Definición de habitual
Habitual es un concepto que deriva de habĭtus, un término latino. Se trata de un adjetivo que refiere a aquello que se realiza, tiene o sufre de manera continuada o con frecuencia. Por ejemplo: “Es habitual que el Dr. López se demore cuando tiene una junta directiva”, “Como resulta habitual, la calle se inundó con las fuertes lluvias”, “No es habitual que a este equipo le anoten tres goles en un partido”.
Lo habitual, por lo tanto, está asociado a los hábitos. Un hábito es una forma de actuar que se sostiene de manera cotidiana al repetir ciertas acciones, ya sea por costumbre o por instinto. Supongamos que una persona, después de cenar y antes de acostarse, acostumbra a beber una copa de coñac. Podría decirse, pues, que este sujeto tiene el hábito de beber coñac por las noches o, lo que es lo mismo, que es habitual que beba dicha bebida.
Es importante tener en cuenta que la repetición inherente a lo habitual no es buena ni mala: lo relevante es aquello que se repite. Hay numerosos hábitos positivos, como lavarse las manos antes de comer, realizar actividad física todas las mañanas o reciclar los residuos. En cambio, otros hábitos son negativos para la persona o para la sociedad: fumar, arrojar papeles en el suelo… lo ideal, por supuesto, es lograr que las conductas positivas se vuelvan habituales y desterrar del comportamiento el accionar negativo.
Más allá de lo que realice el ser humano, la idea de habitual también puede aplicarse a la naturaleza o a otras cuestiones. Puede ser habitual que nieve sobre una determinada ciudad o que se seque un cierto arroyo en el verano, por citar dos posibilidades.
Si bien la palabra habitual no pertenece a la lengua culta, sino que la puede entender cualquier hispanohablante, es cierto que no suele usarse en el habla cotidiana con tanta frecuencia como algunos de sus sinónimos, en particular «normal». Otros de ellos se listan a continuación: corriente, usual, acostumbrado, ordinario y frecuente. En este caso, podríamos citar los antónimos anormal, inusual, infrecuente e insólito.
Claro que, como sucede con la mayoría de las palabras, sus sinónimos no siempre tienen el mismo significado, sino que comparten algunas de sus acepciones, o incluso parte de ellas, y por eso nos sirven como recurso para evitar la redundancia en el discurso. Pero esto no quiere decir que podamos intercambiar todas estas palabras sin hacer ninguna distinción.
Tomemos por ejemplo el caso de la palabra normal: entre sus primeras acepciones, el diccionario de la Real Academia Española nos dice que describe algo «en su estado natural», algo que resulta «ordinario o habitual», pero también «que puede usarse de regla o norma» o «que puede ajustarse a determinadas normas previamente establecidas, dada su magnitud, forma o naturaleza».
Aquí nos encontramos con un sinónimo que cuenta con una cara completamente diferente, con un significado que el término habitual no podría representar sin un contexto que lo completara. De hecho, incluso podría usarse para describir una situación absolutamente opuesta. Veamos el siguiente ejemplo para entender este punto de vista:
«María vive inmersa en una sociedad en la cual es normal que los hombres consigan los mejores trabajos, con los salarios más elevados, y que se adueñen de los méritos de las mujeres, quienes suelen ubicarse por debajo de ellos en la jerarquía corporativa. Sin embargo, ella es la presidenta de su propia compañía, una que ella misma fundó hace más de dos décadas. Para ella, es habitual recibir halagos por su desempeño y por los exitosos negocios que cierra cada año. La admiración que recibe de forma habitual no es normal».