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Memoria emocional: características, proceso y cómo funciona


La memoria emocional hace referencia a la capacidad de las personas de fijar recuerdos a partir de las emociones. Múltiples estudios han puesto de manifiesto que las estructuras cerebrales relacionadas con la memoria se encuentran estrechamente asociadas con las regiones que modulan las emociones.

Las emociones están íntimamente vinculadas con la memoria y se considera que el contenido emocional de los eventos influye sobre el recuerdo posterior. La información que se adquiere emocionalmente se recuerda de forma diferente que la que se adquiere neutralmente.

Ante esta estrecha relación entre emoción y memoria, ha surgido una nueva estructura de memoria, la que se conoce como memoria emocional. Se trata de una capacidad humana muy específica que se caracteriza por desarrollar el recuerdo de eventos mediante el impacto emocional experimentado.

Índice del artículo

Relación memoria – emociones

La memoria emocional implica que los eventos emocionalmente significativos se retienen de modo diferente a los eventos neutros; los eventos emocionales se recuerdan mejor y con mayor facilidad que los sucesos más triviales.

Por ejemplo, un suceso traumático durante la infancia como un accidente de tráfico o una pelea con un compañero suele recordarse de forma mucho más específica durante la edad adulta que eventos triviales como por ejemplo, qué se comió la semana pasada.

Esta dicotomía de recuerdos hace referencia a la memoria selectiva. Las personas no recuerdan toda la información de la misma forma. En este sentido, los sucesos experimentados de forma emocional parecen recordarse mejor que el resto.

De hecho, múltiples investigaciones muestran que el mayor recuerdo de las experiencias emocionalmente intensas se deben a una mayor facilidad de adquisición, un mayor mantenimiento a lo largo del tiempo, y una mayor resistencia a la extinción.

Emociones positivas y emociones negativas en la memoria

La memoria emocional responde tanto a emociones positivas como negativas. Es decir, los sucesos vividos de forma emocional (sea cual sea su carácter) parecen recordarse de forma distinta a las vivencias neutrales o triviales.

Este hecho se debe a que las estructuras cerebrales que modulan las emociones positivas y las que modulan las emociones negativas son las mismas. De este modo, el mecanismo cerebral que explica la existencia de la memoria emocional radica en la asociación entre las estructuras de la emoción y las regiones del recuerdo.

Sucesos aversivos o traumáticos

Sucesos altamente aversivos o traumáticos pueden provocar un recuerdo especialmente fuerte y consolidado. La persona puede recordar esos eventos de forma frecuente y detallada durante toda su vida.

Un ejemplo de este tipo de recuerdos serían los traumas padecidos durante la infancia, los cuales pueden aparecer de forma reiterada y recordarse permanentemente durante la etapa adulta.

Sucesos positivos

Encontrar símiles con emociones positivas resulta algo más complejo. Hay personas que pueden recordar con mucho detalle el día de su boda o del nacimiento de sus hijos, pero a menudo el recuerdo resulta menos intenso que el de sucesos negativos.

Este hecho se explica por la intensidad de la emoción. Por lo general, los eventos negativos provocan una mayor alteración emocional, por lo que las emociones experimentadas en esos momentos suelen resultar más intensas.

De este modo, los sucesos traumáticos pueden insertarse con mayor facilidad en la memoria emocional. Pero esto no quiere decir que los eventos positivos no puedan hacerlo. También lo hacen, aunque por lo general de forma menos marcada debido a su menor intensidad emocional.

Estructuras cerebrales de la memoria emocional

neuropsicología

La estructura del cerebro principal que se encarga de realizar los procesos de memoria y que facilita el recuerdo es el hipocampo. Esta región está ubicada en la corteza temporal y forma parte del sistema límbico.

Por su parte, la región cerebral que se encarga de dar lugar a las respuestas emocionales es la amígdala. Esta estructura consta de un conjunto de núcleos de neuronas localizadas en la profundidad de los lóbulos temporales y también forma parte del sistema límbico.

Ambas estructuras (amígdala e hipocampo) se encuentran constantemente conectadas. Así mismo, su conexión parece tener una especial relevancia en la formación de recuerdos emocionales.

Este hecho postula la existencia de dos sistemas diferentes de recuerdo. Cuando las personas aprenden información neutral (como por ejemplo leerse un libro o aprender el temario de una asignatura), el hipocampo se encarga de construir el recuerdo sin participación de la amígdala.

