Definición de simulador

Un simulador es una máquina que reproduce el comportamiento de un sistema en ciertas condiciones, lo que permite que la persona que debe manejar dicho sistema pueda entrenarse. Los simuladores suelen combinar partes mecánicas o electrónicas y partes virtuales que le ayudan a generar una reproducción precisa de la realidad.

Por ejemplo: “Antes de recibir el carné de piloto, tengo que superar varias pruebas en el simulador de vuelo”, “César está muy contento porque instalaron un simulador automovilístico en el centro comercial y podrá jugar a las carreras con sus amigos”, “Me compré una consola de videojuegos con un simulador musical”.

Los simuladores, por lo tanto, pueden utilizarse en el ámbito profesional o como un instrumento de ocio y entretenimiento. En el primer caso, estos dispositivos aparecen como indispensables para la formación de personas que tendrán una gran responsabilidad a su cargo, ya que sus eventuales errores pondrían en riesgo la vida de terceros. Gracias al simulador, estos sujetos pueden entrenarse hasta adquirir la experiencia y la destreza necesarias para desempeñarse profesionalmente. Si cometen errores en un simulador, nadie saldrá lastimado.

Los pilotos de avión, los conductores de coches de competición y los cirujanos suelen practicar con simuladores. Un piloto utilizará un simulador para experimentar sensaciones físicas similares a las que sentirá en pleno vuelo, mientras debe conducir un avión virtual con idénticos equipos que la aeronave real.

Es importante señalar que los simuladores tienen una serie de límites, como cualquier otro programa, ya que se crean con objetivos bien definidos. Por ejemplo: un simulador de vuelo debe representar con precisión los controles de uno o varios modelos de naves, los principios de física relacionados con su funcionamiento y su interacción con el aire, la tierra, el agua y los edificios y estructuras que puedan encontrarse en el camino; pero eso no indica que el resto de los objetos y situaciones propios de la realidad se muestren de forma creíble o que se pueda interactuar con ellos.

Como entretenimiento, los simuladores permiten conducir coches de carrera, volar aviones o controlar trenes en un videojuego. También existen simuladores de negocios o hasta de la vida misma (donde hay que controlar a un personaje en su día a día, establecer relaciones sociales e incluso trabajar).

En el ámbito de los videojuegos, los simuladores de vida han adquirido un carácter masivo en los últimos años, sacando de las sombras este tipo de entretenimiento que, un par de décadas atrás, atraía solamente a un público muy pequeño, especialmente interesado en el control de aviones, tanques y coches de carrera. En la actualidad, todas estas experiencias pueden vivirse con más fidelidad que nunca, pero en el caso de los títulos de vidas alternativas su punto fuerte no reside en las cuestiones técnicas sino en que ofrecen un escape de la realidad.

La necesidad de ausentarse durante minutos u horas del mundo tangible para adentrarse en uno virtual, incluso cuando en este último tengamos la oportunidad de hablar e interactuar con otros seres humanos de carne y hueso, demuestra que estamos atravesando una etapa muy difícil como especie, que hemos perdido la conexión con nuestra naturaleza al punto de ya no disfrutar tanto del contacto con la realidad.

De todos modos, no es correcto afirmar que un simulador de vida sea algo negativo para el ser humano; como toda creación artística y tecnológica, que ofrece una dosis de ficción combinada con interesantes logros en el campo de la programación, puede resultar una forma de entretenimiento muy peculiar y una experiencia que nos gratifique al permitirnos realizar actividades para las cuales nuestra agilidad no es suficiente, o viajar a partes remotas del mundo sin movernos de la silla. El límite, por lo tanto, lo marca la razón que nos mueva a usarlo.

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