Definición de hospicio

El concepto de hospicio proviene de hospitium, un vocablo latino que hace referencia a un “albergue” o al “acto de acoger”. La noción suele aludir a una institución de beneficencia que se dedica a la atención de niños huérfanos o en situación de extrema pobreza.

Un hospicio, en este marco, es una entidad pública que recoge a individuos desvalidos y se encarga de su manutención gracias a la caridad o haciéndolos trabajar de acuerdo a sus capacidades y posibilidades. Los hospicios de este tipo surgieron en el siglo XVII.

El término, de todos modos, tiene diferentes acepciones. En la antigüedad, se llamaba hospicio al edificio que recibía a los extranjeros cuando arribaban a un nuevo país. También puede tratarse de un hospital: un lugar donde se atiende a personas con problemas de salud y se brindan servicios sanitarios.

En algunas regiones, se denomina hospicio a un asilo para ancianos o individuos con trastornos psiquiátricos. Por ejemplo: “Mi abuelo vive en un hospicio desde hace cuatro años, cuando enviudó”, “El sospechoso pasó cinco años internado en un hospicio”, “El juez determinó que el asesino cumpla su condena en un hospicio ya que lo considera apropiado dado su estado mental”.

El diccionario de la Real Academia Española (RAE) incluso menciona el hospicio como la casa de una comunidad religiosa, el establecimiento que recibe y alberga peregrinos o un hospedaje en general.

Los cuidados de hospicio, por último, son aquellos que se suministran a un paciente en estado terminal. Se trata de una combinación de apoyo espiritual, psicológico y médico para que el moribundo transite la última etapa de su vida en paz.

Los cuidados de hospicio los llevan a cabo diferentes grupos de profesionales de la salud o voluntarios, y consiste en una serie de diversos tratamientos que se consiguen con la fusión de varios campos. Por citar algunos ejemplos, es necesario el apoyo médico pero también el psicológico y, en algunos casos, el espiritual.

Precisamente, la meta de estos cuidados es conseguir que los pacientes en estado terminal puedan volver a sentirse cómodos, en paz y no lleguen a creer que no son dignos por el hecho de no poder encargarse de su aseo personal o de haber perdido su movilidad, dos de los muchos rasgos de las enfermedades que requieren este tipo de atención.

Las personas a cargo del cuidado de hospicio debe intentar establecer una jerarquía con los síntomas que debe combatir, de manera que pueda atender los más sencillos en primer lugar y dejar para el final aquellos que no tienen muchas probabilidades de ser resueltos. El dolor, por ejemplo, es uno de los primeros puntos a tratar, dado que puede ser la mayor fuente de malestar para el paciente.

Como se menciona más arriba, el plano espiritual es muy importante para muchas personas, en especial para las que practican alguna religión. Sentir que el cuerpo y el alma se encuentran en equilibrio es también una forma de alcanzar la paz interior, y esto puede repercutir de manera muy positiva en el bienestar. Dicho de otra manera, los cuidados de hospicio deben enfocarse en las necesidades de cada individuo, y para ello deben contemplarlos en todos sus aspectos.

Las familias de los pacientes terminales también necesitan apoyo, en especial de tipo psicológico, ya que por lo general no están preparados para enfrentar una situación como ésta. Uno de los errores más comunes es dejar la propia vida de lado para dedicarse casi por completo al cuidado del familiar; esto conduce a un desgaste extremo, que deja sin energía a la persona y, ante el eventual fallecimiento de su ser querido, la destruye emocionalmente.

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