Sin embargo, cuando los elementos a recordar contiene una cierta carga emotiva, entra en juego la amígdala.

En estos casos la primera formación del recuerdo se realiza en la amígdala, la cual actúa como un almacén de memorias asociadas a sucesos emocionales. De este modo, la memoria emocional no se inicia en el hipocampo como el resto de recuerdos.

Una vez la amígdala ha codificado el elemento emotivo y ha formado el recuerdo, transmite la información mediante conexiones sinápticas hacia el hipocampo, lugar donde se almacena la memoria emocional.

Proceso de formación de memoria emocional

La memoria emocional presenta características distintas y mecanismos de registro cerebral diferentes debido a la actuación de la emoción. Son las emociones las que motivan que la información acceda al cerebro mediante estructuras distintas y que esta se consolide de una forma más intensa.

Así pues, los procesos emocionales modifican el funcionamiento de la memoria dando lugar a la aparición de la memoria emocional. Estas modificaciones se explican por la relación amígdala-hipocampo y se realizan tanto en la codificación como en la consolidación de la información.

1- Codificación emocional

La primera función cognitiva que entra en juego a la hora de forma un recuerdo es la atención. De hecho, sin una adecuada atención el cerebro es incapaz de percibir adecuadamente la información y almacenarla en su anterior.

En este sentido, la primera modificación que realizan las emociones se detecta ya en la forma en que se percibe la información.

Las respuestas emocionales provocan de inmediato una alteración de las funciones físicas y psicológicas de las personas. Cuando un individuo experimenta una emoción, tanto los elementos físicos como los psicológicos relacionados con la atención incrementan.

Este hecho permite que la atención prestada hacía el estímulo sea más elevada, por lo que la información se capta con mayor facilidad y su posterior almacenamiento resulta más satisfactorio.

2- Consolidación emocional

La segunda fase de la generación de recuerdos emocionales consiste en la retención o consolidación de la información en las estructuras cerebrales. Si la información captada por los sentidos no se consolida en el cerebro esta va desapareciendo poco a poco y el recuerdo no permanece (se olvida).

El almacenamiento de la información en las estructuras cerebrales no es automático, sino que resulta un proceso lento, motivo por el cual a menudo resulta complejo retener información específica a largo plazo.

No obstante, la información emocional parece tener un tiempo de consolidación mucho menor. Es decir, puede almacenarse en las estructuras cerebrales de una forma mucho más rápida.

Este hecho provoca que las probabilidades de que los eventos emocionalmente intensos sean recordados y mantenidos a lo largo del tiempo sean mucho más elevadas.

Influencia de la memoria en la emoción

La relación entre memoria y emoción no es unidireccional sino que es bidireccional. Esto quiere decir que de la misma forma que la emoción puede afectar a la memoria (memoria emocional), la memoria también puede afectar a la emoción.

Esta asociación ha sido especialmente estudiada por la neuropsicóloga Elisabeth Phelps al analizar la interacción entre hipocampo y amígdala. Cuando el hipocampo recupera información emocionalmente intensa, este puede interactuar con la amígdala para producir la emoción que le acompaña.

Por ejemplo, cuando una persona recuerda un evento altamente traumático, experimenta de forma inmediata las emociones asociadas con ese suceso. Así pues, la memoria puede provocar respuestas emocionales, de la misma forma que experimentar emociones puede modificar la formación el recuerdo.

El hipocampo y la amígdala son estructuras cerebrales interconectadas que permiten relacionar los componentes emocionales con los elementos mnésicos de forma constante.

Función de la memoria emocional

La asociación entre las estructuras emocionales y las regiones de la memoria no es gratuita. De hecho, la relación entre hipocampo y amígdala cumple una importante función adaptativa.

Cuando las personas se encuentran en situaciones peligrosas reaccionan con una respuesta emocional. Esta respuesta permite una mayor activación tanto del estado psicológico como del estado físico del individuo.

Por ejemplo, si alguien visualiza que un perro le va a atacar, experimenta una respuesta emocional de miedo. Esta respuesta permite tensionar el cuerpo, incrementar la atención y centrar todos los sentidos en la amenaza.

De este modo, la respuesta emocional prepara a la persona para responder adecuadamente ante una amenaza.

