gobernador del estado de Yucatán
En los años siguientes no cesaron los movimientos armados que pretendían derrocar a la revolución. Esto trajo como consecuencia que Madero no lograra mantener el poder y fuera asesinado en 1913. Como respuesta, Victoriano Huerta ocupó el puesto gubernamental e instauró otra dictadura, la cual no fue respaldada por Salvador.
Posteriormente, Salvador fue de nuevo promovido por el gobernador de Sonora como teniente coronel gracias a sus labores democráticas. Este cargo lo mantuvo ocupado por un par de años.
Luego, se incorporó en la tropa que vigilaba a los convencionistas y fue reubicado a la ciudad de México para impedir algún contraataque de los rebeldes. En medio de estas batallas fue trasladado a Yucatán, donde la clase alta de esta ciudad no se mostró de acuerdo con su llegada.
A pesar de esto, logró convertirse en el gobernador de ese territorio y comenzó por cambiar la vida social a través de leyes, que resultaron exageradas para aquellos que no comprendían el verdadero plan de progreso y libertad. Durante este período, Salvador se enfocó en reformar la educación laica y manifestó que la primaria era obligatoria.
A su vez, financió el Primer Congreso Feminista y forjó normas para evitar el alcoholismo entre los indígenas. Su finalidad era que sus ideas y programas se extendieran por todos los territorios e hicieran de México un país avanzado en términos económicos, sociales y políticos.
Últimos años
En 1918 decidió retirarse de la vida pública, por lo que en el transcurso de ese año le entregó la potestad a su sucesor y emigró a New York. Después de un tiempo, regresó a México y se vinculó con la rebelión contra Venustiano Carranza. Tras el éxito de esta, fue nominado Secretario de Hacienda por el gobierno provisional de Adolfo de la Huerta.
Sin embargo, a los pocos días volvió a Nueva York por presión de sus opositores. Luego de tres años fuera del país, retornó para apoyar a Adolfo de la Huerta; pero este fue derrotado en 1924. Alvarado huyó de nuevo a los Estados Unidos y desde allí quiso seguir luchando.
En junio de 1924, se situó en la hacienda El Hormiguero y fue sorprendido por una trampa planificada por el coronel Federico Aparicio. En consecuencia, Alvarado fue asesinado el 10 de junio por varios tenientes.
Obras
El general ilustrado se destacó por sus heroicas proezas en la revolución mexicana, pero también fue una persona estudiada que desde joven se interesó por el mundo de la lectura. En Cananea fue lector asiduo del periódico Regeneración.
Sus primeros escritos –que realizó a temprana edad– fueron sobre los pensamientos y los proyectos que llegó a tener; pero luego del exilio, empezó a redactar obras literarias. De esta manera se percibe que Alvarado se caracterizó por desarrollar ciertos principios políticos y sociales.
Durante su mandato, promulgó más de mil leyes, fundó escuelas rurales para los más necesitados y se enfocó en proteger a las tribus mayas. También dedicó gran parte de su vida a plasmar su ideología, razón por la que dejó una extensa obra. Aunque se desconocen las fechas exactas de las publicaciones, estas son algunos de sus escritos resaltantes.
-Mi actuación revolucionaria en Yucatán (1910).
-Carta al pueblo de Yucatán (1910).
–La reconstrucción de México: un mensaje a los pueblos de América. (1919).
-Mi sueño (1916).
Citas
“¡Los libros! He aquí las llagas que enferman y quienes han enfermado constitucionalmente nuestra paupérrima pedagogía nacional. No los libros en sí, sino el uso exclusivo de ellos”.
“Es imposible formarse una idea de las posibilidades de esta gran línea ferrocarrilera sin haber visto al menos parte de las regiones que el ruido de la locomotora irá a despertar una nueva vida de civilización y trabajo” (frase pronunciada durante una charla acerca de un trayecto ferroviario que recorrería cada provincia de México).
“Encontré a Yucatán en plena servidumbre; miles de desgraciados, por culpa de instituciones tradicionales y de vicios sociales, tan fuertemente enraizados, que parecían indestructibles, languidecían de generación en generación, con la vida vendida a los ‘amos’, con los músculos relajados de enriquecer a la casta de los señores; con el alma y la conciencia sujetas al hierro invisible de una amarga esclavitud, en la cual habían aprendido, de padres a hijos, que no podían tener otro sueño de alegría, que el del alcohol, ni otra esperanza de liberación que la muerte”.
“¡Desgraciados de los hombres y de los pueblos que han perdido el respeto a lo que es sagrado e inviolable!”
“Nada más primitivo que el engrandecimiento de nuestra raza debilitada por la esclavitud y por la degeneración producida por el alcohol”.
“Pedimos tierras y libros, queremos independencia económica, no queremos riqueza acumulada en pocas manos, tampoco queremos que los señores propietarios reasignen algo para aliviar las necesidades de la mayoría”.
“Mientras no elevemos a la mujer, nos será imposible hacer patria”.
“Compromisos de amistad y de política me hacen volver a luchar con aquellos que convencí ir a la Revolución y debo estar con ellos; recuerda siempre que es preferible que seas viuda de un hombre valiente a la esposa de un cobarde” (carta a su esposa antes de volver a México).
Referencias
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