Definición de gerencia
La palabra gerencia se utiliza para denominar al conjunto de empleados de alta calificación que se encarga de dirigir y gestionar los asuntos de una empresa. El término también permite referirse al cargo que ocupa el director general (o gerente) de la empresa, quien cumple con distintas funciones: coordinar los recursos internos, representar a la compañía frente a terceros y controlar las metas y objetivos.
Existen distintos tipos de gerencia: la gerencia patrimonial, que es aquella donde los puestos principales y los cargos de mayor jerarquía están en manos de los propietarios de la empresa; la gerencia política, donde los puestos gerenciales se asignan en base a la afiliación y a las lealtades políticas; y la gerencia por objetivos, donde los esfuerzos se dirigen hacia una meta en común.
Se supone que la gerencia es responsable del éxito o el fracaso de un negocio. Es la unidad de la empresa que se encarga de que los integrantes del grupo subordinen sus deseos individuales para alcanzar los objetivos comunes. Para eso, la gerencia debe aportar su liderazgo, conducción y capacidad de coordinación.
Un gerente suele cumplir con cuatro funciones simultáneas: el planeamiento (se establece un plan con los medios necesarios para cumplir con los objetivos), la organización (se determina cómo se llevará adelante la concreción de los planes elaborados en el planeamiento), la dirección (que se relaciona con la motivación, el liderazgo y la actuación) y el control (su propósito es medir, en forma cualitativa y cuantitativa, la ejecución de los planes y su éxito).
Estos cuatro pilares de la gerencia requieren la fusión de diferentes talentos y habilidades, algunos naturales y otros obtenidos a través de la experiencia y la formación profesional. El liderazgo, por ejemplo, es un concepto muy particular, en cuanto a que se trata de una capacidad con la que se nace, pero que también se puede pulir considerablemente por medio de las relaciones interpersonales en el ámbito empresarial.
Coordinar a un equipo muy numeroso y conducirlo a un objetivo común no es tarea fácil, y allí se deben combinar el liderazgo con una serie de técnicas comunicacionales y laborales muy específicas para superar todas las etapas del proceso con éxito. La primera de las funciones mencionadas anteriormente, el planeamiento, es tan vital y determinante como cualquiera de las otras: si definimos un camino muy difícil de atravesar con los recursos de la compañía, pondremos en riesgo su futuro.
Aunque los otros tres funcionen correctamente, si el planeamiento falla no será posible el equilibrio, y entre los potenciales daños se encuentra la desmoralización del equipo de empleados, que deberá hacer frente a un exceso de trabajo para compensar los errores iniciales. En los casos positivos, en cambio, los objetivos se determinan de forma coherente con los recursos, de manera que el pronóstico es realista y no acarrea un esfuerzo excesivo por parte del personal.
Entonces entra en juego la organización, tanto de los componentes materiales como de los integrantes del equipo, para alcanzar los objetivos planteados en la etapa anterior sin retrasos ni inconvenientes considerables. La gerencia debe saber reconocer los puntos fuertes de cada empleado para saber distribuirlos y asignarles las tareas que mejor pueden desempeñar. En plena acción, día a día deberá llevar a cabo la dirección, asegurándose de que nadie se desvíe de su meta ni pierda el deseo de seguir adelante, para lo cual no sólo debe supervisar y exigir sino recompensar y motivar. Coexiste todo esto con el control constante de todos los aspectos del proyecto, que debe llevar a cabo contrastando cada muestra con una serie de parámetros de perfección previamente definidos.