Definición de lupa
El concepto de lupa proviene del vocablo francés loupe. El término alude a una lente de aumento que suele tener un mango para facilitar su manipulación.
Este instrumento óptico dispone de una lente convergente que, al desviar la luz, produce una imagen virtual que amplifica el objeto observado. La lupa, por lo tanto, se utiliza para aumentar de manera virtual el tamaño de un objeto que resulta demasiado pequeño para nuestra visión.
Para que la lupa cumpla con su función, debe colocarse delante del ojo y el elemento en observación tiene que aparecer en el foco de la lente. Por lo general, a mayor diámetro de la lupa, mayor es su potencia.
Cuando cumplimos estos dos requisitos de posicionamiento, se obtiene una imagen en el infinito y los ojos pueden visualizarla de manera relajada en lugar de esforzarse para enfocarlo. Es importante señalar que el ojo humano tiene la capacidad de enfocar a una distancia mínima de 25 centímetros.
Dado que el tamaño que se aprecia depende del que tenga en la retina la imagen resultante, que se produce tras la combinación de la lupa y el ojo (los cuales forman en conjunto un sistema óptico), la lupa nos brinda un aumento angular.
El concepto de aumento angular se define como la razón entre el ángulo que la imagen ocupa en el campo de visión y el que ocupa el objeto cuando se lo observa sin ayuda del sistema óptico. Por ello, el aumento angular está directamente ligado al sistema óptico, que puede ser una lupa o un telescopio, por ejemplo.
El uso más habitual de la lupa está vinculado a la necesidad de “agrandar” las letras de tamaño reducido. Si una persona no llega a leer un texto escrito con letras muy pequeñas, puede apelar a una lupa para facilitar la visión y, de este modo, la comprensión del mismo.
Las lupas también se asocian a los detectives. En la ficción, de hecho, el estereotipo del personaje suele incluir la utilización de una lupa con la cual el investigador busca huellas u otras pruebas en la escena de un crimen.
Cabe destacar que una lupa también puede emplearse para encender fuego. Cuando los rayos solares atraviesan la lente y llegan a un material combustible, éste termina encendiéndose. Esto se debe a que el sol es una fuente de energía y que la lupa permite concentrar la luz en un mismo punto: esa concentración de calor en un combustible, como las hojas secas por ejemplo, genera la combustión.
Hasta hace no muchos años, la lupa también era un artículo popular entre los niños; aunque normalmente no la necesitaran para leer, les brindaba diferentes formas de diversión, como si se tratara de un juguete más. Además, el experimento de encender fuego usando la luz del sol puede resultar muy atractivo y ser un punto de partida hacia el interés por la ciencia.
En la actualidad, la masificación de las cámaras digitales ha puesto herramientas para la manipulación de la imagen en manos de casi todos los ciudadanos y, si bien los teléfonos móviles no incluyen una lupa propiamente dicha, con la ayuda del zoom analógico obtenemos un resultado similar a la hora de leer una fuente demasiado pequeña. En otras palabras, la era digital enterró la lupa junto con decenas de otros instrumentos y aparatos del pasado.
La Lupa, por otro lado, es el título de una película de 1955 dirigida por el español Luis Lucia Mingarro. La historia nos pone en la piel de dos detectives madrileños que intentan resolver cuatro casos bastante peculiares, que incluyen robos, infidelidades, intereses económicos e invasiones extraterrestres.