No obstante, el proceso de defensa y supervivencia de los seres humanos no termina allí. El cerebro prioriza el  almacenamiento de los sucesos emocionalmente intensos mediante la asociación amígdala-hipocampo para que estos puedan recordarse con facilidad.

Así pues, la memoria emocional es una capacidad humana que se encuentra estrechamente relacionada con la supervivencia de la especie. Para las personas resulta mucho más útil recordar elementos emocionalmente intensos que aspectos neutrales porque estos suelen resultar más importantes.

Estudios sobre memoria emocional

La memoria emocional funciona como un sistema de filtro. Esta se encarga de seleccionar los hechos que por su significado resultan más relevantes y los guarda en la memoria de una forma más intensa y duradera.

Desde este punto de vista evolutivo, el cerebro humano sería capaz de recordar correctamente experiencias aversivas aun cuando estas se han presentado pocas veces.

En este sentido Garcia & Koeling demostraron ya en 1966 que la memoria emocional puede formarse incluso con una única presentación. Concretamente, aprendizajes como la aversión gustativa o el condicionamiento de miedo pueden adquirirse con un solo ensayo.

Estos experimentos ponen de manifiesto la elevada capacidad de la memoria emocional. Esta permite la formación recuerdos duraderos de una forma extremadamente rápida y sencilla, hecho que no sucede con la “memoria no emocional”.

Las otras investigaciones sobre la memoria emocional se han centrado en analizar los mecanismos involucrados en la relación entre emoción y memoria.

A nivel cerebral parece que las estructuras que participan en la generación de la memoria emocional son la amígdala y el hipocampo. No obstante, parece haber más factores relacionados.

Efectos neuroendocrinos del estrés y memoria

Los estudios sobre los efectos neuroendocrinos del estrés y su relación con la formación de recuerdos de las experiencias estresantes han aportado datos relevantes sobre la memoria emocional.

Cuando una persona está sometida a situaciones con elevado contenido emocional libera una gran cantidad de hormonas adrenales. Principalmente adrenalina y glucocorticoiedes.

Varias investigaciones se han centrado en analizar el efecto de estas hormonas y han demostrado que guarda una estrecha vinculación con la interacción emociones-memoria.

En este sentido, Beylin & Shors mostraron en 2003 que la administración de una hormona adrenal conocida como corticosterona de forma previa a la realización de una tarea de aprendizaje, modulaba el recuerdo e incrementaba la memoria.

Así mismo, De Quervain demostró que la modulación de la memoria varía de acuerdo al momento y a la intensidad con que las hormonas se liberan. De este modo, los glucocorticoides facilitan el recuerdo de las personas.

Posteriormente, un estudio llevado a cabo por McCaug en 2002 demostró que estos efectos hormonales se producen a través de mecanismos noradrenérgicos centrales. Es decir, mediante la actuación de la amígdala cerebral.

La presencia de glucocorticoides en sangre provocan una mayor estimulación de la amígdala. Cuando la amígdala está activa, empieza a participar de forma directa en la formación de recuerdos.

De este modo, cuando se administran estas hormonas en la sangre, la memoria pasa a funcionar a través de los mecanismos de la memoria emocional, motivo por el cual el recuerdo se intensifica y el aprendizaje resulta más potente y consolidado.

Referencias

  1. Beylin, A. V. & Shors, T. J. (2003). Glucocorticoids are necessary for enhancing the acquisition of associative memories after acute stressful experience. Hormones and Behavior, 43 (1), 124-131.
  2. Christianson, S. A. (1992). Emotional stress and eyewitness memory: A critical review. Psychological Bulletin, 112 (2), 284-309.
  3. De Quervain, DJ-F., Roozendaal, B. & McGaugh, J. L. (1998). Stress and glucocorticoids impair retrieval of long-term spatial memory. Nature, 394, 787-790.
  4. García, J. & Koelling, R.A. (1966). Relation of cue to consequence in avoidance learning. Psychonomic Science, 4, 123-124.
  5. McEwen, B. S. & Sapolsky, R. M. (1995). Stress and cognitive function. Current Opinion in Neurobiology, 5, 205–216.
  6. McGaugh, J. L. & Roozendaal, B. (2002). Role of adrenal stress hormones in forming lasting memories in the brain. Current Opinion in Neurobiology, 12, 205-210.